El 23 de setiembre de 1850 fallecía en Paraguay el prócer de la Patria, Don José Artigas, quien había sido el “General en Jefe de los Orientales” y el “Protector de los Pueblos Libres” de la gran Liga Federal que formaron las provincias: Oriental, Entre Ríos, Misiones, Córdoba, Santa Fe y Corrientes.
Sobre los últimos momentos de su vida terrenal, recurrimos a documentos oficiales –civiles y eclesiásticos– del Paraguay, con la ayuda de nuestra investigación académica en 1998 que continuamos hasta el 2000. Para ello contamos con el apoyo fundamental de la embajadora del Paraguay, Julia Velillla Nacolich, quien a su vez era doctora en Historia y miembro de la Academia de Historia del Paraguay. También tuvimos el apoyo del nuncio apostólico en Uruguay, el monseñor Francesco de Nittis, que dirigía el “Grupo Diplomático de Oración y Acción” –arzobispo y diplomático de carrera de gran cultura humanística, a quien asesoramos en temas históricos, e integrado el Grupo Diplomático por Embajadores Latinoamericanos– y el secretario general de la ALADI, el embajador Gustavo Moreno, quien era también admirador del Federalismo Artiguista.
Gracias a estos apoyos fundamentales recibimos información muy precisa del Archivo Histórico Nacional de Asunción del Paraguay y del gran Archivo de la Curia, del Arzobispado de Asunción del Paraguay.
Reconocimiento en vida al general Artigas
El Gobierno de Paraguay, presidido por el Dr. Carlos Antonio López (1792-1862), había reconocido ampliamente de forma oficial al general Artigas, nombrando con el grado militar más alto de la República del Paraguay, como “Comandante en Jefe del Ejército del Paraguay” y con el grado de “General en Jefe”. Artigas había agradecido al presidente López el alto cargo y le dijo que por su avanzada edad no podía aceptar tanta responsabilidad. El presidente López entendió al general Artigas, dejando el grado militar más alto de “General en Jefe” y como “Comandante en Jefe Honorario del Ejército de la República del Paraguay”. En conversaciones con allegados, Artigas preveía que en el futuro se vendría un conflicto armado con el Imperio del Brasil, apoyado por potencias europeas, posiblemente contra el Paraguay por la política nacionalista del Paraguay en la economía y la defensa de su legítima soberanía, y con el entono de la familia presidencial de los López. Esta familia lo apreciaba mucho a Artigas y el futuro mayor héroe de Paraguay, el mariscal Francisco Solano López lo visitaba como a un abuelo, cuando tenía él 5 años de edad.
A mediados de 1850, la salud del general Artigas, entonces con 86 años, comenzó a tener mayores dificultades. Su cuerpo vigoroso y muy fuerte había soportado las inclemencias climáticas más duras desde su juventud, de frío y lluvias intensas en el sur, calores sofocantes en regiones cálidas; también la durísima vida militar que llevó de más de 30 años de servicios interrumpidos desde su inicio como miliciano primero y luego como blandengue de represión del contrabando en las fronteras y las guerras coloniales contra portugueses, ingleses, como la guerras por la libertad, contra españoles, porteños y portugueses.
Sus últimos años los pasó rodeado del cariño del pueblo y del Gobierno de Paraguay, siempre acompañado día y noche de sus fieles servidores y compañeros de armas, los sargentos Ansina y Ledesma. Lo acompañó la oración y el rezo del Rosario de la Virgen del Carmen, razón por la cual había fundado el Pueblo de Carmelo en 1816, el mismo año que mandó a construir la actual Catedral de Canelones, dedicada a la “Virgen Santísima” de Guadalupe. Siempre apoyó la construcción de capillas en la Campaña Oriental y la del cuartel general en Purificación, el rezo del Rosario era diario. Él era profundamente devoto y enseñaba el catecismo como lo informan documentos de la Iglesia de Asunción. Los mismos documentos paraguayos eclesiales y civiles afirman de su piedad hacia los más pobres y que era llamado popularmente como el “Padre de los Pobres” y también como el “Bondadoso Señor”, en guaraní “Karai” (señor, cacique, jefe), “Porá” (bueno, hombre bondadoso). Lo mismo decía su hijo del matrimonio con su prima hermana Rafaela Rosalía Villagrán Artigas, fallecida en 1824, el teniente coronel José María Artigas Villagrán, que lo visitó dos veces en Paraguay.
Artigas tendría un hijo con una señora paraguaya, a quien le daría su apellido y este moriría defendiendo a Paraguay en la Guerra de la “Triple Alianza” (1865-1870), al igual que los hijos del sargento Ledesma.
Al agravarse Artigas solicitó la ayuda espiritual para los enfermos prevista por el ritual de la Iglesia católica.
De acuerdo al documento certificado por el arzobispo de Asunción del Paraguay, monseñor Juan Sinforiano Bogarín, varios años después de la muerte de Artigas, se documenta en el archivo de la Curia lo siguiente:
“La Señorita Asunción García me ha reafirmado varios años antes de morir su testimonio presencial:
Cuando la enfermedad de Artigas se agravó, manifestó deseos de recibir los últimos Sacramentos. Entonces la Señora doña Juana Carrillo esposa del Presidente don Carlo Antonio López, mandó a llamar a un miembro de la Familia de Asunción García (familia distinguida y piadosa…) y le entrego el Santo Viático…”.
“Cumplida la orden, el párroco de la Recoleta Pbro. Cornelio Contreras, llevó al General, Su Divina Majestad. En los momentos que el sacerdote iba administrarle el Santo Viático, Artigas quiso levantarse. La encargada del aderezo del Altar dijo que su estado de debilidad le permitía tomar la comunión en la cama, a lo que el General respondió, quiero levantarme para recibir a Su Majestad”.
“Y ayudado por los presentes se levantó y recibió la comunión, quedando muchos circunstantes edificados de la piedad de aquel gran hombre (…)”.
“El General, como lo decía siempre (doña García), después de recibir el viático, había quedado tendido en su pequeño catre de tijera y lonjas de cueros de la semioscuridad, se distinguía el crucifijo colgado sobre la cabeza blanca”.
“Poco después el General, en su último esfuerzo, se había incorporado y abriendo desmesuradamente sus ojos gritó ¡Tráigame mi caballo! Vuelto a caer en la cama cerro sus ojos y murió”.
Testimonio firmado por:
Monseñor Juan Bogarín
Obispo de Asunción
Copia fiel, Archivo de la Curia del Arzobispado de Asunción del Paraguay.
(Monseñor Juan Sinforiano Bogarín, fue nombrado obispo de Asunción en 1887 por el Papa León XIII, luego será nombrado primer arzobispo de Asunción del Paraguay por gestiones del Gobierno paraguayo en conformidad con el Trono Pontificio durante el pontificado del papa León XIII y, en 1895, sumió en gran ceremonia en la Catedral de Asunción donde sus padrinos fueron el señor presidente de la República del Paraguay, general de Brigada, Juan Bautista Egusquiza y su señora esposa, doña Casiana Isasi. Cuando hizo el testimonio a la doña Asunción García fue cuando ella era anciana poco antes de su fallecimiento. Pertenecía a una ilustre familia patricia paraguaya y era amiga de la familia del presidente don Carlos Antonio López y su señora doña Juana Carrillo, cuarenta años después del fallecimiento del general Don José Artigas, información documentada completamente en Asunción del Paraguay. En Archivos de la Iglesia católica y en el riquísimo y patrimonial, Archivo Nacional de Asunción del Paraguay).
El prócer de la Patria Oriental, general don José Artigas, partió rumbo a la inmortalidad de los grandes hombres de la Historia, aquel “23 de setiembre de 1850”; falleció en paz espiritualmente y completamente fiel a sus principios y creencias, por las que luchó toda su vida en beneficio de los más oprimidos y por la libertad de los Pueblos de nuestro Río de la Plata.
*Profesor y Magister en Historia
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