Solo por partir de algún punto, nos referiremos a un editorial de La Nación de Buenos Aires de 2011, sobre el llamado «periodismo militante». El subtítulo contiene esta rotunda afirmación: «Ningún periodista puede militar en otro bando que no sea el de la búsqueda de la verdad y su transmisión a la sociedad». Aunque esto bien puede asimilarse a la conocida respuesta de la dama cortejada: «a cuántas le dirá lo mismo…». Sin entrar en el complejo y pilatuno asunto de qué es la verdad (aunque aquí se trate tímidamente de su búsqueda), ¿se puede exigir objetividad periodística cuando ni siquiera los que fungen como historiadores la tienen? Pero no nos metamos con los historiadores. Para eso está la salerosa malagueña doña María Elvira Roca Barea, que tiene a mal traer a más de uno, desmontando la leyenda negra anticatólica y por ende antiespañola.
El editorial de marras es incuestionablemente correcto: debe estar bien establecido dentro de cada medio qué es información y qué es opinión. Así, los editoriales, los artículos de opinión y los espacios de los columnistas no ocultan su subjetividad. ¿Y el resto?
El periodista, académico y ensayista colombiano Omar Rincón, dice que mientras no se oculte la militancia, bajo el manto de verdad, objetividad, calidad, libertad de expresión, democracia, no hay inconveniente. Es más, que todo periodismo debe ser militante así todos sabríamos desde dónde habla o escribe. Sería muy bueno ver cada noche, sugiere, algo así como «bienvenidos a la información anti-k», «buenas noches a las noticias en perspectiva k…». Y no estaría mal, solo tendríamos que tener la grilla a mano para saber la hora en la que oiremos lo que queremos oír…
Distinto es cuando los periodistas trabajan en medios oficiales: los canales de TV de las Intendencias o del Gobierno, que muchas veces se transforman en agencias de colocaciones para operadores políticos travestidos de periodistas para actuar a favor -o en contra- del circunstancial partido gobernante.
En ese sentido, el director del Secan, Gerardo Sotelo, declaraba a La Mañana el 25/11/2020 que en los medios estatales estos casos son «excepcionales, muy poquitos […]El periodismo militante, sencillamente, no existe […] se llama, lisa y llanamente, propaganda».Pero se trata de «dos o tres casos».
Realismo mágico
La expresión periodismo militante fue acuñada por García Márquez y así se titula su libro publicado a fines de los ’70. La idea del escritor colombiano, era sencilla: se puede estar del lado del pueblo o de la oligarquía. El periodista militante elige estar del lado del pueblo. Una vez asumido que se está del lado bueno de la historia, se adquiere un estado de espíritu que hace posible escribir sin ruborizarse: «La cruda verdad, señores y señoras, es que en la Cuba de hoy no hay […] prostitución […] ni privilegios individuales, ni represión policial […] ni nadie que no tenga la posibilidad de hacer valer [sus] derechos mediante mecanismos de protesta y reclamo…». Y agregar, además, que no se lo contaron sino que él lo vio.
Pero inventar la expresión no significa inventar el hecho en sí. Y para no herir la sensibilidad de admiradores del realismo mágico pondremos un ejemplo local.
La Pluma
La revista La Pluma (1927-1931) fue fundada y dirigida por Alberto Zum Felde y Álvaro A. Araújo, siendo Orsini Bertani su editor.
En su número inicial anunciaba que «No viene a ejercer propaganda doctrinaria aunque tiene sus opiniones definidas y se reserva el derecho de formular sus juicios».
Hacia 1929 se vendía en «la Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, Brasil, San Salvador, Costa Rica, Rep. Dominicana, México. EE.UU. de N. América y España». Si bien, ni San Salvador es un país, ni existe un Estados Unidos de N. América, igual se entiende. De todas formas parecería que la denominación que la revista adjudica al país del Norte tiene cierta carga ideológica. Algo así como que América es mucho más que los EE.UU, lo cual es cierto, pero cada estado tiene el derecho de autodenominarse como quiera (o pueda).
Dentro de esa suerte de confusión geográfica, también la publicación llama a la entonces URSS con el apelativo de Rusia. Y la URSS también era mucho más que Rusia…
Veamos un ejemplo en La Pluma de abril de 1929. Bajo el título Las universidades obreras en Rusia, celebra la creación de estos institutos gratuitos a los que podrán concurrir los «delegados por las uniones gremiales, por los comités de las fábricas, por las secciones del partido en las aldeas y los comités ejecutivos rurales, departamentales y provinciales». Como se entiende, todos los beneficiarios, eran propuestos por el partido comunista soviético.
A continuación, la nota señala los principios en que se basa la «educación», entre los cuales: «el desarrollo de las facultades dialécticas de la inteligencia y de la forma materialista de la comprensión». Más claro, échele vodka.
Esta apología de la Revolución de Octubre, no es una excepción. Basta revisar cualquier otro ejemplar de la revista para encontrar notas similares sin firma de autor.
También dedica unas líneas a los EE.UU de «N. América». La página 161 nos informa que el estado de Arkansas prohibió la enseñanza de la Teoría de Darwin en la escuela. «Pero en compensación se distribuyeron 76 millones de biblias». Y que Vanzetti es inocente según demuestra la revista The Outlook Magazine. Como no tiene más novedades, ya que solo han pasado cuatro meses del 1929, se remite a lo que califica como los «acontecimientos más importantes de 1928». Así, menciona que en Colorado la policía reprimió a trabajadores; el arresto de diecinueve estudiantes de la Universidad de Yale; que al señor Smith, presidente la Asociación Atea lo condenaron a veintiséis días de cárcel por «hablar contra la ley antiabolicionista».
Contemporáneamente Zum Felde escribe: «el capital de los Estados Unidos ha conquistado una gran parte de esta América, y prosigue la conquista del resto. Hay países enteros -de soberanía más nominal que efectiva- que están en manos de las grandes empresas yankis, y cuya política interna y externa, es manejada desde las oficinas de Wall Street».
La prueba de ese aserto está en la página 159 de la revista que comentamos: totalmente ocupada por un aviso de la General Motors para sus productos Cadillac, La Salle, Vauxhall, Buick, Oldsmobile, Pontiac y Chevrolet.
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