El 1° de marzo de este difícil 2020, mientras el candidato de la coalición republicana se transformaba en presidente de todos los uruguayos, en otros lados se recordaban los 210 años del nacimiento de Federico Chopin en la pequeña aldea polaca de Żelazowa Wola. Entre ellos, en un pintoresco pueblecito mallorquín llamado Valldemossa. Allí sobrevivió Chopin un invierno en compañía de George Sand.
Amantine Aurore Lucile Dupin tuvo una vida intensa tanto en su producción literaria como amorosa. Más conocida por su seudónimo de George Sand, no sorprende que en Historia de mi vida, obraescrita en 1855, considerara necesario aclarar: «aquellos amigos míos que no encuentren sus nombres en las páginas de esta historia no crean que los he olvidado». Solo como muestra va un somero detalle hasta Chopin, el último de esta lista, aunque no de la de ella. Casada con François Casimir Dudevant tendrá dos hijos: Maurice (1823) y Solange (1828). El matrimonio se separará en 1830.
En París, conocerá al escritor y periodista Jules Sandeau -que inspira su seudónimo- y después se relacionará con Prosper Mérimée, la actriz Marie Doval -con la que mantiene una dangereuse amitié– Alfred de Musset (1833-35), el abogado y político Michel de Bourges -a quien acude para gestionar el divorcio de Dudevant-, Félicien Mallefille -preceptor de su hijo Maurice-, el poeta Charles Didier, el actor Pierre Bocage. En 1836, Franz Liszt le presenta a Chopin, con quien comienza su romance a mediados de 1838. Con Chopin mantendrá una larga vinculación amorosa que devendrá en lo que ella llama una «dedicación maternal».
De repente, en el invierno
Es sabido que Chopin tuvo siempre problemas de salud, pero el hijo de Amantine sufría de reumatismo de modo que le recomendaron un viaje a un clima más benéfico donde pasar el invierno. Amigos comunes le sugieren que Chopin los acompañe. Ella duda. «Ya era suficiente irme sola al extranjero con dos niños, uno enfermo…», escribe en sus memorias. Pero el médico le aseguró que Chopin estaba saludable. Además, París estaba poniéndose incómoda y Mallefille pesado, celando la novel relación de Amantine con Chopin. Ella sale primero con sus hijos. Se encuentran en Perpignan, de ahí a Barcelona y de Barcelona a Palma de Mallorca donde arriban el 8 de noviembre de 1838.
Como suele suceder, al principio las cosas rodaban bien, al auspicio de un tiempo benévolo. Pero, dice Amantine en Un invierno en Mallorca:«de repente, después de unas noches tan serenas, empezó a diluviar […] dos meses de diluvio» y todo cambió. En Un invierno…, la autora cuenta su visión de la experiencia mallorquina y como de habitual, lo hace desde la perspectiva de un narrador masculino. Es el relato de un hombre que viaja con sus dos hijos, y un amigo. Las menciones que hace de Chopin se limitan a: «uno de nosotros», «el otro», «el amigo enfermo», «nuestro enfermo». El libro está dedicado a expresar el desagrado de la autora por el trato recibido por parte de los lugareños con términos sumamente despectivos.
Estos buenos campesinos no estaban acostumbrados a recibir personajes tan extraños como esta mujer y su hija vestidas de hombre, que fumaba en pipa, acompañada de un enfermo de etiología desconocida, y que para colmo de males no iban a misa.
Cuando el mal de Chopin se agrava es revisado por tres médicos. «El primero dijo que yo iba a reventar, el segundo, que estaba reventando, el último, que había reventado ya», escribe el genial compositor a su editor.
Los facultativos diagnostican tuberculosis y el arrendador de la finca donde estaban albergados exige que la abandonen. El hombre no hacía sino cumplir una legislación, de 1755, regulatoria de las medidas a adoptar en estos casos: quemar todo, ropas, sábanas, muebles… Cuenta, que por supuesto, les pasó a los desalojados, aunque estos se llevaron las sábanas.
Al fin, terminan arrendando dos celdas en un antiguo monasterio en la localidad de Valldemossa, actualmente transformado en museo: la Real Cartuja de Valldemossa.
En la celda
«Cartuja», deriva del sitio de Francia donde se instaló esta Orden por primera vez: Saint-Pierre-de-Chartreuse- , fundada por San Bruno en 1084. El monasterio de Valldemossa data de 1399. A principios del siglo XIX se le habían hecho varias reformas y anexado una iglesia. Hacia1835 el gobierno español expropia la Cartuja y expulsa a los monjes. Este proceso anticlerical -de inicio muy anterior- se conoce con el nombre de «desamortización». En esa época Juan Álvarez Méndez -que cambió su segundo apellido por el de Mendizábal- circunstancialmente en el gobierno, impulsó la expropiación de las tierras de la Iglesia y su venta en subasta pública. La intención manifestada era permitir a los campesinos el acceso a la propiedad. En la realidad, los bienes expropiados a la Iglesia, terminaron en manos de la alta burguesía.
En ese contexto, Amantine y Chopin se instalaron en la Cartuja, donde vivieron el resto de su experiencia mallorquina. Chopin compuso la mayor parte de sus Preludios y Amantine escribió también la mayor parte de su novela Spiridion.
«Cartuja», deriva del sitio de Francia donde se instaló esta Orden por primera vez: Saint-Pierre-de-Chartreuse.
Para ella la experiencia es negativa. «El pobre gran artista era un enfermo detestable», escribe en sus memorias. Además, Chopin le resultaba demasiado católico.
El piano Pleyel encargado demora una eternidad en llegar. Mientras, Chopin había alquilado uno «que le irrita más que lo alivia». Cuando después de una larga gestión se logra sacar el piano de la aduana ya la situación era insostenible. Chopin deliraba y tenía alucinaciones. «El claustro estaba para él poblado de terrores y de fantasmas».
«Nuestra permanencia en la Cartuja fue un suplicio para mí y un tormento para él».
Amantine entiende que ya es hora de partir. Chopin muere en 1849. Ella lo cuidará siete años y lo sobrevivirá veintisiete.
Pero el insigne compositor tiene su corazón en un pilar de la iglesia de la Santa Cruz en Varsovia. Allí está, conservado en cognac. Había pedido que antes de su entierro le extrajeran el corazón. Su médico, el anatomista Jean Cruveilhier, una eminencia en la época, cumplió su deseo. Será la hermana del artista quien se hará cargo del traslado hasta su sitio. Al abrigo de la Iglesia, el corazón de Chopin, vive y late en el alma de la nación polaca.
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