¿Una de las preguntas más frecuentes que me hacen es “si siempre fui gardeliano o si esa pasión la heredé de mi padre?”; y se sorprenden con la respuesta: que me convertí en fan de Gardel en los últimos 10 años, cuando leí y conocí más su historia. Siempre había admirado a Gardel, pero realmente no me podía considerar gardeliano. Creo que esta postura de admiración hacia una persona, se debe a las diferentes vivencias que a cada quien le han tocado como suerte en la vida, y esto varía según la época. Sabemos que Argentina es un país que despierta todos los sentimientos, desde el amor al odio en un cerrar o abrir de ojos, y siempre existe una persona en el medio de la polémica; polémicas muy propias de los argentinos que se suceden desde hace varias décadas, por no decir desde siempre. Pero lo asombroso es que Gardel no tuviera detractores y que nadie arrastra temas pendientes contra él.
Existen distintos atractivos por el cual una persona pueda ser fan o admiradora de uno u otro personaje. Entiendo que en el caso de aquellos que compartieron su tiempo con el de Gardel, siendo este la expresión del éxito por excelencia, fuera fácil que se sintieran gardelianos, sobre todo en una época en la que Buenos Aires era un crisol de razas. En muchos casos, se sintieron identificados con él y vivieron su éxito como propio.
Y la generación que los sucedió recibió el recuerdo de la admiración y el cariño que el incomparable cantor generó en sus padres o abuelos.
Pero las nuevas generaciones, lejos ya de quienes vivieron su momento y se llevaron con ellos el recuerdo de su voz y su carisma, habiendo perdido la trasferencia directa del deslumbramiento de sus predecesores, perciben las razones de ese fenómeno no solo a través de sus interpretaciones, que son excepcionales, sino en el análisis de su vida y trayectoria, en la que descubren ese intransferible encanto, esa mágica esencia que los hace enorgullecerse de un compatriota que trascendió las fronteras de su patria y los define como gardelianos.
Esto fue lo que me sucedió cuando comencé a estudiar su meteórica vida artística, logros que en tan solo 21 años, nos marcaron hasta nuestros días; desde la búsqueda de la etimología de las famosas frases que utilizaron varias generaciones: “Sos Gardel”, o “andá a cantarle a Gardel” y “¿te crees que sos Gardel?”, que muchas veces escuchamos sin saber todo lo que esto conlleva, una meteórica carrera que lo llevó a convertirse en el más exitoso sudaméricano de la época en el mundo occidental.
Les voy a contar la historia de por qué Gardel es “GARDEL”, basándome en los hechos, que lo hicieron ser quien fue, sin el agregado de los condimentos que el cariño puede otorgar a otra persona por simpatía; simplemente para que la próxima vez que les pregunten sobre Gardel, puedan responder utilizando argumentos basados en los hechos históricos que lo construyeron y le otorgaron la calidad de mito, y comprender por qué a 88 años de su desaparición física, hoy millones de gardelianos en todo el mundo seguimos hablando y escuchando a Carlos Gardel.
Primeros pasos
Tras su llegada a Buenos Aires, aquel niño morocho creció en un ambiente humilde de la Ciudad de Buenos Aires, en su adolescencia frecuenta los bares y teatros mezclándose con payadores que tuvieron gran influencia en su estilo y en la elección de su repertorio criollo, y también, ocasionalmente con amistades no muy santas que le ocasionaron dificultades con la Policía.
Comenzó su carrera artística dándose a conocer por la zona del Abasto, La Boca, Avellaneda y Constitución. Gracias a su talento natural, sumado a su afán por aprender y a su trabajo constante, y después de haber probado suerte en diferentes agrupaciones, consolidó su unión con José Razzano a fines del año 1913, cuando se dieron a conocer como “EL Dúo Gardel-Razzano”. Ambos obtuvieron un gran éxito desde sus comienzos con un repertorio original de canciones criollas, tomando poemas gauchescos de otros autores a los que añadían una melodía de su propia inspiración, presentando sus canciones en sainetes criollos que luego fueron clásicos del teatro rioplatense, o durante los intervalos, en las proyecciones de las películas mudas. Años más tarde, iniciaron sus primeras giras oficiales por Uruguay y Brasil, cosechando gran éxito como embajadores artísticos de la revolución intelectual que se estaba gestando en el Río de La Plata.
Para contextualizar esta historia es imprescindible saber que, hacía muy pocos años que se habían inventado los sistemas de grabación, siendo el disco quién ganaría esta carrera tecnológica, donde Gardel ve una oportunidad en su carrera.
El 9 de abril de 1917, Gardel inició su serie discográfica en Odeón y lo hizo grabando en los viejos estudios de Cangallo (hoy Pte. Perón), casi Callao; el disco permitiría que la gente dejara entrar a Gardel a su casa. Las primeras grabaciones salieron a la venta al año siguiente. La inclusión de su primer tango “Mi noche triste” sentó las bases para un nuevo género musical, “el tango canción”. Ese tango nación de la fusión de la música del tango “Lita” de Samuel Castriota, con los versos del poema “Percanta que me amuraste”, escritos por Pascual Contursi. Con la voz de Gardel, se sentaron las bases del nuevo género. Sin darse cuenta había comenzado una revolución artística en Buenos Aires.
En una nota realizada en Madrid, el 1 de enero de 1929 Gardeldecía: “El tango-canción es casi reciente. Es netamente porteño —es decir, de Buenos Aires— y ¿quién sino yo iba a ser el primero en cantarlo? …—¿Tú el primero? ¿Qué edad tienes entonces? —Yo, amigo… No soy tan joven… ¡Bah! Ni tan viejo tampoco… Tengo más de diez y no he llegado a los ochenta… ¡Qué esperanza!… Yo soy, sí, el creador del tango, de esa canción que apasiona a mi tierra y que aquí tanto gusta. Mi triunfo y mi popularidad hicieron salir miles de cantores nuevos. Pero “compadre”, soy un punto alto de matar, y no me entrego “así nomás”. ¡Qué diría mi viejita, mi madre, si le mataran “el punto” a “su Carlitos” ¡No, no! Es cuestión de amor propio ¿sabés? Primero yo, mientras pueda, y aunque ya no pudiese más, siempre me quedaría algo para cantarle a esa viejita que está allá, en Buenos Aires…”.
En el año 1919, “El Dúo Gardel-Razzano” estaba en pleno apogeo. Argentina convalidaba esta nueva cultura, el trabajo incansable rendía sus frutos y las giras al interior del país, imponían los “Discos Nacional Odeón”. A medida que la fama del dúo iba en aumento, el tango se enseñoreaba en la garganta de Gardel junto a las canciones criollas. El dúo contribuía así a la consolidación de una naciente identidad en la nueva Argentina.
En 1920 se producen dos hechos significativos en su vida, comprende la necesidad de profesionalizarse y es así que tomas clases de canto, hecho que le será reconocido rápidamente por la prensa de la época. Y tras años de vivir en el país, inicia el proceso de regularización de sus documentos de identidad, solicitando y obteniendo su primera Cédula de Identidad argentina en 1920; y tras cumplir con normas de residencia en 1923 se le concedió la ciudadanía definitiva y obteniendo sus primeros documentos como argentino naturalizado, la libreta cívica y el tan apreciado pasaporte. Ese mismo año, junto con Razzano, salen a conquistar Europa, para actuar en España, como representantes de una identidad netamente rioplatense, quienes fueron homenajeados personalmente por miembros de la Corona Española, así como por otras importantes personas hispanas, como Jacinto Benavente.
El 30 septiembre de 1925 debuta en la radio, LOW ubicada en los altos del teatro Splendid, Santa Fe 1860 (luego se le denominará LR 4 Radio Splendid). Tas la aparición de la radio, tal como había ocurrido con el disco, los artistas veían peligrar sus trabajos, para Gardel las nuevas tecnologías le brindaban una nueva oportunidad de llegar con su arte a mayor cantidad de público.
Gardel solista
En 1925, por problemas en la voz de Razzano el Dúo se disuelve, comenzando una nueva etapa, la de solista, Gardel realiza nuevamente una gira en España, como cantor solista con rotundo éxito; su carrera seguía creciendo, grabando su primera serie de discos en el viejo continente.
En 1928, debutó en París, la gran vidriera del mundo, con unánime elogio del público y la crítica parisina. Su nombre estaba en las más importantes carteleras de París y “su” tango conquista a los franceses desde el “Florida”, de la Rue Clichy, de Montmartre; desde el Casino de Cannes o desde el famoso Music-Hall “Empire”, en el corazón del luminoso París; dándole al cantor una proyección internacional que se mantiene hasta hoy. La fama alcanzada en París avivaba emociones contenidas de inmigrantes que habían venido a nuestra tierra buscando el éxito y despertaba en los criollos el orgullo de pertenecer a esta incipiente comunidad. Y siendo París la vidriera cultural del mundo y Gardel uno de sus más importantes artistas, la clase alta argentina comenzó a ver al tango con buenos ojos y al adoptarlo multiplicó los espacios tangueros en Buenos Aires. Sin haberlo buscado, Gardel fue quien unió a todos bajo una cultura común, hecho trascendental para el desarrollo de cualquier nación.
La tecnología sigue avanzando y el film sonoro le ofrece una nueva oportunidad. Para llegar desde la pantalla grande a miles de personas, tras dos años de intentar entrar el mundo del cine, firma un convenio el 1 de octubre de 1930, junto a José Razzano y Francisco Canaro, para constituir una sociedad denominada “Unión Argentina, Sociedad Difusora de Obras Musicales y Cinematográficas”. Días más tarde Gardel comienza su producción filmando lo que conocemos como los cortos, llamados “films con Sketch” o “encuadres musicales”, algunos de ellos con una breve introducción, que en todos los casos evidenciaban el orgullo de trabajar enfatizando nuestra identidad, siendo éstos los primeros videos clips de la historia. Gardel filmó una serie de 15 cortometrajes, dirigidos por Eduardo Morera, pero durante su procesamiento se perdieron cinco, quedando 10 para su exhibición; tras la aparición hace unos años de “El Quinielero”, el número once, se habrían perdido cuatro de ellos.
Gardel pretendía utilizar estas filmaciones para promocionar no solo sus canciones sino su potencial en la actuación. Pero en comparación con ciertos avances estéticos y técnicos generados durante el período silente, los cortos implicaron un retroceso a la linealidad, por la rigidez de la cámara, la luz plana y la interpretación teatral provenientes del modo de representación primitivo o teatral.
Él sabía que su futuro estaba en Europa. De Caro recordaría un paseo nocturno con Gardel, después de la actuación de su orquesta en el Empire en la Costa Azul. Cuando se dieron la mano para despedirse, Gardel le dijo (según recuerda de Caro): “No te vayas, Julio. Mirá, Buenos Aires es una gran ciudad. Yo siempre añoro tanto esas calles, los amigos, las carreras…, pero en verdad, cuando me encuentro en ella me dan deseos de volverme, de irme lejos… El público nos quiere mucho, pero se hace muy cuesta arriba quedarse en Buenos Aires para ganarse el pan. No te vayas, quédate aquí y volvé a Buenos Aires de cuando en cuando, como hago yo”. Julio de Caro grabó esta conversación en la memoria, parece obvio que Gardel admitía conscientemente que la Argentina ya no era el centro de su vida y su actividad profesional. Era una confesión reveladora.
Gardel había consolidado su fama en el viejo continente, se había convertido en el artista más importante del music hall francés, por ende, del mundo occidental. Es así que, en 1930, la BBC inglesa lanzó la segunda transmisión televisiva de la historia, tras la norteamericana, utilizando para este trascendental evento la voz de Gardel, iniciando dicha emisión con su tema “El carretero”.
Largometrajes
Desde su llegada a Francia, Gardel se vincula con los más importantes personajes internacionales que vacacionaban en la Costa Azul. El éxito alcanzado en los primeros meses de 1931, sus actuaciones en el Palacio del Mediterráneo de Niza, el haber compartido cartel con la famosa Mistinguett y el haber conocido y tratado personalmente a Charles Chaplin –el actor más importante de la época–, en una reunión intima de 40 invitados en vísperas de su cumpleaños –con quien fue profundamente fotografiado, fotos que aparecerían al día siguiente en la prensa francesa–, seguramente motivó a los directores de la famosa empresa cinematográfica Paramount. Catorce días después del evento, el 1 de mayo, firmó el tan esperado contrato para participar en la película “Las Luces de Buenos Aires”, su primer largometraje sonoro.
El éxito de esta primera producción hizo que los directivos de la Paramount francesa entendieran que habían cometido un error al no darle a Gardel el papel protagónico, hecho que subsanaron en las siguientes producciones. Gardel había comprendido que una buena película nacía de un buen guion, y es así que se une al equipo Alfredo Lepera, un periodista brasileño que vivió toda su vida en Buenos Aires, y se encontraba trabajando en París, el candidato perfecto, porque conocía todas las costumbres porteñas, ejes de las películas que querían filmar.
En 1932, tres films se irán sucediendo: “Espérame”, “La casa es seria” y “Melodía de Arrabal”, con un éxito arrollador.
El público solicita que se retrocedan las partes cantadas, para volver a verlas varias veces, algo inédito en la historia del cine. Lo mismo ocurría tanto en las salas de cine de Argentina y Uruguay, como en España, Estados Unidos y en el resto de Latinoamérica.
En septiembre se realiza la primera transmisión televisiva de prueba en Argentina con la proyección del cortometraje “Viejo smoking”, protagonizado por Gardel.
En 1933 realiza una nueva hazaña, la primera grabación en discos a dúo consigo mismo, un adelanto tecnológico que él inauguraría.
A fines de 1933 viaja a Nueva York contratado por la cadena NBC, para realizar unas audiciones radiales debutando el 31 de diciembre en la cadena N.B.C. El éxito fue rotundo, sus actuaciones para la cadena fueron un auténtico suceso.
El 5 marzo de 1934 logra concretar un nuevo avance tecnológico, desde New York suma su voz al acompañamiento de sus guitarristas que tocan en Buenos Aires, primera emisión en directo y simultánea que se podía oír de una punta a otra de América que constituye un hito de las comunicaciones.
El 20 de marzo de 1934 firma nuevamente contrato con los Estudios Paramount americanos, para la realización de dos películas con opción a cuatro más y obtiene una participación en las ganancias de las exhibiciones, algo que nunca antes había sido concedido a un cantante. Con este contrato se convirtió en el artista extranjero mejor pago de ese momento.
Empresario
Con el adelanto, el 24 de abril crea “Exito Productions”, su propia productora, para tener el control de la producción de sus películas. Gardel era muy exigente y obsesivo con Le Pera al momento de escribir los guiones y las letras de las canciones, y es importante consignar que tenía la decisión final sobre los argumentos y las letras de las canciones, que ejercía con mano de hierro. Terig Tucci, director musical quien trabajaba en ese momento en la NBC, se sumó al equipo, siendo quien ayudó a Gardel a componer la música para las canciones de las películas neoyorquinas. Aunque Le Pera era el redactor de esos guiones, los discutían entre varios, incluyendo a Gardel quien exigía que las historias de los guiones se le adecuaran. También de esta forma obtendría el financiamiento y algunos de sus principales inversores fueron Western Electric, el empresario amigo de Gardel Mr. Wakefield y la mismísima Paramount a través de sus directores, y se aseguró de que Paramount siguiera distribuyendo sus películas. A partir de este hecho Gardel se consagraría como empresario. Ya no cabía duda que tendría el control sobre las historias y principalmente sobre lo que deseaba proyectar de su figura.
Las cinco películas que llegó a filmar en Nueva York tuvieron un éxito impresionante en todos los lugares de EE.UU., Europa y Latinoamérica. El fervor era tal que el público que colmaba las funciones obligaba en muchos casos a retroceder la cinta para volver a escucharlo cantar. Eddie Cantor, Bing Crosby y Al Johnson, los tres más importantes cantantes norteamericanos de esa época, tuvieron palabras elogiosas sobre su canto e interpretación.
Entre abril y junio de 1935 realiza su primera gira internacional por Latinoamérica, utilizando barcos y aviones para desplazarse. Obtiene un éxito sin precedentes, actúa ante audiencias masivas, anticipándose al fervor colectivo que despertarían los Beatles en los años ‘60.
El 24 de junio, en la plenitud de su carrera, falleció en un accidente aéreo en Medellín, Colombia. El culto hacia su figura, en vez de olvidarse, cobraría más fuerza con el paso de los años, seguramente ayudado por el vínculo que existe entre el tango y Gardel, siendo este parte del binomio perfecto,“Gardel le dio al tango, lo que el tango denota como identidad”. Hoy existen millones de admiradores de todas partes del planeta que cuando hablan de tango piensan inexorablemente en Gardel.
Legado
Se han publicado cientos de libros en todos los idiomas dedicados a su arte y a su biografía, y está entre las figuras de la música popular más estudiadas. Existen alrededor de 17 millones de referencias suyas en internet.
Estableció el récord jamás superado de nueve películas filmadas en castellano por la industria europea y norteamericana en una época en la que ni siquiera existían los subtítulos o el doblaje. Películas que hoy son de culto y que sirvieron de inspiración a varias generaciones de directores y actores de talla internacional.
Dejó más de 1500 temas grabados, 900 publicados, otro récord impresionante si tenemos en cuenta lo complicado que era grabar en la época. Cada una de esas grabaciones se consideran de culto debido a su irrepetible calidad, incluso aquellas tomas que en su día fueron descartadas por el exigente cantor.
Además de ser un enorme cantante y actor, Gardel fue un compositor de primera línea. Compuso la melodía de “El día que me quieras”, considerada la mejor canción romántica de todos los tiempos cantada en español y una de las más versionadas. Composiciones como “Por una cabeza”, “Volver”, “Lejana tierra mía” y tantas otras que son de su autoría constituyen referentes universales.
Introdujo técnicas de canto y de composición que fueron fuente infinita de inspiración para millones de cantantes, algunos de gran relevancia como Bing Crosby, Frank Sinatra, Enrique Carreras, Joan Manuel Serrat y muchos más.
En 2003 la UNESCO incorporó al Programa Memoria del Mundo de la UNESCO la voz de Gardel y toda su obra, como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Voz que es considerada entre las mejores de todos los tiempos, a la par de la de otros como Enrico Caruso, María Callas y Edith Piaf.
Fue amigo de Charles Chaplin, Lucienne Boyer, la Mistinguett y Maurice Chevalier. Todos alababan su arte y por ello se convirtió rápidamente en el argentino más famoso en Francia. Gracias a su carisma y profesionalismo fue difundida la música popular argentina y con ella nuestra propia cultura e identidad. Gardel se transformó, como dijo alguna vez el periodista Roberto Casinelli, en “nuestro mejor embajador a nivel mundial”.
Gardel es uno de los artistas y por qué no, empresarios más importantes que tuvo y sigue teniendo la Argentina. Hay un antes y un después de su éxito, ya que fue el primero que llevó la música, identidad y cultura rioplatense a todo el mundo, otorgando el sentimiento de orgullo de pertenencia a una sociedad, allanó el camino a quienes lo sucedieron. Las limitaciones que el país ofrecía no fueron un freno para él, solo hicieron que evaluara sus opciones, pero siempre manteniendo su identidad, aquella que le había otorgado el éxito. Después de su trágica muerte, todos siguieron deseando ser Gardel y preservar su permanencia como mito, o algo místico.
A lo largo de estos 88 años que nos separan de su desaparición física, miles de grandes artistas de todos los rincones del planeta se han sentido encumbrados y se han confesados públicamente gardelianos, catapultando nuestra identidad.
Después de lo expresado, creo es fácil entender que alguien pueda sentirse fan de este ejemplo de tenacidad, constancia y orgullo para todo el Río de la Plata y el mundo hispano.
Si hoy en las calles escuchás que te dicen: “Sos Gardel”, sentite feliz, sabiendo que es el elogio más formidable que alguien te puede otorgar.
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