Por qué soy cristiano. Teoría de la doble verdad. José Antonio Marina. ANAGRAMA, 152 págs., 2005.
José Antonio Marina, filósofo y pedagogo español (1939), ha dedicado gran parte de sus esfuerzos en la defensa de un nuevo pacto educativo que salve a las nuevas generaciones del desastre, al estudio de la inteligencia (que comienza en el campo de la neurología y concluye en la ética) y a los mecanismos de la creatividad artística, científica y económica.
En Por qué soy cristiano, con estilo casi coloquial, expone su visión personal del cristianismo y de la enérgica figura de Jesús, defiende la teoría anticipada en Averroes de la doble verdad, distinguiendo las basadas en evidencias intersubjetivas y las que provienen de evidencias privadas y manifiesta: “los integristas trasvasan sus verdades privadas al ámbito público. Es el problema al que nos enfrentamos”.
“Hace años, Bertrand Russell escribió un libro con un título exactamente contrario al mío: Por qué no soy cristiano. “Es una obra lúcida e irónica con la que estoy fundamentalmente de acuerdo. Lo que sucede es que, al hablar del cristianismo, él y yo hablamos de cosas distintas”. A continuación, explora la caudalosa corriente de la experiencia cristiana, que tiene su origen en un enigmático judío que vivió hace veinte siglos. Los seguidores de Jesús de Nazaret tuvieron que enfrentarse con el complejo mundo helenístico, y elegir entre una interpretación “gnóstica”, filosófica, y una interpretación moral, entre una concepción carismática y otra institucional. De esas decisiones deriva parte de nuestra cultura.
Jesús proporciona una interpretación de Dios, de la dimensión divina de la realidad … Dice que el Absoluto no se le puede conocer, pero se lo puede realizar. Dios es acción creadora (bondadosa) y quien realiza esa creación participa de Dios, colabora con Él, se convierte en su providencia y ayuda a la implantación del Reino. El bien –por ser divino– es todopoderoso.
“Además, propone un método. Buscar la justicia es buscar a Dios. ¿Y cómo se puede buscar la justicia? La tradición cristiana siempre respetó la inteligencia. Es ella la que tiene que ocuparse de hacerlo…la búsqueda de Dios –precepto religioso– se transforma en búsqueda de la justicia –precepto ético”.
Una visión personal de la experiencia sacra que nos interpela.
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