Un libro que busca poner información donde la desinformación repetida mil veces muestra lo que no fue; anécdotas sobre lugares, tangos y algo de boxeo, todo vinculado a Pocitos. Y una colección de primus con un restaurante que ofrece un show de tangos.
Aldo Mazzoni Rivas vive en Pocitos, su familia llegó a la zona en 1871, por lo que su arraigo no se cuestiona. Por ese sentido de pertenencia siempre se interesó en los temas del barrio y su historia.
Ese interés lo llevó a escribir, junto con Jorge Sánchez Piñón, un libro que tiene a Pocitos como protagonista y cuyo título es De Pocitos a Buenos Aires. De A media luz a Garufa. El libro nace también de la investigación que Mazzoni realizó sobre La Mondiola y el tango “Garufa”, e implicó una investigación profunda que los llevó a “descubrir una serie de mitos sobre los tangos ‘Garufa’ y ‘A media luz’, vinculados al barrio”.
“El libro comenzó siendo sobre todo Pocitos, pero nos dimos cuenta de que la música y otros enlaces sobre esos dos tangos eran suficientes para centrar allí el trabajo con mucha historia e investigación”, contó.
El deseo de hacer el libro tiene años, pero su concreción es mucho más reciente: “Cuando Jorge [Sánchez] me regaló una obra sobre la historia de los barrios en Montevideo, en el que aparece mucha información sobre los remates de Piria y otros rematadores, es que comenzamos a darle estructura al libro”, que fue publicado en 2020, “en plena pandemia y es el primero de una serie” en la que están trabajando.
El título hace referencia a Pocitos y también a Buenos Aires porque tiene un contenido musical importante, particularmente de los tangos que “se escribían acá para ser escuchados en Argentina y no en Uruguay, porque el gran mercado tanguero estaba en Argentina”, al punto que “desde Buenos Aires venía a Montevideo el dueño de la editorial musical Perrotti, que vendía las partituras, y se sentaba en una mesa en el café Tupí Nambá acompañado del más prestigios crítico teatral, Bebón Blixen, que además era íntimo amigo de Carlos Gardel, donde la gente se acercaba a presentarles tangos” que ellos evaluaban.
En ese contexto surgieron títulos y letras históricas. “Por ejemplo, el tango ‘A media luz’ lo escucharon y firmaron en una hoja membretada del café por las mil primeras partituras por cincuenta pesos”. Otro hecho anecdótico es que “nunca autorizaron a Gardel grabar el tango ‘Garufa’, a pesar de que el cantante lo pedía, porque los autores tenían un arreglo con Rosita Quiroga para que ella estrenara los tangos que ellos hacían. Recién se conoció una versión de Gardel cuando pasaron muchos años y ya había fallecido”.
El libro abarca desde los inicios del tango hasta la grabación de “Garufa”, en 1927. Con casi 200 páginas, comienza con una introducción sobre el tango y la creación de esas piezas que mantienen vigencia hasta el presente y siguen captando la atracción de la gente. Una segunda parte hace una “recapitulación de cómo se llegó a la grabación de ‘A media luz’ y ‘Garufa’, con otros tangos que van surgiendo en el medio, de los mismos autores y situaciones del Uruguay de la época. Todas historias enrabadas con Pocitos y cómo era el Uruguay de ese momento, sus teatros y obras”.
Documentación que refuta afirmaciones irreales
El libro muestra planos originales que Mazzoni tiene en su poder como coleccionista, un material que resulta curioso, interesante e inédito. “Está todo documentado, todo lo que dice el libro tiene el documento que lo avala”, incluso rebatiendo afirmaciones que se repiten sin fundamento.
De esas afirmaciones el entrevistado menciona que el famoso “barrio La Mondiola, que aparece en el tango ‘Garufa’ cuando dice ‘del barrio La Mondiola sos el más rana’. Ese barrio nunca existió. Los tangos cuentan una ficción, y La Mondiola se llamaba el rancho de la Troupe Ateniense en la calle Torata frente a la rambla Pocitos. Sin embargo, ahora hay gente que le pone límites al barrio La Mondiola cuando no existió. No hay un solo documento que diga lo contrario, el barrio se llamaba Costa del Mar y fue fundado por Piria en 1908 en un remate”.
Para ubicarnos en el momento, hay que pensar que “la Troupe Ateniense tenía una popularidad infinita, llenaban teatros en Argentina e iban a la playa Pocitos, y de allá venían Enrique Discépolo, Tania, Tita Merello y artistas de ese reconocimiento, y los que vivían cerca se sentían e identificaban con La Mondiola. ‘Yo soy de La Mondiola’, decían, y así se creó el espíritu de pertenecer, pero nunca fue un barrio”.
“El tango ‘A media luz’ se crea una noche en un baile en la casa de los Wilson. Habían hecho una fiesta y tocaba la orquesta de Donato, que fue el autor. En un momento a Donato se le da por apagar la luz porque había unos focos de la calle que iluminaban bien y se le ocurrió dejar todo en penumbras. Fue cuando dijo ‘y ahora a media luz’”.
Allí estaba Carlos Lenzi que escribía y escuchó esa frase. “Lenzi esperó que Donato dejara de tocar para decirle: ‘Me encantaría tomar un café contigo porque tengo una idea para la frase que dijiste’. Al otro día se encuentran en el hotel y ahí nace el famoso tango”, narró.
Volviendo a la ficción de las letras, Mazzoni precisó que en Corrientes 348 había un salón de lustrar calzados, no existía “Corrientes 348 segundo piso ascensor” como comienza el tango.
Sobre “Garufa” señaló que hay importantes cantantes uruguayos que critican a los argentinos porque supuestamente nos “robaron el tango”. Argumentan que “en una de sus estrofas le pusieron ‘en el Parque Japonés’ cuando la letra dice ‘calle San José’. Eso es totalmente al revés, la letra original dice ‘Parque Japonés’, y así fue estrenado cerca de 1930, recién en 1953 y por primera vez, Nina Miranda con la orquesta de Racciatti hace una grabación diciendo ‘calle San José’”.
El libro también se introduce en el tema del boxeo con personajes entrañables cuyos nombres deberían formar parte del colectivo cotidiano de la ciudad, como el Tigre de La Mondiola o Angelito Rodríguez, amigo de Gardel, que derrotó a Juan Ángel Firpo, reconocido por haber sacado del ring al campeón del mundo, Jack Dempsey.
Historia y no relatos
Mazzoni dijo que “el objetivo fundamental del libro es que se conozca la historia o parte de ella, pero con una base en la verdad”, y que una de las cosas que lo movió a escribirlo es contar las cosas como son y no permitir que surjan relatos que no son ciertos.
Además, “que la gente se entere de la vida de una parte gloriosa de Montevideo que fue la Troupe Ateniense y los autores de tangos que escribían acá para Argentina”.
Barrios olvidados
Respecto a la serie de libros sobre la temática barrial, el autor ya está trabajando en la segunda parte que indaga e investiga cómo “dentro de Pocitos se fundaron varios barrios”.
“Eran los rematadores los que fundaban esos barrios como Nueva Roma, Nueva Génova, Costa del Mar, entre otros que nadie conoce y que se olvidaron porque eran usados como marketing para los remates”, indicó. Son temas sobre los que nadie ha escrito, y “la fundación de esos barrios que quedaron en la nada”, sostuvo Mazzoni.
Coleccionistas de primus y un restaurante con tangos
Aldo Mazzoni comparte la pasión por la investigación con la del coleccionista, y una de sus debilidades son los primus: “En la casa de mi abuela, doña Rosa, el primus permanecía encima del fogón de la cocina siendo testigo de las juntadas familiares que transcurrían diariamente en su entorno”. El utensilio, aunque simple, fue capaz de “brindar calor mientras compartíamos la espera de la voz de nuestra madre o abuela, diciendo: ‘A la mesa, que está pronta la comida’”.
La historia, así contada, tan sencilla como simple, seguramente retrotrae a los lectores de más edad. Eran tiempos diferentes. En los inviernos, continúa Mazzoni “le colocábamos un ladrillo encima y lo convertíamos en estufa, y hasta nos dio luz ante los sucesivos cortes de energía, cuando en las inundaciones de 1959, mediante un invento que consistía en una adaptación en el sombrero de la boquilla, se le colocaba una mantilla que lo convertía en un farol”.
“También se le colocaba un horno que podía competir en la elaboración de cualquier manjar, por nombrar algunos de sus múltiples usos. Fue un compañero silencioso, sin saberlo”, reflexionó.
La colección comenzó “un domingo en la feria de Piedras Blancas”, al observar un aparato sobre el que preguntó el precio, pero no compró. Al domingo siguiente realizó el mismo recorrido y vuelve a preguntar, iniciándose una charla con el vendedor. Este le dice que “lo había traído a Uruguay el primer aviador que aterrizó por estos lares”. La historia “atrapó” a Mazzoni, “y entonces y sin dudarlo lo compré. Su marca es Comet modelo Scout No. 6, algo que nunca había oído nombrar”.
A partir de ese momento, en 1994, comenzó a explorar la historia de los primus y a coleccionarlos, para lo cual recicló una casa en la Ciudad Vieja que se transformó en museo. Hoy funciona el Primuseum con un restaurante y show de tango en vivo que abre de jueves a domingo en la noche, y trabaja con turistas.
La colección de Mazzoni no se limita a los primus, también sopletes y faroles que en total hacen unas mil piezas; a eso se agregan carteles de hoteles, carteles de lugares con valor histórico, vajillas de cafés y bares emblemáticos, todo buscando “que la historia no se pierda”.
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