Hemos visto sus obras en paseos públicos, en instituciones religiosas y laicas. También se encuentran en colecciones particulares y en museos en Uruguay y en el extranjero. Ramón Cuadra es un artista uruguayo con una carrera consagrada de más de 50 años.
Nace en Trinidad (Flores) en 1962 y pierde a su padre a muy temprana edad. La madre ejerce la docencia en Montevideo, y él vive sus primeros años en Trinidad con los abuelos maternos y con su tío guitarrista. Inicia los estudios de primaria y comienza a estudiar música. En su casa se organizan tertulias culturales con personas como Atahualpa Yupanqui y el escritor Mario Arregui entre otros, afines a inquietudes musicales y culturales.
Sus primeros maestros
Siendo niño le dice a la madre que quiere ser escultor y ella, como docente, sabe reconocer un interés verdadero por una vocación. Consciente de ello, lo conduce al estudio de José Luis Zorrilla. Hablando con Ramón Cuadra nos comenta el impacto que le produjo esta visita.
“Recuerdo perfectamente el primer día que entré al taller del maestro Zorrilla, mi madre me dijo: ‘Ya que quieres ser escultor vamos a conocer a un gran escultor’. Fue un día soleado en el invierno de 1970. Llegamos a una puerta gris entreabierta con un relieve en su parte superior (Hércules, con la piel del León de Nemea en la cabeza, empuñando una lanza y guiado por una estrella), golpeamos y nos recibió un señor de mameluco marrón, alto y amable. Al abrir la puerta sentí que ese era mi mundo, mi lugar, aún me emociono al recordarlo. El escultor modelaba una cabeza inmensa de Artigas (para el monumento a Artigas destinado a Buenos Aires) y otros señores trabajaban un armazón de alambre como una gran jaula. Recorrimos el taller e identifiqué algunas de las obras. El escultor nos acompañaba. Mientras el maestro conversaba con mi madre, sin que se dieran cuenta, tomé barro y comencé a modelar. Al salir llevaba en mis manos la cabeza pequeña de un indio inspirada en ‘Los indios arqueros’-una obra de Zorrilla realizada en París que me impresionó-. Para que la terminara el escultor me regaló un poco más de su barro. Ambas cosas las conservó mi madre, esa gran maestra que me guio desde la educación hacia el arte”.
A partir de este momento viajó cada 15 días a Montevideo para asistir al taller de Zorrilla. Copiaba algunas esculturas que le interesaban y charlaba con el escultor, recibía sus consejos al tiempo que dibujaba y jugaba en el jardín.
Cuando falleció Zorrilla en 1975, estuvo un tiempo sopesando cuál de las opciones de estudio podía seguir en Montevideo, e ingresó a estudiar en lo que era la Escuela de Artes Aplicadas. A la vez había trabado contacto con otro escultor, Federico de Möller de Berg, con el que al principio solamente dibujaba. “Me interesó este escultor”, expresa, “porque hablaba el mismo lenguaje que Zorrilla, y nombraba mucho a Antoine Bourdelle. De ellos me viene mi admiración incondicional por Bourdelle”.
En Uruguay y el mundo
En 1978, a los 16 años, obtiene el Primer Premio de Escultura y el tercer premio en plástica en concursos organizados por el Ministerio de Educación y Cultura.
De los 20 años en adelante comienza a tener contactos con escultores y artistas internacionales. En Buenos Aires conoce, entre otros, a Líbero Badíi, Raúl Soldi, Nora Borges de Torres, Elena Walsh y Maritza Mestrovic. En Paris se relaciona con Rodia, la hija de Bourdelle, al que tanto admira.
En España trabó amistad con los españoles Chillida y Subirachs entre otros. Chillida le dijo “jamás te repitas”. Subirachs le interesó mucho porque trabajaba la simbología, obviando lo descriptivo en la Iglesia de la Sagrada Familia de Barcelona. “Sigue sin detenerte por tu camino”, le dijo este. Fue una larga amistad.
Se suceden los contactos con Italia. Será allí el escultor Giacomo Manzú, quien le marcará líneas de trabajo en su obra. Un día decepcionado porque le rechazaron en el Salón Nacional, su madre que fue su apoyo e impulso incondicional lo notó, y le dijo: “Por qué no llamas a Manzú”. Él lo llamó y le contó lo que le pasaba. Él le respondió tajantemente: “Lavori, il tempo lo dirá”. Y así ha sucedido…
Continua sus estudios de música en el conservatorio Franz Liszt y toma algunas clases de composición con Guido Santorsola y con Hector Tosar, al que le modela un retrato mientras recibe sus enseñanzas. Compone obras para piano y para canto, y obtiene el primer premio de música de cámara en el Concurso internacional César Cortinas
En 1982 expone sus obras en el Club Católico de Montevideo y un año después en la Catedral. La Catedral guarda parte de su obra escultórica, por ejemplo, la Tumba de Dámaso Antonio Larrañaga. En la Capilla del Santísimo hay dos medallones de los Evangelistas San Mateo y San Marcos. Está también la imagen en mármol del cura de Ars, y la tumba de Francisco Bauzá. Actualmente el artista está trabajando para la apertura del Museo de la Catedral.
En el año 2001 realiza para el Santuario del Señor Resucitado, en Br. Artigas y Goes, dos obras suyas de fuerte simbología. En un costado de la entrada, a la derecha, se encuentra la escultura de la Virgen Maria, Nuestra Señora del Resurrección, basada en las esculturas de las catedrales góticas. En el interior de la Iglesia un Cristo que impone. Es una escultura hierática, pero no estática. Inspirada en el medioevo, posee grandes manos y grandes pies que son representativos del hombre, esas manos y esos pies hoy representan a todos los cristianos que trabajan.
Marcel Marceau, gran actor de extraordinaria expresividad, arriba a Montevideo en 1987 y entabla una buena amistad con el artista uruguayo. Sus gestos inspiran a Cuadra a realizar la serie de los pecados capitales que exhibirá por vez primera en la amplia exposición que le dedica en 2006 el Museo de Arte Contemporáneo de Montevideo. En 2017 se expondrán en una monográfica en el Teatro Solis, donde se agregan los dibujos que hacía mientras hablaba con Marcel Marceau, los programas del teatro que le firmaba, y el material de diarios relativas a las representaciones teatrales, que su madre inteligentemente le guardaba.
Desde adolescente, siempre estuvo en contacto con escritores. La madre y el tío organizaban reuniones en la casa con políticos, músicos, actores, e intelectuales. Estas reuniones se sucedieron durante años en su estudio/taller con personalidades de diversa orientación política en las que se contrastaban opiniones, enriqueciendo los conocimientos. Asistieron, entre otros, el actor Alberto Candeau, Amalia de la Vega, Pierino Gamba, Julio Darrosa, Emilio Taconi y China Zorrilla. Muchos de ellos posaron para la realización de un busto o retrato. Con ellos guarda una relación de amistad, derivada de ese estudio intimista y psicológico que realiza en cada una de sus obras, en consonancia con vivir en profundidad su propia vocación, aspiración que ha sido y es lema de su trabajo.
Es profesor de Escultura por concurso de oposición y méritos de la escuela de Artes Dr. Pedro Figari. Realiza ilustraciones de libros sobre Pedro Figari, Juana de Ibarburu, por citar algunos. Ha escrito libros sobre arte y educación, y actualmente es requerido para dictar conferencias y curaduría de exposiciones.
Fue presidente de la Comisión de Arte Sacro y Bienes Culturales de la Iglesia de Montevideo, y encargado del Museo del Consejo de Educación Técnico Profesional entre los años 2004 y 2013. Integró el Órgano Coordinador de Museos y actualmente integra el Consejo de Museos.
Se suceden los encargos, desde el tenor José Soler en 1994 hasta Clever Lara en 2019. El último, del expresidente Julio M. Sanguinetti, aún sigue inconcluso por la situación actual de la pandemia.
Las esculturas de este artista parten de una realidad como punto de arranque y son de fuerte expresividad y a la vez, muchas de ellas, de inspiración religiosa. Transmiten notable calma. Los juegos de luces y sombras dan vigor a su arte, y un modelado en profundidad, creando figuras, personajes en constante actitud de meditación, que revelan su gran personalidad. Ramón Cuadra refleja al ser humano en su interior y en su exterior.
Cincuenta años
¿Quién es hoy Ramón Cuadra Cantera?: un escultor, un músico, un compositor, un dibujante, un escritor, un poeta, un investigador, un docente, un gran coleccionista…
Ramón, con sus cincuenta años en el mundo del arte, tiene ilusión por realizar muchos proyectos, y cristalizar su trayectoria en una fundación que albergue su obra, la de los artistas que han influenciado su carrera y los que ha admirado y admira. De algunos hay mucha obra, además un material enorme sobre escultura de otros países y uruguaya, documentos y libros de arte. Estaría destinada, entre otras cosas, a introducir a los niños al mundo infinito del arte, sin coaccionar su creatividad.
(*) Catedrática de Sociología – UB, Dra. Historia del Arte, Crítica de Arte, Miembro de AICA y ACCA.
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