El diccionario de la RAE define la caricatura como “Dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien”.
Y en su segunda acepción: “Obra de arte que ridiculiza o toma en broma el modelo que tiene por objeto”. Caben en esta categorización general muchas variantes. Es verdad que en la caricatura se deforman rasgos y se toma en broma. Pero dentro de esa latitud hay ciertas cotas de respeto.
En el caso de José Enrique Rodó en sus contemporáneos y en las generaciones sucesivas el respeto es la tónica general. Así lo demuestra el texto que acompaña la caricatura en Caras y caretas (Buenos Aires) Nº 1524 del 17 de diciembre de 1927: “Espíritu dilecto, trabajador infatigable, guía generoso de la juventud americana, poderosa cabeza creadora que no conoció vallas ni obstáculos en su labor civilizadora e intelectual.
Su obra ejemplar interrumpida prematuramente por la muerte llena el escenario de toda América”. Sin pretender agotar el tema ofrecemos una muestra, que no podía estar excluida de este homenaje.