Partamos de una comprobación de estricta actualidad. Este año 2021 se cumplen los 150 pasados desde el nacimiento de José Enrique Rodó. Es un sesquicentenario, que se conmemora en Uruguay y otros países. Lo conmemorará también la Real Academia Española, de la que fue aquél miembro correspondiente. El Día del Patrimonio se dedica este año, en Uruguay, a señalar huellas de la actividad cultural y política de Rodó y a destacar su legado de pensamiento filosófico y crítica literaria, de ensayo histórico y experimentación en géneros y entonaciones, de polémica doctrinaria y óptimo periodismo cultural, de pedagogía y legislación social.
Todo esto tiene un fundamento de cuya existencia somos conscientes pero cuya naturaleza y virtualidades no hemos comprendido cabalmente. Quizás hoy en día nos estemos aproximando a tal comprensión y probablemente estemos conmemorando lo que sabemos de larga data y celebrando lo que hemos comenzado recientemente a descubrir. Esa novedad de saber nos permite decir serenamente: Rodó es universal.
Un torrente secular
Ramiro Podetti, con la colaboración de Adriana Cuadrado, ha producido una bibliografía sobre Rodó y el arielismo limitada a los últimos veintidós o veintitrés años. Como señala Podetti en la introducción de esa bibliografía, ésta se ciñe a ese corto período y a textos que revistan la condición de libros, capítulos de libros o artículos de revistas académicas. Incluye solamente materiales que en sus respectivos títulos lleven al menos una de estas dos palabras Rodó y Arielismo.
Deberíamos traer a colación muchos datos cuantitativos y cualitativos que la bibliografía de Podetti proporciona (autores, disciplinas y especializaciones involucradas, idiomas, editores, cantidad de páginas sumadas, etc.) Sólo consideraremos uno de tales datos, el primario entre los cuantitativos. El número total de entradas relevadas para esos veinte años largos es de 336.
En veinte años, 336 abordajes rigurosos de Rodó y su arielismo. Un promedio de 15 por año. Más de uno por mes. Un torrente. Podemos acercar a él nuestro vaso y llenarlo. Pero nadie dominará el torrente, nadie lo asumirá en toda la infinidad de sus significados. A eso se le llama un clásico. No se trata de un best seller (por las distancias temporales respecto de la aparición de su obra y su actividad). No se trata de una supervivencia impuesta por la publicidad. No se trata de una rutina ceremonial e inerte. Es una contemporaneidad surgida del interés intelectual y artístico, que han renovado espontáneamente no menos de cinco generaciones, contando de treinta en treinta años (la de 1870, la suya, y las del 900, 930, 960 y 990, que ya toma la antorcha en sus élites de la agudeza y la inquietud investigadora). Cuatro generaciones optaron por hacerlo su contemporáneo.
Algunas bibliografías
Existen varias bibliografías rodonianas. Algunas generales y otras particulares, por períodos o por disciplinas (análisis literario, historia de las ideas, filosofía, historia política, estudios culturales). Escrutarlas en conjunto arrojaría pautas y conclusiones valiosas, algunas de ellas sorprendentes. No es este el momento ni el lugar para hacerlo. Tomaremos, sin embargo, tres de esas bibliografías, que articularemos con la de Ramiro Podetti para extraer un par de hipótesis a continuar procesando.
Arturo Scarone, que fue Director de la Biblioteca Nacional uruguaya, presentó en 1930, en dos volúmenes, una ambiciosa bibliografía general de lo publicado de autoría de Rodó y también de lo publicado acerca de Rodó. Se incluyen asimismo intervenciones parlamentarias del pensador y múltiples fuentes éditas para su biografía. La obra de Scarone es minuciosa y se halla respaldada principalmente en el acervo de aquella Biblioteca. Incluye un estudio preliminar de Ariosto D. González, de muy alta calidad y que ofrece una primera, brillante lectura analítica de la información acumulada y organizada por Scarone.
Unos años después, la perspicaz y exigente Editorial Aguilar, de Madrid, encargó a Emir Rodríguez Monegal la ejecución de un cuarto intento de reunir, ordenar, introducir la totalidad y prologar las partes componentes de unas Obras Completas de Rodó. Rodríguez Monegal trabajó en ello durante ocho años y la primera edición cuajó en 1957; logró rápidamente el reconocimiento como la mejor fuente rodoniana édita. Diez años después, los mismos protagonistas, empresa editorial y crítico, publicaron una segunda edición, portadora de agregados muy específicos pero significativos. Sólo una publicación en 1972 por el Senado uruguayo de la actuación parlamentaria de Rodó, recopilada e introducida por Jorge Silva Cencio, depara una ineludible fuente complementaria de las Obras Completas de Aguilar, no obstante incluir éstas (y el repertorio de Scarone también) sendas secciones dedicadas al importante desempeño de nuestro autor en el Poder Legislativo.
Al abordar Rodríguez Monegal su bibliografía rodoniana, comienza por destacar entre todas las precedentes la de Arturo Scarone, declara que aprovechó las fichas de Scarone y atribuye mérito a ese trabajo pero entiende que carece de criterios selectivos dilucidantes y de una estructuración plausible del cúmulo informativo. De allí que titule la sección correspondiente de las Obras Completas a su cargo “Bibliografía Crítica”. Pese a que Rodríguez Monegal es demasiado reticente en la apreciación de la contribución de Scarone, no hay dudas de la calidad de la que efectúa él mismo: un listado mucho más conciso, y aun así de 161 entradas en lo que corresponde a textos sobre Rodó y alrededor de 425 en la esmeradísima reseña de los que son de su autoría.
La tercera bibliografía que queremos atender apareció en 1953, año en que Ediciones Cultura Hispánica imprimió en Madrid El Pensamiento de José Enrique Rodó, de Glicerio Albarrán Puente. Se trata de una tesis de doctorado, de casi 800 páginas, sustentada en una investigación desarrollada en España y en Uruguay. Posee ambición intelectual y solidez argumentativa. Se centra en lo que su título menciona, el pensamiento de Rodó, en especial su filosofía. Se encuentra bastante olvidada, no obstante ser rigurosa y profunda. La bibliografía que ofrece (y que cubre principalmente la primera mitad del siglo veinte) contiene una muy completa mención de las ediciones de los escritos de Rodó, inclusive los más ocasionales, así como de los estudios que versan sobre la vida, la personalidad y la obra de aquél. Ostenta referencias no contenidas en bibliografías previas y en muchos casos no recogidas en bibliografías posteriores. Bajo tales características, consta de casi 600 entradas, que llenan 48 páginas del libro.
Bibliografías de distintas generaciones
Las diferencias estructurales que separan estas cuatro bibliografías no impiden reunirlas. En conjunto, potencian la virtualidad de cada una y trazan una sucesión. De estas dos notas se desprenden las dos hipótesis a que referíamos antes.
1.- Las bibliografías son hipertextos (textos sobre textos, discurso referido a discursos) repletos de revelaciones y sugerencias, de sesgos analíticos y nuevas posibilidades de lectura. En ellas cobra inusitada energía “la mirada de los otros”, la recepción, las resonancias de las ideas y los símbolos, de los estilos y los géneros. Las bibliografías resultan necesariamente críticas, inclusive si no lo fuera ninguno de los elementos que las componen, y eso porque sólo es posible leerlas como reverberación o repercusión de una obra, segunda etapa que consiste siempre en juicios valorativos.
La hipótesis es que Rodó ha generado, desde muchas décadas a esta parte, una constelación. La bibliografía rodoniana es de valor rodoniano en muchos de sus títulos, mantiene aquel valor al extenderse, representa una red coherente y eficaz, en lo filosófico y en lo literario.
2.- Captadas como una sucesión (Scarone 1930, Albarrán 1953, Rodríguez Monegal 1967, Podetti 2021), las cuatro bibliografías exhiben el desbordante y sostenido caudal de una corriente que pasa ante nosotros durante casi un siglo. Y decimos desbordante porque se va propagando en lo geográfico (lentamente, es cierto) y ha cruzado ya unas cuantas fronteras de culturas y aun de civilizaciones. Duradero y expansivo, ese caudal no puede haber corrido superficialmente. Tiene que estar cavando cauce. He ahí un pasar que introduce permanencias. Rodó es un fenómeno de cultura profunda, capaz de trascender civilizaciones.
La hipótesis es que la vigencia de su obra no ha tenido los altibajos que algunos críticos e historiadores han creído percibir. Las cuatro bibliografías que forman la sucesión a que referimos son documentos de generaciones distintas, en los investigadores que las establecieron y en el hecho mismo de que pudieron establecerlas con novedades sobre las anteriores. Rodó nunca perdió vigencia. Comentando su bibliografía del siglo veintiuno, coincidíamos recientemente con Ramiro Podetti acerca de esta continuidad de Rodó, cada vez más nítida.
*Doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Ha investigado y enseñado Ciencia Política, especialmente Partidos, Ideologías e Integraciones Multinacionales. Actual presidente de la Sociedad Rodoniana.
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