Roma soy yo. La verdadera historia de Julio César. Santiago Posteguillo. PENGUIN RANDOM HOUSE. 2022. 752 págs. $1490.
Decenas de escritores se han sentido atrapados por el magnetismo de la figura central de la historia romana. Suetonio, Plutarco, Shakespeare, Thornton Wilder, Mika Waltari, Valerio Massimo Manfredi o Andrea Frediani, por enumerar tan solo algunos, han abordado distintos aspectos de su vertiginosa biografía.
Santiago Posteguillo, el novelista hispano que ha logrado atrapar a millones de lectores con las diversas sagas como las dedicadas a Trajano, a las Guerras Púnicas y Escipión el Africano y a Julia, ahora da inicio a un ambicioso proyecto de al menos cinco tomos.
Lo que hace ineludible su lectura no es la maestría narrativa ni la recreación histórica. Es algo no tan menor como la perspectiva elegida. Miles de páginas escritas sobre el tema lo dejan prácticamente soslayado. Roma tuvo líderes militares victoriosos por cientos a lo largo de los siglos. Pero solo uno cifra ese fascinante clivaje de República a Imperio. Un Imperio que no cae el 476, recién tiene su fin cultural con la caída de Constantinopla, heredera y guardiana directa de un acervo civilizatorio sin parangón en la Humanidad.
Posteguillo opta por explicitar la razón de porqué el pueblo romano elige a ese patricio como su adalid: es su compromiso con los frágiles de dicha sociedad. En el año 77 a. C., el poderoso senador Dolabela fue acusado de diversos crímenes y Julio César, con solo 23 años, dirigió la acusación contra él. “No era infrecuente que un joven patricio romano se diera a conocer ante el pueblo, tanto en su oratoria como en sus ideales”, señala Posteguillo, pero “es muy interesante porque vemos a un joven César que es el único que se atreve a actuar como fiscal contra un Senador todopoderoso, corrupto, millonario y brazo derecho de Sila contra el que nadie se atrevía; esto ya nos está marcando la entidad del personaje”. César perdió ese juicio, Dolabela tenía como abogados de los mejores oradores de esa época y el blindaje que genera la riqueza. César adquirió notoriedad, en primer lugar entre sus enemigos: los optimates, la oligarquía de Roma. El Rubicón social ya estaba cruzado.
El hombre detrás del mito aparece con todo su fulgor, comienza a quedar claro de por qué Roma es eterna.
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