Romania y América Latina. Arturo Ardao. Coedición Biblioteca de Marcha- Universidad de la Republica. Montevideo, 1991.
Arturo Ardao (1912-2003) fue un abogado, historiador y filósofo que, conjuntamente con Carlos Quijano y el maestro Julio Castro, fundó el Semanario Marcha. Profundamente interesado en las implicancias filosóficas del lenguaje, desarrolló trabajos pioneros en el campo de la historia de las ideas en nuestro país.
Es bueno entonces recuperar algunos conceptos sobre el significado trascendental de América Latina.
Previamente incursiona en la recuperación de la idea de “Romania”, proceso en el cual la labor de dos eminentes filólogos franceses, Paul Meyer y Gastón Paris, al fundar la revista homónima, cerraron siglos de olvido del término. Desde su inicio la Revista Romania fue consagrada al estudio de las lenguas y las literaturas románicas. “Le hemos dado el bello nombre, desde hace mucho tiempo olvidado, por el cual los Romani de Italia, de Galia, de España y de Oriente designaban antes la gran nación en la cual habían entrado a su turno”.
Gaston Paris (1872) señalaba que “los escritores de los siglos IV y V hablan con orgullo de esta nueva nacionalidad romana, de esta fusión de las razas en una sola patria…Se sacó de Romanus el nombre de Romania… El advenimiento de este nombre indica de manera impactante el momento en que la fusión fue completa entre los pueblos tan diversos sometidos por Roma, y en que todos, reconociéndose como miembros de una sola nación, se opusieron en bloque a la infinita variedad de los Bárbaros que los rodeaban”.
Más recientemente, Pierre Grimal (1978) observa: “De hecho, los romanos no se pensaban como una raza, sino como un nombre, un nomen: es decir; una realidad abstracta, de carácter esencialmente jurídico. Daban la misma calificación a los latinos, que eran para ellos, “el nombre latino”, nomen latinum. Y reconocían espontáneamente –se gloriaban aun de ello– que este nombre romano había surgido de una mezcla de hombres venidos de todos los horizontes. Pues bien, sus dichos se encuentran confirmados por los resultados más recientes de la arqueología. Y esto acarrea grandes consecuencias, válidas todavía hoy.
Y Ardao recupera de Pedro Henríquez Ureña (1926) dos citas que cierran la idea central de nuestra raíz y nuestra identidad: “Pertenecemos a la Romania, a la familia románica, que constituye todavía una comunidad, una unidad de cultura, descendiente de la que Roma organizó bajo su potestad” … “Pertenecemos a la Romania, a la familia latina, o, como dice la manoseada y discutida fórmula, a la raza latina; otra forma de raza, no real, sino ideal”.
Un texto bueno para leer especialmente en estas fechas con tantos debates.
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