La escritora española cuya obra se anticipó a las nuevas corrientes literarias del siglo XX, aunque su vida transcurriera enteramente en el siglo anterior, es Rosalía de Castro (Santiago de Compostela, 1837 – Padrón, 1885) pionera en el uso del idioma gallego en la literatura y firme defensora de los derechos de la mujer. En sus poesías y novelas está presente el particular paisaje de Galicia, al que dota de un profundo sentido simbólico.
La hija del mar
Si bien la obra poética de Rosalía de Castro predomina en la totalidad de su creación, es en su narrativa donde mejor se muestran sus propias vivencias y conflictos interiores. En su primera novela, “La hija del mar”, hay una niña cuyo origen al principio no se conoce, abandonada en una roca desierta en medio de la inmensidad del mar, imagen que bien podría representar a la pequeña Rosalía, quien posiblemente pasó buena parte de su infancia confundida acerca de sus vínculos familiares. Hija de madre soltera y de un sacerdote, tenía el doble estigma de ser hija natural procedente de una unión sacrílega.
Su madre, María Teresa de la Cruz Castro y Abadía, pertenecía a una familia de origen hidalgo, aunque venida a menos. La recién nacida fue bautizada como hija de padres desconocidos y entregada al cuidado de su madrina bajo la protección de sus tías paternas. Si bien su madre había ocultado el embarazo, tuvo contacto frecuente con la niña, a quien reconoció como hija natural años más tarde.
Poco se conoce de la primera infancia de la poetisa, vivida en el ambiente rural que sería muy bien descrito en su obra futura. Se sabe que, a partir de 1850, madre e hija vivían en Santiago de Compostela, donde Rosalía recibió clases de dibujo y pintura, y participaba de actividades culturales.
Cantares gallegos
A la edad de 19 años Rosalía se trasladó a Madrid, residiendo los primeros tiempos en casa de una amiga de su madre. Conoció al periodista y escritor Manuel Murguía, quien resultó ser gran admirador de su poesía, reunida en un poemario publicado con el título de “La Flor”. Murguía escribió en el periódico una elogiosa nota sobre esa obra, con cuya autora entabló una amistad que terminó en matrimonio.
La boda se celebró en octubre de 1858 y él nunca dejó de apoyarla en su carrera literaria, que siguió con la publicación del célebre “Cantares gallegos”, que se convirtió en la piedra angular de la dignificación de una lengua que había sido relegada y despreciada. Los Cantares no solo jerarquizan el idioma, sino que muestran, en lenguaje poético, el ambiente rural que la autora tan bien conocía. Hay una exaltación de Galicia, de sus paisajes, sus pobladores, con frecuente alusión a las tradiciones ancestrales, sus fiestas al son de las gaitas y sus dramas, en particular la emigración, como modo de huir de una tierra empobrecida. La naturaleza siempre cercana, la bravura del mar que a diario desafían esforzados pescadores, los bosques envueltos en la bruma que los transfigura como si pertenecieran a una realidad más tenue y sutil, la nostalgia anticipada que sienten los condenados al irse y la de los que, en la distancia, solo son dueños del recuerdo, todo está reflejado en esos poemas hondos y sencillos que recogen la esencia de ese pueblo.
Una pionera
Es en 1862 que Rosalía de Castro conoce la identidad de su padre, por confesión de su madre que ya se encuentra en sus últimos días. Su labor poética continúa en forma sostenida; publica poemarios y una segunda novela titulada “El caballero de las botas azules”, sumamente innovadora y original para la época.
A partir de 1871, vuelve a Galicia debido al trabajo de su marido, padre de sus seis hijos. Algunas desgracias familiares la conmueven profundamente, como el nacimiento sin vida de su hija menor y la muerte accidental de su hijo Adriano, reflejada en su obra poética “En las orillas del Sar”.
En 1880, una segunda obra escrita en gallego titulada “Folhas Novas” señala un rumbo marcadamente feminista, condición que ya estaba esbozada en el prólogo de su primera novela de juventud donde escribió, con total ironía: “Antes de escribir la primera página de mi libro, permítase a la mujer disculparse lo que para muchos será pecado inmenso e indigno de perdón”.
“Cantares gallegos” también tiene un prólogo especial, en este caso no reivindicativo de la condición femenina sino de la temática abordada, que ella supone superior a la de su propia capacidad expresiva.
“Folhas novas”, dentro del contexto gallego, se centra en el problema de la mujer, cuya defensa la autora continúa en notas periodísticas publicadas en “El Imparcial”, las que provocan no pocas polémicas. Al igual que en los “Cantares gallegos”, la obra rescata elementos del folklore de Galicia que habían sido olvidados durante siglos.
Rosalía de Castro, como Gustavo Adolfo Bécquer, a quien ella conoció, dieron vitalidad al Romanticismo español, ambos con una poesía intimista, de tono directo y sencillo, precursor del lenguaje modernista. Por eso, si bien la escritora tuvo cierto reconocimiento en vida, su obra no fue plenamente valorada hasta la aparición de la generación del 98, con cuyo espíritu era totalmente afín.
En su narrativa, también de corte netamente romántico, tiene gran protagonismo la naturaleza y sobre todo el paisaje gallego, que se identifica o contrasta con los sentimientos, y en particular el mar, con su gran carga simbólica que remite a la muerte o a lo desconocido e insondable.
El mar en el que se navega, tan querido por los poetas románticos, que vieron en su movimiento constante la inestabilidad propia de la vida y al que alude Rosalía de Castro en el final de su poema “Desde los cuatro puntos cardinales”:
“y que, ahora subiendo, ahora bajando
unas veces con luz y otras a ciegas,
cumplimos nuestros días y llegamos
más tarde o más temprano a la ribera”
Madrid, junio 2023
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