Rusos de Putin. Postales de una era de orgullo nacional y poder implacable. Hinde Pomeraniec. ARIEL. 286 pags. 2009, 2019.
Con una narrativa que hace recordar a Svetlana Aleksievich, nos internamos de la mano de un coro griego que va representando todas las voces de la sociedad rusa en otro momento épico de su historia: el retorno como potencia clave a la arena geopolítica.
No esperemos una visión neutral; Hinde Pomeraniec, una galardonada periodista e investigadora de origen argentino, recorrió Rusia entrevistando a las personas más disímiles tratando de armar el puzzle de la identidad rusa, pero desde una visión signada por los valores liberales. Y es desde esa visión que la figura de Vladimir Putin pasa a ser central. Desde su carrera implacable hacia el poder hasta su modo de gobierno: “El mundo fue testigo del nacimiento de un nuevo tipo de líder. Antes que Donald Trump, antes que Jair Bolsonaro, Putin inauguró una manera irreverente, soez, casi impropia de manejarse ante la prensa (y el mundo). Desde que Putin ascendió a lo más alto del poder de su país, tuvieron lugar tragedias que pusieron a Rusia en el centro de las noticias de política internacional: el hundimiento del submarino Kursk, las masacres el teatro de Moscú y la escuela de Breslán, los asesinatos de la periodista Anna Politkoskaya y el espía Aleksandr Litvinenko”.
Cualquiera de dichos eventos implicaría la caída de un gobernante clásico y la tentación fácil es compararlo con un Zar, “pero no es casual que él haya clavado su vista en Occidente cuando dijo que lo suyo se parecía en realidad a lo hecho por Franklin D. Roosevelt, el presidente que rescató a los Estados Unidos del pozo de la Gran Depresión… Es que Vladimir Putin tiene conciencia de que su mayor legado es haber devuelto a Rusia su orgullo nacional y un lugar estratégico en el mundo, después del colapso de 1998 y de la ola de sucesivas humillaciones internacionales”. Y quizás ahí esté una clave para acercarnos a Rusia y a Putin: el alma rusa está signada por la tragedia y la grandeza. Y son esos los adjetivos que definen también la ímproba tarea de reconstrucción del Estado. De las tierras de Dostoyevski y de Alexander Solzhenitsyn siempre resurgirán fuerzas ancestrales que salvarán a la Madre Rusia.
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