Allí tuvo lugar el pasado domingo un paseo organizado por el Ing. Mario R. Correa, en el marco del proyecto “Complejo turístico cultural – Santa María del Portazgo. Club de Campo”. Este proyecto tiene como objetivo generar en este lugar actividades culturales, recreativas, exposiciones, y eventos para empresas, entre otros.
La visita incluyó una visita al museo “Rancho de Oribe”, la casa principal y el hermoso patio andaluz. Además de la charla y el paseo, los presentes también pudieron disfrutar de un almuerzo de campo preparado nada menos que por Nilson Viazzo, ganador del primer Masterchef Uruguay. Original de Florida, Viazzo destacó la importancia de recuperar los orígenes de nuestras costumbres culinarias, y para sorpresa de los comensales explicó que la pamplona es floridense.
Su historia
Este sitio histórico, que tiene casi 290 años de vida, formaba parte de lo que se denominaba “Estancia del Rey”. Al fin del período colonial, estos campos le fueron entregados en calidad de propietario al andaluz Don Juan Delgado y Melilla, y 44 años después su viuda e hijos lo vendieron a Doña Francisca de Azlaybar de Viana, popularmente apodada como “La Mariscala”, esposa de José Joaquín de Viana, el primer gobernador que tuvo Montevideo. Con el paso del tiempo y por vía sucesoria los campos quedaron bajo la titularidad del Brigadier General Manuel Oribe y Viana, nieto de “La Mariscala”, que durante muchos años se encargó de su explotación, levantando algunas edificaciones como el llamado “rancho de Oribe”.
Tras el fallecimiento de Oribe, y con el paso del tiempo la estancia pasó a ser propiedad de Doña Josefa Oribe y Contucci de Buxareo. Uno de sus hijos heredó el campo. Se trató de Don Félix Buxareo y Oribe (1858-1930), un ser de espíritu superior, poseído de un temperamento vital y emprendedor, que ganó fama de excepcional versación en cuestiones del agro, luego de formarse en prestigiosos centros europeos de investigación. Cumplida la mayoría de edad, Buxareo fundó en 1880 en su heredad de aproximadamente 1.700 hectáreas, la estancia “Santa María”, lugar en el que inició una magnífica obra a partir de sus amplios conocimientos en las ciencias agrarias, comenzando por un proceso de refinamiento y mejora genética que no conoció de pausas por casi 50 años, a través de una sostenida corriente de importación de reproductores y vientres para mestizar los rodeos del establecimiento, entre otras actividades agrícolas que hicieron a “Santa María” un establecimiento modelo en su época.
Mientras tanto, el matrimonio Buxareo-Ayerza comenzó a planificar la construcción de un casco estanciero a partir de una serie de obras que inicialmente el mismo Félix Buxareo diseñó, incluidos edificios y los puentes sobre los arroyos Dragón y Juncal, hoy declarados monumentohistóricos. El conjunto edilicio resultante representó un verdadero monumento al concepto de la vida rural que llegaron a tener algunos de los grandes estancieros rioplatenses de principios del siglo XX.
Un par de años después, Buxareo y su esposa le solicitaron al arquitecto noruego Alejandro Christophersen, un proyecto para agrandar el caserón existente, con el agregado de espacios sociales como una nueva sala y un gran comedor, adquiriendo el conjunto edilicio un estilo inspirado en el neocolonial-español. A su vez la religiosidad de los dueños de casa quedó atestiguada a partir de una imagen de la Virgen de Lourdes instalada en 1901 a unos 100 metros de la casa, en un lugar alto del terreno destinado a la oración, y por otro lado por una capilla y las magníficas instalaciones de una “Escuela del Hogar” para niñas que hicieron levantar en 1904 sobre un costado del camino de ingreso a la estancia (hoy Cno. Félix Buxareo).
La crisis de la posguerra desencadenada a principios de los años 20, que afectó notablemente la producción del establecimiento, sumado a temas de salud de Buxareo, llevaron a que la estancia se fraccionara y se pusiera a la venta. Es entonces que aparece en escena Don José Ortíz de Taranco, prospero comerciante y hacendado de la época, que adquiere la fracción con el casco y buena parte de la de los fraccionamientos, para fundar en 900 hectáreas la chacra “El Portazgo”, nombre con el que homenajeó al pequeño pueblo aledaño a La Coruña de donde era nativo. Allí Taranco puso en marcha uno de los establecimientos frutícolas más importntes de la zona sur del país, dándole un toque personal a las construcciones residenciales con una serie de obras que encargó al arquitecto Alejandro Christophersen, quien jerarquizó la casona. A su vez de la mano del afamado paisajista francés Charles Thays, se rediseñó el parque-jardín circundante, y se creó un artístico patio andaluz, que tuvo como eje una original fuente de azulejos, acompañada de pérgolas, otras fuentes y bancos de azulejos multicolores de origen español.
Hoy en pleno siglo XXI, la realidad productiva del lugar es otra, pero con nuevos titulares el establecimiento emprende una nueva etapa que permite recuperar su patrimonio cultural. Sus construcciones lucen una unidad de diseño que no ha sido alterada con el tiempo, algunas de las cuales han sido declaradas Monumento Histórico. Cobra particular protagonismo la vieja casona familiar y su “rancho” aledaño, el cual que atesora entre sus muros el germen de aquella construcción original que fue la casa-habitación del que fue el 2º presidente Constitucional del Uruguay, que se yerguen en medio de un sector parquizado y enjardinado, que le dan a las edificaciones señaladas las perspectivas necesarias para su lucimiento.
() Extracto de nota del Ing. Agr. Mario R. Correa