La expresión continúa siendo emblemática, pese a que cada vez son menos los que recuerdan la escena de Casablanca, en que un Bogart sin cigarrillo -sin duda para no quemar la nariz de la bella rubia, lo que hubiera sido un despropósito- pronuncia, con su habitual inmutabilidad, la consoladora frase para una lacrimosa Ingrid Bergman. Asociar esa escena con los cigarrillos Paris es absolutamente arbitrario. Tanto como la hermosa dama del aviso y el tabaco. Los cigarrillos se fabricaban en la Argentina del ‘900 y la película es de 1942.
En 1950, a cinco años de terminada la Guerra Mundial II, Jean-Marie Domenach (1922-1997), escribe La propaganda política. El análisis apunta al estudio de los sistemas propagandísticos utilizados durante la guerra por el III Reich y su equivalente soviético. En la época en que el libro fue concebido, era válido considerar al periódico como «el instrumento principal de la propaganda impresa». La afirmación sigue teniendo vigencia, pero el avance tecnológico ha abierto otras puertas con las que el impreso debe competir.
La propaganda y la publicidad, dice Domenach, «hasta la época moderna apenas se distinguían». Sin embargo todo un sector de la propaganda política continúa cohabitando con la publicidad. El ejemplo claro es la campaña electoral. Pero no es esta actividad pasajera lo que preocupa al autor francés, sino la propaganda totalitaria, que actúa en todos los planos de lo humano «como voluntad de conversión, de conquista y de explotación».
Así, analiza la propaganda del bloque soviético y la de los EE. UU. «Al “realismo socialista”, a la “literatura de partido”, a todos los vehículos de la doctrina marxista, se oponen las películas de Hollywood, los “digest” [Selecciones], la “prensa del corazón” [Sociales, farándula], ciertos tipos de novelas populares que son vehículo, no de una doctrina caracterizada, sino de un mismo estilo de vida, de una mentalidad común». Pero esta dicotomía podría ser válida en la época de la llamada «Guerra Fría». Caída la URSS, ¿sigue vigente? ¿Es aplicable a nuestra actual realidad?
Un placer, sensual, genial
«Mientras fumo, mi vida no consumo», dice la letra del catalán Félix Garzo que canta Gardel. En realidad, la vida se consume viviendo. Fumando, además, se consumen los pulmones. Aunque la vida nos da sorpresas. Hace un par de meses un grupo de médicos de la Universidad de Castilla-La Mancha postula una hipótesis para frenar el Covid-19: parches de nicotina. «Comparando el número de afectados fumadores con la prevalencia tabáquica en China, […] 54% en hombres […] Si bien lo esperable era que hubiera más fumadores hospitalizados, el dato observado era extremadamente bajo y la diferencia estadísticamente muy significativa». Existen también otros estudios de especialistas de La Pitié-Salpêtrière y el Instituto Pasteur de París en esa línea. Son solamente hipótesis de trabajo, pero la noticia llegó a la prensa y los fumadores festejaron al ritmo de «fume compadre, fume y soñemos», aunque en este caso el resultado no es detener el tiempo a lo Garzo, sino el más realista de contemplar la fuga de la juventud. Además, se constató un aumento de los fumadores. Un resultado neomalthusiano.
Según noticia la CNN el 29/05/2020, la OMS «pidió a las industrias del tabaco y nicotina en todo el mundo que dejen de aprovechar la pandemia global de coronavirus y de hacer comercialización directa para niños y adolescentes».
McLuhan: ¿No es la esencia de la educación la defensa civil contra la lluvia radiactiva de los medios de comunicación?»
La pregunta se impone: ¿los científicos no previeron, que en el contexto del pánico mundial provocado por la pandemia el efecto de la difusión del estudio podría ser ese? Es cierto que ninguno recomienda fumar, al contrario, advierten sobre las 4.000 sustancias tóxicas del tabaco. Pero no deja de ser curioso que una enfermedad que destruye pulmones se convierta en un negocio multimillonario para la venta de un producto que destruye pulmones. Tampoco Bogart recomendaba fumar.
«En nuestros días, dice Domenach hace 70 años, es prácticamente imposible conocer la verdad sobre las cuestiones más importantes [distinguir] entre la propaganda y la información es cada vez más difícil de establecer». Podríamos agregar la publicidad. ¿Qué es propaganda, publicidad o información en la indigerible masa con que nos bombardean los medios?
Unos años después, el canadiense Marshall McLuhan (1911-1980) en su La Galaxia Gutemberg se preguntaría: «¿No es la esencia de la educación la defensa civil contra la lluvia radiactiva de los medios de comunicación?».
Cierto es que el pensador católico no contaba con las redes sociales ni con Internet. Y eso nos lleva a otra cuestión: ¿nos libera el acceso a Facebook o Instagram? ¿Nos abre nuevas puertas al conocimiento? Por lo menos no contribuye a nuestra ortografía… Pero los instrumentos son solo eso. Son medios que pueden ser usados de uno u otro modo.
Otra ayuda es el sentido común. Que un estudio sobre la relación entre la nicotina y el coronavirus dispare el consumo de cigarrillos habla de una crisis de sentido común. Ese sentido común del que hablaba Jaime Balmes en El Criterio, que parece haber naufragado en el mar de la posmodernidad.
El marxismo cultural
Desde Casablanca hasta la actualidad, ha pasado mucha agua bajo los puentes. Cayó la URSS, pero el marxismo cultural y su versión feminista han tomado control sobre los contenidos e impuesto su mirada sobre la «lucha de géneros». Cualquiera que obligado por la pandemia se siente a ver Netflix, apreciará que en la casi unanimidad de los planteos es una mujer el personaje principal, soltera, divorciada con hijos a los que desatiende por cumplir con sus funciones policiales, casadas con maridos que se quedan a cocinar, lesbianas… Generalmente tienen un compañero (que puede ser gay) que generalmente no le cree, y un superior que nunca le cree. Pero ella tiene razón, y al final, el problema se resuelve porque ella con su constancia, su fe perseverante combinada con una clara inteligencia, encuentra la solución. Muchas veces el superior que nunca le cree, es el responsable o está implicado de algún modo en la maniobra dolosa. Si algún personaje masculino obtiene algo de éxito es porque ella lo ilumina. Además, comúnmente el gobierno está implicado en el problema, ya con una organización secreta con un plan siniestro o directamente responsabilizando al presidente. Eso no impide las tomas que permiten identificar marcas de bebidas, celulares, computadoras…
¿Publicidad y propaganda en el mismo envase?
Nada nuevo bajo el sol.
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