Slavoj Zizek. Contra la tentación populista. EDICIONES GODOT. 108 págs. $ 690.
Un carismático, polémico y exponente europeo de una peculiar simbiosis entre marxismo y psicoanálisis en su vertiente lacaniana. Un filósofo surgido de los Balcanes, más específicamente de Eslovenia, país del cual trató de ser candidato presidencial. Un pensador que encarna las contradicciones del mundo moderno letrado y el mundo digital, asiduo visitante del Río de la Plata.
En este texto emprende la refutación de parte de las tesis de Ernesto Laclau, pensador argentino radicado hasta su fallecimiento en Inglaterra, destacado por sus investigaciones en el campo de la hegemonía socialista y la justificación de los fenómenos populistas, en especial el peronismo.
El tema central es el fenómeno de la apatía política, criticado habitualmente por los liberales que asimismo propugnan la necesidad de una movilización en torno a una nueva agenda, supuestamente surgida de la sociedad civil. Pero, paradójicamente para estos pensadores, cuando la ciudadanía comienza a movilizarse lo hace bajo la “forma de una revuelta populista de derecha y acaba no siendo raro que muchos tecnócratas liberales ilustrados se pregunten si aquella apatía no era, en el fondo una bendición”
Zizek sostiene que “para un populista la causa de los problemas nunca es el sistema como tal, sino el intruso que lo corrompe (son los especuladores financieros, por ejemplo, y no necesariamente los capitalistas), no se trata, en definitiva, de un vicio fatalmente inscripto en la estructura, sino de un elemento que no desempeña correctamente su rol dentro de ella. Por el contrario, para un marxista (como para un freudiano) lo patológico (el comportamiento desviado de ciertos elementos) es síntoma de lo normal, un indicador de lo que está mal en la estructura misma en la que se integran como amenaza esos arrebatos “patológicos”.
Pero lo que es interesante es cómo intenta explicitar las racionalidades ocultas de la migración en masa de votos que otrora tenían las izquierdas a posiciones más tradicionalistas y lo hace analizando las políticas migratorias y la contracara de las políticas dictadas por los grandes capitales que, más que la libertad de migración, les interesa tener mano de obra barata en términos y adjudican el deleznable adjetivo de racistas a los que tan solo tratan de salvaguardar sus trabajos.
Un texto no para comulgar pero si para debatir y pensar.
TE PUEDE INTERESAR