Se asume una gran responsabilidad cuando se escribe sobre una artista tan polifacética como Stella Mattos. Es tal la riqueza de su trayectoria que valorar su legado y su aporte al mundo del arte se convierte en una tarea difícil y, a la vez, ineludible.
Su obra ha abarcado la escultura, la pintura, la orfebrería… Pero es en la escultura donde se encuentra su trabajo esencial. “La escultura te exige múltiples funciones: alquimista con el bronce, geóloga con la piedra… los materiales te integran a la naturaleza”, ha dicho Mattos sobre esta forma de expresión.
Los comienzos
Stella Mattos nació en Salto y a los pocos meses su familia se trasladó a Montevideo. Desde niña, tras la sorpresiva muerte de su padre, comenzó a explorar el dibujo por una necesidad de expresión más allá de lo explicable. Conectaba con los grandes autores de la literatura universal, elegía fragmentos de obras literarias que la inspiraran y los representaba en dibujos.
Este fue el comienzo de su amor por el arte, que derivó en esa misteriosa motivación, eso que tiene de sublime el proceso creativo, y la llevó a incursionar en diferentes medios: dibujo, pintura, acuarela. También en la tridimensionalidad, madera, bronce, plata, oro, textiles, gemas, granitos, hierros, cemento y piedra… arcilla y barro, orfebrería, escultura, talla en madera, cerámica.
Entre 1972 y 1982 siguió cursos con diferentes artistas: Vicente Martín, Alceu Ribeiro y Jorge Damiani, Héctor Sgarbi, Amalia Nieto.
Vivió en Madrid varios años. Entre 1983 y 1984 estudió a los clásicos en el Museo del Prado y realizó un curso de fotografía en el Centro Estudios de la Imagen. También en Madrid expuso en el Palacio de Cristal y recibió el premio de la Asociación de Belenistas. En 1985 expuso en Pozuelo de Alarcón (Madrid).
A su retorno a Uruguay en 1986, continuó las clases con Federico Moller del Berg, Javier Nieva, Carlos Caffera, Jaime Nowinski, Aurelio Lebrato, Dante Picarelli, Gastón Zina, entre otros. Actualmente asiste al taller Iby Cuy de cerámica de Patricia Montenegro.
Obras
En cuanto a la producción artística de Mattos, se destaca el encargo de la imagen del Cristo Pantocrator de la Iglesia Stella Maris de Carrasco, por el padre Alberto Sanguinetti en 1995. Es una escultura en madera de cedro rosado de 2,40 metros de altura que preside el ábside, enmarcada en una mandorla con el Tetramorfo, los símbolos de los cuatro evangelistas, que denota un profundo estudio de la iconografía cristiana.
Antes de acometer una obra de características tan especiales, tanto por su significado como por la dificultad de su ejecución, Mattos estudió las obras antiguas para captar el movimiento del ropaje, su policromía y la espiritualidad que envuelve la composición al instante de su contemplación. “Dos años y medio de trabajo intenso, desbastando gubias”, dice Stella sobre el arduo trabajo que le significó esta escultura en madera.
Entre otras obras, realizó el busto en bronce de Francisco Morazán en la plaza de la Republica de Honduras, en la Rambla Costanera de Montevideo. Esculpió una talla en madera de Santo Domingo con motivo de los 120 años del Colegio y Liceo de las Hermanas Dominicas. A su vez, crea ilustraciones para las selecciones literarias del colegio. También son obras suyas el monumento en homenaje al doctor Alberto Gallinal, encargado por Mevir, el busto del doctor Raúl Gaudin en la ciudad de Salto y la Anunciación en cerámica en el Centro de Investigación de Estudios Familiares (CIEF).
Sus obras figuran en colecciones particulares de América y Europa.
La actividad docente de Mattos inició como profesora de escultura en el taller Villa Lola. De esta época data la escultura El abrazo, de gran expresividad por el movimiento de las figuras. A partir de 1996 y durante veinte años dictó clases de escultura.
En 2003 inició piezas de orfebrería en plata e incrustaciones de piedras semipreciosas de gran calidad y original diseño.
La temática en la escultura de Mattos es esencialmente cristiana, con escenas relativas al nacimiento de Jesús, convírgenes y ángeles como acompañantes de la composición. Se trata de vírgenes niñas y adolescentes que serán protagonistas en casi todas sus esculturas, y también en sus joyas, piezas de orfebrería en barro o plata. La suya es una cerámica libre de prejuicios, eminentemente experimentadora y tremendamente original. Hay una búsqueda de la emoción, del sentido de la belleza más pura y a la vez popular. Stella Mattos nos brinda piezas únicas que nos dan una medida de la versatilidad de esta artista.
Exposiciones
Dado su creciente prestigio, Stella recibió diversas propuestas para realizar exposiciones. En noviembre de 1999 expuso Esculturas consigo mismo conciliadas, en el Radisson Victoria Plaza, una serie de esculturas en cerámica autofraguante, maderas y cemento. Destaca la talla en madera de la Virgen de los Treinta y Tres. Un nacimiento con tallas en cedro, doradas a la hoja y una Anunciación en cerámica, comprada por el CIEF. Fue una exposición con piezas escultóricas de diferente soporte –madera, bronce, piedra, barro– que evidenció la maestría de Mattos en los diferentes materiales utilizados. Carlos Caffera elogió su capacidad creativa y voluntad de trabajo constante en búsqueda de la consecución de sus logros.
En 2005 inauguró una exposición de dibujos y pinturas en Cantegril Country Club de Punta del Este.
En 2002 Stella Mattos fue declarada “Mujer del año”.
“El trabajo de la obra de arte es arduo… por la resistencia que te impone, por la soledad que te somete, por la entrega, por el drama de no poder equivocarte y por el tiempo que lleva terminarlo. Pero gratifica. Gratifica el diálogo intimista que surge durante la ejecución de la obra”, explica Mattos sobre el proceso creador. “Todo objeto de arte no se agota en lo que enuncia, sino en la realidad que desencadena”.
(*) Catedrática de Sociología – UB, doctora de Historia del Arte, crítica de arte, miembro de AICA y ACCA.
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