Tecnofeudalismo. Crítica de la economía digital. Cédric Durand. EDICIONES LA CEBRA Y KAXILDA. 2021. 286 págs. $890.
Un ensayo ineludible en el que se conjugan las peores distopías de los ciberpunks con una implacable disección de nuestro tiempo.
El consenso keynesiano del período posterior a la Segunda Guerra Mundial ponía el acento en el rol de la política presupuestaria para alcanzar pleno empleo. El consenso de Washington de fines del siglo XX estaba obnubilado por la desreglamentación, las privatizaciones y la austeridad para perfeccionar el funcionamiento de los mercados, luego de la euforia de los liberales con la caída del Muro de Berlín. Desde los años 2000, el consenso de Silicon Valley se focaliza en desafíos de innovación y espíritu empresarial en la economía del conocimiento. Toma como matriz la experiencia californiana y lo promueve como la nueva utopía.
Pero hay grietas en este pregonado Edén. “El consenso de Silicon Valley se desmorona. Desigualdades enormes, estancamiento de la productividad, inestabilidad endémica. La nueva economía no ha hecho su aparición. Los algoritmos son omnipresentes, pero eso no significa que el capitalismo se haya civilizado. Por el contrario”.
La tesis de “Tecnofeudalismo” es que con la digitalización del mundo se produce una gran regresión. Retorno de los monopolios, dependencia de los sujetos a las plataformas, confusión de la distinción entre lo económico y lo político: las mutaciones en marcha transforman la calidad de los procesos sociales y dan una nueva actualidad al feudalismo.
Un texto en la línea cyber punk, manejado por gamers en los 90, expresaba: “Cuando el mundo se vuelve más rudo, las empresas se adaptan volviéndose a su vez más encarnizadas, por necesidad. Esta actitud del tipo ‘protejamos prioritariamente a los nuestros’ es a veces llamada tecnofeudalismo. Como el feudalismo, es una reacción a un entrono caótico, una promesa de servicio y de lealtad arrancada a los trabajadores a cambio de una garantía de apoyo y de protección por parte de las firmas… En ausencia de una reglamentación adaptada, las grandes empresas se coaligan para formar casi monopolios. Para maximizar sus beneficios restringen la elección de consumidores y se apropian o erradican a los rivales susceptibles de desestabilizar sus carteles”.
Lo cierto es que las empresas tecnológicas transnacionales incrementaron considerablemente su dominio sobre las sociedades contemporáneas. Y ya no es una cuestión solo de dimensiones de la empresa. Con la telemática, los derechos de propiedad intelectual y la centralización de datos, el control sobre territorios e individuos es cada vez más ceñido.
Y para completar el panorama, los Estados están crecientemente jaqueados por las grandes corporaciones en toda la línea, incluyendo las posibilidades reales de fiscalizarlas o cobrarles efectivamente gravámenes.
¿Cómo será la interrelación del capitalismo con lo digital? El relato de una nueva edad de oro del sistema a partir de lo digital tiene presupuestos claramente debatibles y el debate de dichos aspectos es un tema clave en el presente ensayo. Y también la temática de los nuevos modelos de dominación: “¿Cuáles son los motores del arraigo de las conductas individuales en los territorios virtuales? ¿Cómo se articulan las lógicas de vigilancia algorítmica con las lógicas políticas y económicas? De las grandes firmas californianas al sistema de crédito social chino, hay que tomar la medida de un sustrato social y político totalmente nuevo”.
Un ensayo ineludible para pensar en un aquí y en un ahora signado por la precariedad laboral para millones, estados jaqueados en su soberanía y un puñado de megamillonarios con agendas debatibles.
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