¿Quién iba a decirle a aquel arruinado aristócrata francés, que hacia 1760 se tuvo que ir a las Antillas Francesas, que iba a tener un hijo general, un nieto escritor, un bisnieto también escritor, y el busto de su bisnieta estaría expuesto en un museo de su país natal?
Y menos aún a Marie-Cessette Dumas (no guiarse por los datos de nacimiento y defunción de Wikipedia) que iba a ser madre de un general, abuela de un escritor, bisabuela de otro y su tataranieta tendría un busto en un museo francés.
El noble se llamaba Alexandre Antoine Davy de La Pailleterie (1714-1786). Marie-Cessete era una esclava subsahariana que llevaba el apellido de su propietario, quien, a su vez, la había vendido al dueño de la pequeña plantación comprada por el francés en Saint-Domingue. Parece que se trataba de una joven muy bella, lo que movió el interés del hombre para incorporarla a sus propiedades. De esa relación nacieron hijos hasta un momento en que, dicen algunos, ella murió y Pailleterie se quedó solo con los chicos. Contemporáneamente recibió noticias de que le convenía regresar a Francia a reclamar su título. El problema era que no disponía de dinero para el viaje y los demás gastos que debería afrontar. Entonces, dicen, decidió vender sus propiedades: la plantación y sus hijos mulatos. Los vendió como esclavos.
Rousseau, que tuvo cinco hijos con una modesta modista, los entregó a un hospicio a medida que iban naciendo. Los dos tenían la misma explicación: imperiosas necesidades económicas. Aunque después Rousseau confesó, que era por razones de educación (se sabe que esa era una de sus preocupaciones): la madre era analfabeta y era preferible la educación del hospicio. Si ahora todavía hay quienes tienen a Rousseau como ídolo, ¿cómo habría de oponérsele la pobre mujer?
El asunto fue que, Davy de La Pailleterie obtuvo su título con la consecuente mejora de sus finanzas. Invirtió, entonces, en la compra de uno de sus hijos. El muchacho fue enviado a la escuela militar y así fue como Thomas Alexandre Davy de la Pailletierie se convirtió en general. Según sus biógrafos sirvió durante la revolución francesa y con Napoleón. Aunque no con tanto éxito, porque cayó en desgracia y terminó muriendo en la pobreza. Ínterin, tuvo tiempo para casarse y tener hijos. El que nació el 24 de julio de 1802 sería escritor.
Padre
El general firmó la inscripción de nacimiento del niño con el apellido Dumas Davy de la Pailletierie y lo nombró Alexandre Dumas (1802-1870). En la actividad periodística se generan lugares comunes. Una larga sesión parlamentaria se etiqueta como “maratónica”. En el caso del nieto del aristócrata se trata de “célebre”. Las menciones en la prensa de la época incorporan la palabra como un título al apellido. Hasta bien avanzado el siglo XX, cuando no había otra distracción más que leer, todos conocíamos Los tres mosqueteros y sus secuelas, o el Conde de Montecristo y padecíamos con las aventuras de D’Artagnan o el más desafortunado Dantés. Para nuestro alivio, tanto el uno como el otro tienen “finales felices”. El Conde… generó una larga fila de novelas y luego, de series de TV y películas (la última estrenada en 2024).
Alexandre producía copiosamente sus novelas y su éxito era arrollador. ¿Pero sus obras eran fruto exclusivo de su trabajo o suponían un equipo invisible detrás? Su más destacado colaborador fue el escritor Auguste Maquet (1813-1888). Es difícil establecer porcentajes de participación, pero Maquet, desde su papel fantasmal, hacía casi todo. El borrador era enviado a Dumas y este le añadía la sal y las especias, que le daban el verdadero sabor al texto. Se editaba bajo la firma de Dumas y luego se repartían beneficios donde el hijo del general llevaba la parte del león. Dumas y Maquet se separaron no muy amigablemente después de una década de productiva colaboración.
En sus sesenta y siete años de vida tuvo tiempo para dilapidar dinero, casarse y tener amantes. Y también para malquistarse con los españoles. Parece que algunas observaciones del francés no cayeron bien, al menos, en algunos españoles. Así un diario madrileño finaliza su necrológica: “Deja por terminar la Historia de la revolución española con que actualmente se ocupaba en escribir y en ello tal vez tengamos fortuna por aquello de: «No hay mal que por bien no venga». También dejó tres hijos. El varón, se llamó como él.
Hijo
Alexandre Dumas (h) (1824-1895) era hijo de la costurera Marie Catherine Labay (1794-1868). Su padre lo reconoció a los siete años. Había heredado el talento de su progenitor y se convertiría en un personaje tan famoso como él. A los veintitrés años publicó su primer libro de poemas: Pecados de juventud. Sin mucho éxito, por cierto. Según él mismo declaró, se imprimieron cien ejemplares de los cuales se vendieron catorce.
Por esa fecha había tenido un romance con una conocida cortesana de la época llamada Marie Duplessis (1824-1847). La vida de esta pobre mujer fue desgraciada. Era hija de un padre que la prostituía y que terminó por venderla a los quince años a una compañía de gitanos. Otros dicen que escapó, como fuere, llegó con ellos a París.
Su belleza, dicen, era cautivadora y no demoró demasiado en encontrar un “protector” que la instalara en un apartamento. Desde esa plataforma, y gracias a sus generosos contribuyentes, su casa terminó hospedando un salón literario donde se movían personajes de la alta sociedad parisina junto a escritores, pintores y músicos, se promovía la alta cultura y se flirteaba. Allí se produjo el encuentro que dio lugar a un amorío que no duró más que un año, pero que produjo un gran impacto en el escritor. María terminó casándose con un conde y murió tuberculosa a los veintitrés años de edad.
Su misma edad tenía Alexandre cuando escribió su obra más conocida: La dama de las Camelias. De su trama se valió el escritor y poeta Francesco Maria Piave (1810-1876) para crear el libreto de una ópera a la que completó genialmente la música de Giuseppe Verdi (1813-1901): La traviata, hasta hoy la ópera más famosa de la historia. Solo con eso, aunque no fue lo único de su producción, se habría ganado su lugar en la galería de los escogidos. Falleció a fines de 1895 y su obra no estuvo exenta de polémica.
El poeta Campoamor dice de Dumas: Una ligera depresión del suelo, / Marcará el sitio en que será enterrado. / Después que, con sus tesis, ha asombrado / A la tierra y al cielo. Aunque no fueron todas loas. El periódico El Siglo Futuro, comentando los versos del poeta, señala: … “solo Campoamor, el poeta empalagoso y amanerado, podía decir que Dumas asombrase nada menos que al cielo. Las obscenidades de Dumas no asombran más que a los partidarios del amor libre”.
Nieta
Del matrimonio de Dumas con la dama rusa Nadjeschda von Knorring (1826-1895) nacieron dos hijas. Hemos elegido para ilustrar esta nota a Marie-Alexandrine-Henriette Dumas Davy de La Pailleterie. Salvo su calidad de hija de Dumas no aportó nada significativo, pero convengamos en que, como imagen, es muy linda.
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