Uruguay, el benjamín de España. Biografía del más joven y uno de los más pujantes países hispánicos. Ernesto La Orden Miracle. EDICIONES CULTURA HISPANICA. Madrid, 1949.
Ernesto La Orden (1911-2000) fue un diplomático y escritor español con múltiples destinos: Francia, Inglaterra y posteriormente en América Latina; Uruguay, Ecuador, Puerto Rico, Nicaragua y Costa Rica.
Hombre con profundos intereses culturales construyó sólidos lazos en cada comunidad donde vivió con intelectuales, académicos y escritores. De fuertes convicciones católicas, realizó diversos ensayos sobre el culto al Apóstol Santiago en América, Inglaterra y Escocia.
Otra obra que es importante resaltar es Las Españas y España, donde desarrolla una idea clave: su patria en Europa y las repúblicas americanas en las que había vivido, más allá de los lazos evidentes de lengua e historia, forman parte de una misma familia.
Y la ruptura con España no fue una liberación de un pueblo contra otro que lo oprime. Eso habría sido así si los indígenas hubieran expulsado a los españoles en los primeros años de la conquista. Lo que ocurrió fue algo distinto: los descendientes de los españoles se cansaron de un gobierno para el que ellos tributaban, pero en el que su voz no era escuchada. Lamenta Ernesto La Orden que Carlos III no haya acatado el consejo que le dio el duque de Aranda, para que creara reinos independientes con gobierno propio en América.
En síntesis: somos familia, estamos definidos por la hispanidad, palabra que les molesta a muchos pero que es la piedra angular de una forma de pararnos orgullosos en el concierto de las naciones. Y es desde este ideal que está escrito Uruguay, el benjamín de España. Con orgullo, con pesar por los errores cometidos, en síntesis, con amor por esta tierra tan codiciada por portugueses e ingleses.
Con un ameno pero erudito estilo, en el que combina imágenes bíblicas y un estilo cercano a la picaresca española, Ernesto La Orden desarrolla una descripción del marco histórico de formación de nuestra patria y una segunda parte en la que plantea algunas hipótesis de nuestra identidad nacional.
Pero transcribamos algunos párrafos: “Benjamín no admite tutelas fraternales. La inteligencia entre Artigas y Buenos Aires era imposible. Artigas representaba la inspiración popular, el puro instinto gaucho y casi indio, el sentimiento semibárbaro de la independencia y la decisión inquebrantable del republicanismo federalista, opuesto a todo intento monarquizante o unitario que reviviera de algún modo en la persona del hermano argentino los atributos mayestáticos de España. Buenos Aires, en cambio, estaba gobernado por unos grandes señores educados en la Universidad, inspirados en cánones cultos europeos y obedientes a los dictados de la Logia Lautaro, que no abandonaban la idea de una dinastía, europea o incaica, y estaban decididos a no tolerar federalismos dentro de un reconstruido virreinato del rio de la Plata”.
Y de la segunda sección hay una reflexión no habitual: Benjamín es algo blando de carácter.
“Si el lenguaje de Benjamín resulta un tanto suave con relación el español de Castilla, su carácter parece todavía más blando en comparación con el hispano y con el de otros pueblos de la misma América… En los orígenes del Uruguay hubo, en efecto, muy escaso ingrediente castellano…..la blandura del carácter uruguayo se manifiesta rotundamente, a mi juicio, en la postura ideológica colectiva ante el Ejército y la noble carrera de las armas… Impresiona contemplar la resistencia que todos los partidos políticos uruguayos, por turno, según quien esté en el poder, han hecho y hacen de la conscripción militar… Consecuencia de la blandura de carácter… son algunas debilidades temperamentales colectivas… Y se refleja de modo visible en la vida pública. Bajo su apariencia correcta hay en ella mucho de corrupción, soborno y coima, término típicamente rioplatense que incluye la llamada muñeca, forma ordinaria de cohecho administrativo que todo el mundo da por sabida y acepta sonriendo”.
Un texto fermental que nos invita a reflexionar, pues son los verdaderos amigos los que nos advierten de los defectos o errores.
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