Viajes por el Uruguay (1868-1870). J. H. Murray. Lectores de Banda Oriental, 1978. 122 págs.
Un racconto amable y sorprendente de la vida cotidiana de nuestra patria en el s. XIX. Esa podría ser una definición del presente texto. Pero prefiero otra: un pastor anglicano describe minuciosamente uso y costumbre de una tierra siempre ansiada, pero cuya economía estaba crecientemente en su órbita. Y sus crónicas, que podrían parecer ingenuas en primera instancia, devienen en todo un dossier político y económico del área. No podía faltar, obviamente, el choque religioso, el pastor anglicano deviene en un avezado ideólogo de su opción religiosa y el catolicismo de los gauchos le parecerá, entonces, algo pueril.
Murray llegó a Montevideo el 7 de febrero de 1868. Ese día la ciudad no parecía ofrecer un aspecto agradable al extranjero, que nos desconocía en absoluto. La epidemia de cólera que la asolaba se combinó con uno de los episodios más originales de nuestras guerras civiles para horrorizar al Reverendo. Fortunato y Eduardo Flores, hijos pródigos y alocados de don Venancio, se habían rebelado contra la autoridad paterna, que era también la autoridad del gobierno. Solucionado el épico episodio, le tocó en suerte al pastor asistir a otra jornada trágica de nuestra historia: la del 19 de febrero, día en que fueron asesinados los dos jefes máximos de los partidos tradicionales, Venancio Flores y Bernardo P. Berro.
Murray es un observador sagaz, los escasos errores los comete cuando recopila versiones. Y realiza observaciones de carácter sociológico por demás sutiles: atribuye nuestras continuas revoluciones sociales a la ausencia de “una sustancial clase media para asegurar el orden y la paz”. Un lustro más tarde, Francisco Bauzá daría a conocer su Ensayo sobre la formación de una clase media donde sostiene ideas parecidas. El texto es pleno de referencias agudas, donde se trata de trascender de lo aparente y no quedarse con la primera impresión: “en ningún momento creí verdaderas muchas cosas maravillosas que me contaron”.
La presente edición, fascinante en más de un sentido, tiene una particularidad: el prólogo está firmando por las siglas J.P.B y B.N., donde se puede adivinar a José Pedro Barrán y Benjamín Nahum.
TE PUEDE INTERESAR