Viajes por la América meridional. Félix de Azara. ESPASA-CALPE. 1969. 326 págs.
Félix de Azara (1742-1821) sigue fascinando a través de los siglos: militar, ingeniero, explorador, cartógrafo, antropólogo y naturalista español, desarrolló una descollante carrera tanto en España como América del Sur. Veterano de la expedición contra Argel, donde fue herido de gravedad, es seleccionado como uno de los comisarios encargados de delimitar con precisión las fronteras españolas en Sudamérica a partir del Tratado de San Ildefonso en 1777.
Luego de esperar infructuosamente a su par portugués en Asunción, opta por comenzar con la misión cartográfica. Deslumbrado por la variedad zoológica y botánica, comienza a registrarla, más allá de su falta de formación académica específica. Su devoción por el conocimiento, que se fue expandiendo a otros ámbitos, lo llevó a elaborar una copiosa producción científica que incluyó estudios sobre los pueblos originarios y su cultura. Cabe acotar que dichos trabajos, realizados en las condiciones más adversas, fueron base para el avance de los estudios, entre otros de Charles Darwin. De hecho, el propio Félix de Azara se planteó la posibilidad de la evolución de las especies antes que Darwin, aunque no generaliza sus conclusiones.
Para nosotros, su figura tiene otro aspecto: el trabajo conjunto con José Artigas en el establecimiento de pueblos en las fronteras entre la Banda Oriental y el dominio portugués, cuya fundación más importante fue el pueblo de Batoví.
Félix de Azara era un liberal, un “afrancesado”; incluso su hermano Nicolás fue embajador en París, lugar donde su obra intelectual tuvo una muy temprana recepción. Su opinión sobre la Orden fundada por San Ignacio de Loyola y más específicamente sobre la obra jesuítica estaba claramente definida inicialmente por el recelo. Pero es, asimismo, un observador perspicaz y analiza meticulosamente la conjunción de factores que hicieron posible el éxito de los jesuitas. Sopesa el terror que generaban los bandeirantes, esto es, las incursiones armadas de portugueses que esclavizaban a los indígenas y el sinfín de hábiles estrategias que empleaban los jesuitas para captar la buena voluntad de dichas poblaciones no evangelizadas aún.
Un texto que ayuda a entender el proceso que, tiempo más tarde, explicará parcialmente el éxito de la sociedad guaraní, que más allá de la expulsión de la Orden, mantendrá firmes ciertas columnas.
TE PUEDE INTERESAR: