Bauman fue un sociólogo y ensayista polaco-británico (1925-2017) que combatió en la Segunda Guerra Mundial en el Ejército polaco (Cruz Militar del Valor, 1945, toma de Berlín). De familia judía y comunista, cae en desgracia en 1968 en una ola de antisemitismo del Partido Comunista polaco, a pesar de sus visiones críticas sobre el sionismo y las políticas específicas del Estado de Israel. Emigra y se constituye décadas más tarde en uno de los intelectuales claves en la crítica al fenómeno de la globalización y acuña una peculiar concepción de la Modernidad como proceso “líquido” y omnipresente en todos los ámbitos imaginables. En el pasado, nos encontrábamos en un mundo predecible y controlable, uno sólido. La rutina, la visión a corto plazo, las costumbres, las colectividades, era lo que definía ese tiempo. Hoy todo se “derrite”, pasamos a un tiempo de continuos e irrecuperables cambios, sin certezas, sin seguridades.
Pero en este mundo de incertidumbres se yergue una sola seguridad: el afán de lucro por el lucro de los centros de poder, que no vacila en privilegiar modelos que sobrepasan con creces los modelos capitalistas tradicionales. Ya no van a existir “ejércitos de reserva” como los pregonados por el marxismo decimónico, tan solo excluidos, inempleables, que a nadie le interesan.
“Mientras vastas regiones del mundo permanecieron total o parcialmente al margen de la modernización, las demás sociedades las veían como zonas capaces de absorber el excedente de población de los ‘países desarrollados’. Se buscaban ‘y se hallaban de forma temporal soluciones globales a los problemas de superpoblación producidos localmente. Pero a medida que la modernización ha ido alcanzando las áreas más remotas del planeta, se ha generado una gran cantidad de ‘población superflua’, y ahora son todas las regiones las que han de cargar con las consecuencias. Por lo tanto, nos enfrentamos a la necesidad de buscar soluciones locales a problemas producidos globalmente. La propagación global de la modernidad ha dado lugar a un número cada vez más elevado de seres humanos que se encuentran privados de medios adecuados de subsistencia, y a la vez el planeta se está quedando sin lugares donde ubicarlos. De ahí las nuevas inquietudes acerca de los ‘inmigrantes’ y los que piden ‘asilo’, así como la importancia creciente del papel que desempeñan los difusos ‘temores relativos a la seguridad’ en la agenda política contemporánea”.
La globalización engendra, en una extraña danza que parece recrear a una divinidad hindú, creación y destrucción. Deslumbrantes sueños de prosperidad e inversiones encierran, muchas veces, facturas difíciles de pagar en términos humanos. Quizás sea un buen momento de recuperar valores e instituciones que algunos se han apresurado a botar al basurero de la historia. Estructuras familiares fuertes, lazos sociales que formen red, Estados presentes que sigan siendo el escudo de los frágiles siguen siendo herramientas útiles en estos tiempos.
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