El próximo 6 de marzo a las 19 horas en la Sala Idea de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación y Cultura (San José 1116, Montevideo) tendrá lugar la inauguración de la muestra plástica Vidas encajonadas, de Claudio Rama.
“Esta serie de cajas, que se acompañan de textos e isotipos, espero que provoque infinitas interpretaciones, como toda expresión artística para cada observador”, escribe Rama en la presentación del libro, también de su autoría, que acompaña la muestra. Sin duda, valdrá la pena asistir a esta exposición de pequeñas esculturas que gritan, incomodan y juegan mediante metáforas y símbolos representando situaciones o reflexiones que se encadenan tema por tema desde la, por momentos sarcástica, visión de este novel artista plástico.
Para conocer más acerca de esta creación artística, desde Cultura de La Mañana dialogamos con Claudio Rama.
¿Qué significa para usted esta exposición de Vidas encajonadas en el MEC?
Todo acto de creación es resultado de una necesidad de expresión íntima y personal, de deseos y necesidades profundas, pero también las personas buscamos que eso no quede limitado a un espacio personal, sino que sea visto y juzgado por otros. Por ello es un gran placer poder someterme a la crítica. Hace muchos años, en un libro titulado El capital cultural en la era de la globalización digital, centrado en el análisis de la oferta y la demanda cultural y que fue Premio Nacional de Ensayo del MEC en 2000, analicé la diferencia entre la creación, como un acto personal, y la cultura como resultado de algún nivel de aceptación y reconocimiento social o de mercado a esa creación. Exponerse es necesario para que tenga algún tipo de valor lo que uno hace.
¿Cómo se dio la génesis de la exposición? ¿Fue un impulso a partir de un momento o un proceso?
Desde hace no menos de treinta años he rumiado la idea de hacer trabajos en un nivel plástico y escultórico a través de cajas, con varios intentos. En 2010 incluso empecé a trabajar en una serie de maletines ejecutivos blancos de madera. No llegue a avanzar mucho, aunque aún conservo algunas de esas cajas con sus contenidos. Más tarde lo fui visualizando a partir de un taller de caricaturas con Hogue. En los últimos años, la pandemia me ayudó a encontrar los tiempos, cuando ya tenía relativamente definido lo que quería explorar y hacer.
Seguramente tiene algo para decir con estas obras plásticas que quedan enmarcadas rigurosamente y mantienen un estilo y una técnica poco frecuentada ¿Cuál sería el mensaje?
En el libro Vidas encajonadas, que se presentará con la exposición, escribí una introducción en la cual analizo alguno de los ejes de los basamentos y objetivos. Entre ellos refiero como soporte al conceptualismo como un arte que busca significados y que no busca solo una mirada específica del objeto, sino construir una narración simbólica, pero atada al mundo real en el cual transitamos; al re-uso de objetos procedentes de otros contextos que son re-significados, al muñequismo como forma de representar la vida colectiva en un mundo irónico y paralelo en el cual se insertan las personas y donde se reflejan sus dolores, acciones, angustias o cotidianidades; al minimalismo de los objetos buscando despojarlos de lo superficial y reduciéndolos a lo esencial; a lo irónico, tratando de no caer en un discurso ensayístico o político, sino dar miradas diversas, con sarcasmo, tragicómicas o caricaturesco como deformación de los objetos, y finalmente a un teatrismo, por el carácter frontal de las piezas con su profundidad, que las conforma como espacios escénicos frente a las cuales somos espectadores de una obra en la que los actores son muñecos.
El tratamiento de formas, colores y texturas, así como el juego volumétrico y la selección de objetos que utiliza ¿lo emparentan a alguna corriente actual? ¿Siente afinidad estética o ética con algún artista plástico contemporáneo?
Uno siente afinidad y placer por muchas corrientes, y soy un permanente enamorado y visitador de museos y galerías de arte. Lo aprendí hace décadas de Marta Traba, la crítica de arte y mujer de mi padre Ángel Rama. No siento en general rechazo a ninguna manifestación plástica, sino que siempre me ha llenado el mundo plástico de enormes placeres y goces. Ahora trato de vencer la tentación de acercarme demasiado a los influjos de las obras de otros y trato de construir un estilo personal y diferenciado. Sin duda he sentido múltiples atracciones en estos tiempos desde los dibujos de Quino a los cuadros de Solari, y sin duda de las cajas de Joseph Cornell y de aquellas de los primeros surrealistas, y aquí o allá hay ideas puntuales de muchos pintores o escultores que me gustan por cómo resolvieron o encararon algunos problemas o temas. Pero me he peleado conmigo mismo para tratar de construir un camino propio en esta serie de Vidas encajonadas.
Esta exposición tiene la particularidad de ser en la sede del MEC. ¿Siente que esto agrega una expectativa extra o que lo expone personalmente? ¿Le importa la opinión de la gente? Hasta ahora, ¿qué opiniones le han llegado?
El espacio público expositivo es dominante en el país, salvo Punta del Este, por muchos motivos. Este es el tercer lugar en el cual he presentado la propuesta, y agradezco al ministro Da Silveira que me ofreció el espacio de libertad que le solicité. Es conocido los vericuetos de cómo se llegó a esta exposición. Pero también ello ha permitido múltiples miradas y, sin duda, aunque las opiniones han estado tamizadas por esos hechos, he deseado que se pueda ver el árbol más allá del bosque. El objeto de toda exposición y toda persona es que sus creaciones puedan ser apreciadas o sentidas, por ellas mismas, y no por el contexto o las peripecias que siempre nos rodean. Incluso en este caso, no solo por los textos, sino por el rol de ellos en permitir una mejor mirada de las obras plásticas que son el centro de la muestra.
¿Esta exposición significa un comienzo o consolidación para una carrera artística que ya tuvo antes acercamientos con la imagen y la literatura, entre otras?
La palabra carrera es un poco pomposa y sin duda muy grande, si la comparo con mis otras líneas de trabajo de académico, de gestor o de coleccionista. He realizado en estos pocos últimos años algunas exposiciones de fotos de los Entierros del Carnaval de Guichón (Museo del Carnaval) y de Cardona (Mercado Agrícola), los textos han sido publicados en el diario La R y en la Revista Relaciones, y he realizado pequeñas muestras en la Galería Tribu, el espacio de En Perspectiva, la Casa del Partido Colorado o el set de Sergio Puglia. Es cierto que osadamente incursiono en algo literario, pero es ensayístico, como todos mis libros. Recientemente publiqué un libro catálogo de mi colección de máscaras, Los otros rostros de América Latina y una investigación sobre inteligencia artificial y educación superior. De hecho he sido un plumífero toda mi vida y este libro es el número treinta. En la vida, nada empieza ni termina, sino que todo es ampliación, desarrollo y continuidad.
¿Qué apoyos o estímulos ha recibido para continuar en este camino?
Aunque soy economista y desde muy joven impulsé la importancia del concepto de las industrias culturales y de los reconocimientos monetarios, creo más en los estímulos morales que en los materiales para la labor creativa. Para mí ha sido de enorme importancia el afecto humano, el calor del apoyo de amigos y desconocidos, y las referencias a la necesidad de la libertad de creación. Pero son finalmente los fantasmas y demonios internos los que nos guían y debemos trabajar para ayudar a liberarlos y canalizarlos.
De ahora en más, ¿cuál será su estrategia de gestión para dar a conocer sus obras?
No tengo nada definido. Cada puerta abre nuevos caminos y cierra algunos otros. Algunas vestimentas y angustias siempre están presentes y otras se agregan o modifican. La creación plástica es un aspecto de mi vida ahora, y espero seguir alimentándola, y espero que se continúe amoldando a las demás áreas que hacen mi cotidianidad y mis placeres. El tiempo dirá el grado de incidencia y dedicación, en función también de si es solo un acto de creación individual de mis angustias o si hay un espacio de reconocimiento colectivo, y que algunas personas sientan que es una expresión que abre una puerta y una forma expresiva interesante para continuar. Por lo pronto sí espero poder poner las piezas en algún remate o galería comercial, y exponerlas en algún otro sitio del país.
Coincidiendo con esta exposición se presenta, además, el libro de su autoría que lleva el mismo título y en el que se presentan en forma expresa las obras e isotipos. ¿Considera imprescindible, necesario, un plus o parte de la exposición la presentación de estos textos?
El trabajo de estos tres últimos años y que deriva en la exposición en el espacio IDEA del MEC tiene tres componentes: las 37 piezas que se presentan, un texto de cada una, que es el sustrato detonante de las piezas, e isotipos que sintetizan esas manifestaciones plásticas y literarias. Ello busca reafirmar en querer plantear un enfoque neo conceptual del conjunto. No era posible quitar ninguna de las patas de esa tríada de componentes, ya que ellos, desde el arranque del trabajo estaban integrados. Aunque puedan ser mirados y leídos individualmente, y son de hecho objetos separados, en el proceso de creación fue un trabajo conjunto y mutuamente interdependiente.
¿Qué opina de la exploración de saberes o capacidades? Contadores que son escultores, médicos que son guitarristas, abogados que son músicos, etcétera.
La creación está en lo más profundo de todas las personas, sea por expresión de angustias o de placeres. Algunas veces ellas encuentran las oportunidades y canales de realización y en otras no lo necesitan. En otros casos duelen las heridas no cicatrizadas. Por algo siempre la oferta cultural es mayor que la demanda cultural. No hay que pensar en el mercado. Yo tengo la experiencia del Coleccionismo de Máscaras o de la acción social. Las cosas se hacen porque el cuerpo lo pide y hay que hacerle caso al alma cuando lo requiere.
Sin duda, sus estudiantes y colegas profesionales de otros ámbitos estarán muy expectantes de esta carrera artística que ha decidido transitar. ¿Alguna recomendación o comentario que quisiera dejarles?
Cuando tenía 53 años empecé mi segundo doctorado en la UBA, todos eran mucho más jóvenes que yo y me sentía en otra galaxia. La terquedad furibunda es la voluntad necesaria para todo, y luego incluso seguí estudiando y terminé cuatro posdoctorados. Siempre se puede empezar algo nuevo a cualquier edad. Yo lo he hecho muchas veces y espero seguir. No proyecto abandonar mi trabajo regional, mi colección de máscaras, los negocios o mi vida académica de investigador en educación superior, sino integrar otro tema en mi vida. Hay que aprovechar el tiempo antes de nos vuelvan a buscar del último quirófano.
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