Voces de la ensenada. Juan Pablo Font. TORRE DEL VIGÍA EDICIONES. 2021, 190 págs., $450.
Una sensación distinta se apodera del lector cuando comienza a adentrarse en este texto. Es imposible sustraerse al encantamiento de ser transportado a la costa rochense, más específicamente a Valizas. Comienza la transformación, uno comienza a devenir en un “valicero”. Y ese es el pequeño milagro que logra juan Pablo Font, un novel escritor que logra, con una escritura sin falsas pretensiones, construir esa comunión con una geografía y personas con vivencias que, siendo radicalmente únicas y locales, devienen en arquetipo de lo universal.
Font se bajó del “mundo” y se fue a vivir a Valizas hace años, conjugando las contradicciones de ser un locatario pero, en última instancia, un “recién llegado” proveniente del muy lejano Montevideo. Es desde ese lugar privilegiado que puede ser el narrador de historias difíciles de borrar de nuestra mente.
Una de ellas está centrada en la figura de Agosto Álvarez, un héroe sin ambages. “Criado en el mar, se hizo pescador a la fuerza, oficio que aprendió por no tener alternativa. De gurí estaba condenado a un destino chueco e imperfecto, que de la mano de un pueblo que ve en el mar y en el arroyo una esperanza, que en el día hace que viva latiendo en el pecho, y que en la noche se oculte entre las luces de un farol a queroseno y un vaso de caña, esperando al fin que llegase el alba”. Un valicero que sabe que no se juega con el mar y ni con una costa que es el infierno para los navegantes. Agosto Álvarez logró salvar náufragos de una muerte certera en tres instancias distintas. La primera vez, a su propio padre. Años más tarde, ya siendo funcionario policial, cuando había consenso de la imposibilidad de salvar a las 16 víctimas del “Francisco Roco”; apostó con su vida y logró el milagro de salvarlos a todos. Años más tarde, ya retirado, rescató a unos turistas ocasionales. Pero este increíble héroe estaba destinado, como tantas veces acontece, a una vejez marcada por la pobreza y las privaciones. En algo que nos reconcilia como sociedad, esta historia tiene un final de dignidad. Agosto Álvarez logró en vida, no solo el reconocimiento sino un soporte material en función de una comunidad que no olvida a sus héroes.
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