En las tantas andanzas que tuve en mi vida, siempre con la guitarra al hombro, tuve la fortuna de cosechar muchas experiencias, como siempre algunas buenas y también de las otras, pero que todas por igual dejaron enseñanzas. Recorrí, pueblos, villas, ciudades, canté en salones, embajadas, conventillos, parroquias, clubes, prostíbulos, delante de banqueros a bancarios y de iletrados a economistas y en todos lo hice con el mismo respeto hacia quien quería escuchar.
En cierta oportunidad rumbeando a la zona de Mal Abrigo hice un alto en el camino en un comercio que se daba a conocer como el “Boliche de la Polola”. Era realmente una suerte de almacén de ramos generales, se podía comprar desde alguna bebida espirituosa, a tornillos con arandelas. Por allí había varios parroquianos, pero me llamó la atención un hombre que guitarra desencordada en mano y un vaso de grapa sobre la mesa, trataba de hacer gala de sus dotes de cantor y payador, un tanto arrevesado en su decir, ya que mezclaba expresiones, algunas por haber sido muy mal aprendidas y peor pronunciadas, de un español bien campero, con un hebreo mal aprendido, herencia de sus ancestros. Sin duda me resultó un caso curioso, era una especie de “payador sefaradí” y a pesar de las dificultades para comprenderlo, capturó mi atención.
Zenón, así se llamaba este payador de voz “gangosa”, lucía un pañuelo colorado como único abrigo externo para el garguero, ya que por dentro se entibiaba con unos buenos tragos de grappa con limón, demás está decir que tal prenda, delataba al parecer sus preferencias políticas. Para mí sorpresa varios parroquianos que se quedaron en otro sector del boliche, no prestaban mucha atención a sus floreos y versos, lo que hizo que me acercará a uno de ellos y le pregunté el motivo de tan notorio desdén a alguien que era de sus pagos:
¡Es que le conocemos todos los versos! –y, agregó otro – ¡además siempre dice que va a cantar una cosa y después nos canta otra!
¡Fíjese que un hombre que se usa golilla colorada dos por tres le canta le canta versos al “Che” -dijo uno llamado Julio- ¡y en otra oportunidad nos dejó, tirados a nosotros, sus amigos de tuita la vida y se fue con unos capitalinos a “la Picada de las Tunas” pa´ divertirse sólo.
¡Ustedes dicen eso porque no entienden nada de economía! -dijo Zenón- ¡si iba con ustedes todo me salía un veinte por ciento más caro, les lleve clientes nuevos y las muchachas me hicieron descuento, son negocios! –agregó.
Ya viendo que las diferencias iban a ser insalvables y con firme intención de evitar males mayores y pudiesen salir a relucir facones, le pedí a Zenón que me cantará algunos versos criollos, a lo que me respondió que ¡con mucho gusto! y arrancó con “Imagine” de Lennon para mi enorme sorpresa.
¡No le dijimos, dice una cosa y hace otra!
¿No tendrá en su repertorio algo del Gran Eustaquio Sosa? ¿o de Santiago Chalar? -le dije como para orientarlo.
¡Cómo tener tengo! Pero a veces me siento un Chicago Boy y canto en
gringo…
¿Y cuándo coqueteás con el Che, qué te sentís? -le dijo doña Polola.
Eso me pasa solo cuando ando como perdido –contestó.
¡Bueno encontrate rapidito y cantá una buena canción patriótica, algo bien Federal! -agregó Polola.
¿Tiene “buscando al jefe Artigas”? –le pregunté.
Tengo -dijo y se afirmó a la guitarra y nos salió con una del cubano Silvio Rodríguez “el Unicornio Azul”.
No hay caso, anda perdido…-murmuró Polola
Nota de autor: Zenón tenía su hinchada, pero no eran de sus pagos, cualquier parecido con algún personaje de la actualidad, es mera coincidencia y la canción que queríamos escuchar, va a continuación.