El campeonato uruguayo de 2024 tuvo varias aristas que lo hizo diferente. Ambos clubes grandes se reforzaron más que otras veces. Ello llevó a que después de haber quedado sacudidos ambos por el campeonato ganado en 2023 por Liverpool se vieran obligados a luchar por ganar el 2024. La Tabla Anual resume lo que pasó. Peñarol impuso un récord para torneos con Apertura, Intermedio y Clausura, logrando 93 puntos en 37 partidos. Nacional obtuvo 86, lo que en cualquier otra temporada hubiese significado ganar la tabla más importante de todas.
Pero existieron diferencias claves.
Peñarol armó un equipo que no complicó la estructura económica del club pero que obligó a una inversión grande a mitad de temporada, cuando tuvo que renovar por seis meses más el contrato con Leo Fernández. Nacional, por su parte, tuvo altibajos en la primera mitad que le costó el cargo al Chino Recoba, y se reforzó con algunos futbolistas como Sebastián Coates y el Diente López, que no estuvieron a punto para los partidos claves de Libertadores.
Por el contrario, Diego Aguirre tuvo un porcentaje altísimo de aciertos que llevaron a generar un equipo titular y otro suplente capaces de obtener buenos resultados. Es cierto que Nacional también tuvo dos equipos a disposición, pero el resultado final en el torneo local y en la Libertadores condiciona el análisis final.
Diego Aguirre ya es leyenda en Peñarol. Lo es desde que protagonizó el gol de la final de 1987 ante el América de Cali. Desde aquel 31 de octubre entró en el Olimpo de las glorias aurinegras, que por cierto son muchas y enormes. Ya como DT Aguirre tuvo tres pasajes por el club y siempre fue campeón cortando rachas negativas. En el 2003 Nacional venía de un tricampeonato con Hugo de León y había olor a quinquenio; en el 2010 Nacional llevaba dos torneos consecutivos y desactivó el trienio. Pero el gran destaque fue llevar a Peñarol a la final de la Libertadores de 2011. Ahora Peñarol venía de dos campeonatos perdidos con Nacional y Liverpool, pero sobretodo cargaba con el enorme fracaso en la Sudamericana pasada.
Obviamente un DT por mejor que sea no puede hacer nada sin jugadores y acá es donde el olfato y los pedidos son claves. Peñarol pudo armar un equipo sólido con dos arqueros de primera como Aguerre y De Amores. Lo de Washington Aguerre fue excepcional y los aurinegros tuvieron la defensa menos vencida por lejos, con 17 caídas, casi la mitad del siguiente.
En laterales, Pedro Milans, Camilo Mayada con intermitencias físicas, y Damián Suárez sobre el final dieron solidez. La zaga de Guzmán Rodríguez y Javier Méndez con el aporte eventual de Coelho y su polémico pasado tricolor dieron garantías. En el lateral izquierdo Maxi Olivera y Lucas Hernández aportaron seguridad.
En el medio rescato a Damián García, para mí el campeón del mundo sub-20 con mejor año, que junto a Eduardo Darias hicieron recordar a las viejas duplas aurinegras siempre exitosas. El Tito Gonçalves y el Pocho Cortés de los años 60, Nelson Acosta y Ramón Silva de los años 70, Miguel Bossio y Mario Saralegui de los 80 han sido marca registrada. Agreguemos los momentos de Gastón Ramírez, de gran talento e influencia, pero físicamente castigado, sería la otra opción y por momentos el otro sub-20 mundialista que fue Nacho Sosa.
El genio, el goleador, la diferencia fue Leo Fernández y no se lesionó nunca. Luego por las bandas Sequeira, el Cangrejo Cabrera y fundamentalmente la llegada de Báez en la segunda mitad. El 9 con gran rendimiento y goles importantes fue Maxi Silvera, y cuando tuvo que entrar en los últimos meses Facundo Batista fue clave, llegando a ser titular junto a Maxi en lugar de ser recambio en el último partido.
Demasiado para un campeonato local. 7 puntos sobre Nacional, 33 sobre el tercero y 53 sobre el noveno, que sería el primero de los que no llegó a copas internacionales, son cifras demoledoras. A los 38 partidos jugados por el campeonato local hay que agregarle 12 partidos por la Libertadores. Haber llegado a la semifinal de la copa es un hecho demasiado importante. Peñarol en su grupo le ganó a Rosario Central, que era uno de los campeones argentinos de la temporada anterior, y a Atlético Mineiro, que sería finalista de la Libertadores. Ligó en los cruces para eliminar a los bolivianos a pesar de la altura y la hazaña en Maracaná para dejar afuera al candidato Flamengo fue la frutilla de la torta. Con un plantel de 35 millones de dólares de valor enfrentó a brasileños de cerca de 200 millones, cada uno con jugadores de varias selecciones nacionales. Una tarea imposible que la hizo viable. Si bien dolió el 5 a 0 en Río ante Botafogo, el resumen fue más que positivo. Soy de los que cree que una semifinal en 2024 es más meritorio que una final en 2011 y que una final en aquel año es más meritorio que las finales de los años 60. Podría demostrarlo a través de los formatos y las diferencias económicas, pero no es el tema de hoy.
Peñarol tuvo un debe que a su vez es lo que permite afirmar que lo de Nacional no debería ser tan grave. Nacional ganó 4 de los 5 clásicos jugados y el restante fue empate. Es cierto que dos de los ganados fueron por penales y uno de ellos era en el verano. Pero el otro por penales fue la final de un torneo oficial, el Intermedio, y valió una de las 166 copas que proclaman los tricolores con orgullo tener en sus pobladas vitrinas.
Cuando se dio el empate ante Danubio en la penúltima fecha que selló casi la suerte del equipo de Lasarte muchos hinchas de Nacional se quedaron a esperar y reclamar al plantel y cuerpo técnico. Mi visión es que un equipo que hizo 86 puntos, que en cualquier otra temporada hubiese ganado la anual y que ganó 4 de los 5 clásicos y termina sin perder ninguno, no merece tanto reclamo. De última deberían enojarse con Aguirre o Leo Fernández, pero no con ellos mismos. Lo que duele es haber perdido puntos ante equipos que descendieron como Fénix y Rampla, eso es cierto.
Mejía es un baluarte, Losano fue de lo mejor del torneo por derecha, la zaga de Coates y Polenta es de nivel y sufrió la tragedia de Izquierdo. El campeón mundial sub-20 Antoni, Báez y Velázquez son buenos futbolistas y el refuerzo del Ojito Rodríguez en defensa sumó categoría.
En el medio Lucas Sanabria y Oliva son de primera línea, pero también Zabala, Mauricio Pereyra a quién le pesaron las lesiones, Alexis Castro, la aparición del juvenil Cairus y el otro campeón sub-20 Chagas son jugadores de nivel titular en cualquier equipo uruguayo.
Jeremías Recoba es un talento importante, Galeano y González en las bandas, y 4 centro delanteros con los que Nacional no ligó. Carneiro lesionado jugó media temporada, en un momento dado estaban lesionados también el nigeriano Ebere, Bentancur, que me gusta mucho, y el paraguayo Santander, que siempre da una mano, dependiendo el partido. La llegada con algunos minutos de Petit, con un clásico inolvidable, y el buen nivel de Guillermo López hablan bien de la cantera. Lo del Diente López se demoró para poder disfrutarlo sin urgencias y para mí llegó demasiado tarde.
En definitiva, si Peñarol no era el campeón, y por ejemplo lo era Liverpool como el año pasado, lo de los 5 clásicos invictos sería incontestable. Pero la realidad es la realidad.
Por siempre será el año en que el Peñarol de Aguirre y Leo Fernández ganaron el Apertura, Clausura, la anual y el Uruguayo, además se metieron entre los 4 mejores de América. Demasiado para festejar por parte de Ruglio, el Zeta y su gente mientras en Nacional el oficialismo enfrentará una convulsionada elección el 14 de diciembre.
Nos quedamos sin finales… largo diciembre se avecina.
TE PUEDE INTERESAR: