César Luis Menotti no fue un director técnico más. Su forma de ver el fútbol tiene raíces en tres polos que han dado al mundo generaciones de cracks, sea como futbolistas o entrenadores. Su Rosario natal es una cuna de gigantes, el fútbol argentino es una cantera inagotable y la influencia rioplatense ha dado campeones en todos los tiempos. Rosario, Argentina, Río de la Plata.
El periodista argentino Juan Pablo Varsky rescató una frase dicha por el gran DT que pinta de cuerpo entero su pensamiento: “La genética del fútbol argentino está basada en la maravillosa relación del jugador argentino con la pelota. Si tuviera que ejemplificarlo diría que el argentino tiene la técnica del jugador brasileño y el carácter del uruguayo. Por eso es una raza especial de futbolista”.
La definición es perfecta y explica muchas cosas. A veces nos apresuramos a pensar que su filosofía giraba en torno al fútbol bonito, al famoso tiki tiki como gusta decir JR, que los porteños definen como tiki taka.
Siempre he pensado que el mejor fútbol del mundo estaba radicado desde siempre, o desde que se independizó el balompié de las Islas Británicas, sobre las costas del Atlántico sudamericano.
Esto incluye obviamente a Brasil, Uruguay y Argentina. Con enfrentamientos dramáticos entre sí, cada uno de los tres países ha conseguido dominar el mundo a nivel de selecciones mayores, juveniles o clubes en distintas ocasiones en las 12 décadas que nos separan de los inicios del siglo XX. Y lo han hecho con distintas generaciones, lo que confirma que se trata de países futboleros que están más allá de una gran figura del momento (como CR7 para Portugal o Haaland para Noruega) o una gran generación como la de los húngaros de Puskas de los años 50 o la de los holandeses de Cruyff de los años 70 por mencionar hechos a veces aislados.
Esta grandeza de los tres países del Atlántico sudamericano ha generado notables exponentes como futbolistas y también como directores técnicos.
Entre ellos se encuentra en un lugar privilegiado César Luis Menotti, que falleció a los 85 años. Así como él creyó que el futbolista argentino es una raza que condensa la técnica del brasileño con el carácter del uruguayo, hay que convenir que los grandes triunfos de brasileños y uruguayos también tuvieron en sus filas toques de sus vecinos más cercanos en la búsqueda del complemento necesario para mejorar su identidad, o lo que Menotti dio en calificar como raza.
En el debate futbolero sobre paladares, me siento más cerca de Bilardo o Mourinho que de Menotti o Guardiola. Me gusta más Simeone o Ancelotti que Bielsa o mi gran amigo JR. Pero es un tema de gustos, sobre los cuales siempre se dijo que no hay nada escrito.
La carrera de Menotti como jugador le permitió apenas ser campeón de liga una sola vez con Boca, a pesar de haber jugado también en Rosario Central, Racing, el Santos de Pelé y un corto pasaje por el incipiente fútbol de Estados Unidos.
Si bien fue un jugador talentoso, de gran estatura física, fino andar y potente remate, lo mejor de su carrera fue como técnico.
Se inició en Huracán, club al que se le cuestionaba ser el sexto grande tomando en cuenta los grandes triunfos internacionales logrados por aquel Estudiantes de La Plata del revolucionario y pragmático Zubeldía con la participación importante de quien sería su archienemigo como DT, o sea Carlos Salvador Bilardo.
A ese Huracán que no salía campeón desde 1928, lo llevó en 1973 a ganar un campeonato basado en un juego que maravilló a propios y extraños. Recuerdo que los domingos esperaba hasta casi la medianoche la llegada del casete con el partido más importante de la fecha para ver Fútbol Argentino en Canal 10 con el relato de Mauro Viale. En esa temporada salvo los clásicos en River-Boca o Racing-Independiente, lo que llegaba era siempre el partido del “Globo” que gustaba, ganaba y goleaba.
Eso le sirvió para que luego del Mundial de Alemania 1974 le ofrecieran la selección argentina. Brasil era tricampeón, Uruguay ya tenía cuatro estrellas mundiales y un fútbol enorme como el argentino no conseguía concretar sin siquiera tener buenas figuraciones.
La burla de los uruguayos era que ellos se autodenominaban “campeones morales”. Siempre jugaban mejor, pero nunca ganaban a nivel mundial. Justo es decir que en Copas América la historia era otra y como hasta hoy los hermanos rioplatenses lideramos cabeza a cabeza.
Menotti fue el que inventó que la selección argentina era más importante que los clubes. Generó un orden que creo que fue ayudado por una época en la que un gobierno autoritario vio con buenos ojos que la disciplina que faltaba pudiese colaborar con futuras victorias que todo gobierno trata de aprovechar.
El Mundial de 1978 lo vio campeón. No hubo tiki tiki ni ballet. Fue pragmático, su equipo tuvo técnica en futbolistas como Houseman, pero practicidad y punch con Luque o Kempes. Fillol atajó hasta el viento y su defensa y mediocampo se debatió con uñas y dientes ante rivales que varias veces los pusieron en jaque como Italia, cuando le ganó en la serie o luego la misma Holanda que perdió por poco la final. No citó a Maradona que ya era figura ni a Bochini, mientras Alonso fue una figura nominal. O sea, los grandes 10 no tuvieron lugar.
El episodio del arquero argentino de Perú de apellido Quiroga y el 6 a 0 en semifinales llevó a que muchos hablaran de un partido comprado. Argentina precisaba ganar por 4 goles para eliminar a Brasil, ya que jugó con cartas vistas.
En defensa del fútbol argentino quiero recordar que en el término de un año la selección mayor ganó el Mundial, la sub-20, también dirigida por Menotti ganó su Mundial en Japón y Boca fue campeón del mundo de clubes por primera vez en Alemania.
Lo resaltable es que fueron tres planteles diferentes, no se repitió ni un solo jugador y si bien Maradona apareció en el sub-20, nadie puede decir que no hubo tres planteles capaces de los principales lauros disponibles en el planeta. Todo entre 1978 y 79.
Para el Mundial de España 82 la selección argentina ya perdió el hambre y pareció más un cabaret que un gran equipo fracasando con Kempes y Diego juntos.
A partir de 1983 deambuló por el mundo en grandes clubes como Barcelona, Boca en dos ocasiones, River, Independiente en tres procesos, Atlético Madrid, Sampdoria, un par de clubes mexicanos y hasta Peñarol en 1991.
En Barcelona perdió la Liga a pesar de llevar a Maradona, que fracturado no pudo acompañarlo todo el tiempo. Pero no ganar ningún torneo con grandes como Boca, River e Independiente, ni brillar en Atlético Madrid o Sampdoria dejaron sabor a poco. Incluso en Peñarol que había sido campeón de América con Tabárez 4 años antes, salió tercero en un campeonato uruguayo ganado por Bella Vista…
El famoso “achique” le dio más disgustos que alegrías y toda su carrera pareció basarse en la espalda de aquel ya lejano Huracán del 73 o la Argentina del 78 hasta el juvenil del 79 le habían concedido con total justicia. Al igual que sucede con Bielsa, sus dichos, sus frases, su capacidad como “encantador de serpientes” lo distinguió más que los logros que sus hinchas procuraban cuando aplaudían su contratación.
Para Menotti el fútbol es un juego, hay que disfrutarlo y maneja un lirismo que cuenta con millones de adeptos. Sospecho que los hinchas de verdad de los clubes prefieren ganar jugando mal que perder jugando bien y el caso de Menotti fue uno de los tantos en donde quedó demostrado que no siempre se gana jugando bien y a veces no consiguió ni siquiera que sus dirigidos lo lograran.
Fue un grande, en sus últimos años como director de selecciones nacionales fue clave para que la convulsionada AFA no cesara a Scaloni para poner a alguien con más nombre. De las tres copas del mundo ganadas por Argentina fue protagonista en dos. La primera y la última.
Desde su llegada a la selección de su país en 1974 los jugadores comenzaron a querer participar, a priorizar la albiceleste y jugar con una mística que Bilardo y otros supieron mantener.
Pero esas ya son otras historias. Por último, les cuento que tengo su número de celular, en su foto de perfil no está su familia, ni Maradona, Kempes o Messi. En la foto de su perfil de whatsapp está Pelé haciendo un gol de cabeza en un salto monumental. Tal su admiración sin importarle la nacionalidad.
TE PUEDE INTERESAR: