La Secretaría Nacional de Deporte continúa con su programa Gol al Futuro, un plan que prioriza a los más jóvenes para que, además de jugar al fútbol, estudien y cuiden su salud, entrenando en las mejores condiciones posibles. Un claro testimonio de trabajo con juveniles es el caso de Danubio, club que nace humildemente a fuerza de niños y familiares de Flor de Maroñas.
Si se trata del deporte más popular del Uruguay, es difícil no pensar en el fútbol. No solo es de las disciplinas a la que más se apuesta en materia formativa, sino que es una fuente de paralelismos a la hora de relatar situaciones cotidianas. “La pelota está complicada”, “qué penal”, sirven para expresar hechos difíciles. “Un gol de media cancha”, “en el ángulo”, se pueden usar para describir logros. Y así se podría seguir.
Los deportes en general son espacios de formación y educación donde se trabajan valores, se aprende a ganar, a perder y se socializa. Muchas veces la disciplina deportiva aleja a los jóvenes de situaciones negativas imperantes y que están al alcance de la mano. En algunos casos el deporte se transforma en una fuente de ingresos que permite alcanzar metas económicas impensadas y ayudar a las familias a salir de carencias.
Uno de los principales lugares de referencia para el fútbol masculino juvenil en el país es el complejo Héctor del Campo, ubicado en Malvín Norte y perteneciente a Danubio Fútbol Club. En la entrada un cartel da la bienvenida con la foto de José María Jiménez. El reconocido deportista fue sembrado en el club y hoy sirve de inspiración para jugadores que están comenzando.
En esa línea, La Mañana dialogó con Arturo del Campo, presidente de la institución de la Curva de Maroñas. Aseguró que la Organización Nacional de Fútbol Infantil juega un rol fundamental en la captación de jugadores, y que es difícil que en el país haya un jugador con condiciones que pase desapercibido. Son miles los chicos que empiezan en el baby fútbol, después pasan al fútbol juvenil y, luego, pueden terminar jugando en primera división.
“Muy pocos llegan, pero también se da que muchachos nacidos en lugares con muchas carencias, en donde la vida no les ha sido fácil, terminen teniendo una solución económica, educacional y social para ellos y sus familias”, relató el entrevistado.
Sostuvo que los clubes, más allá de ser un lugar para practicar deporte, actúan con la problemática social como un complemento para aquellos que no tienen una cobertura familiar o educacional. “El fútbol es una manera de socializar, con muchos valores. Los DT, a veces, actúan como maestros, y el fútbol es una influencia junto con la familia, el vecindario y la escuela”, opinó.
Relató que muchos jugadores que ganan fortunas y están jugando en grandes ligas, el fútbol les permitió –a ellos y sus familias– vivir algo que, de otra manera, era difícil de lograr. “El trabajo que hacen los clubes, muchas veces, no se ve. No solo está marcado por lo deportivo, tratan de formar al jugador integralmente, entonces trabajan con psicólogos, nutricionistas, asistentes sociales”, detalló Del Campo.
El orgullo de los barrios obreros
Del Campo no pertenecía a los barrios de influencia de Danubio como Flor de Maroñas, La Curva, La Unión, Piedras Blancas, zonas que poseen muchas carencias, principalmente a nivel económico. Danubio, de alguna manera, es una institución que ha crecido en lugares con muchas problemáticas “fruto de dirigentes que supieron tratar de suplir esas carencias con inteligencia”, explicó el entrevistado.
Personalmente, el presidente entiende que le pasó a la inversa de lo común: “Lo normal es vivir en un barrio y que eso nos acerque a un club, pero en mi caso fue al revés; me acerqué a un club y eso me hizo sentirme partícipe y querer a los barrios como propios. Me siento como en mi casa a pesar de nunca haber vivido allí”, confesó.
El club está enclavado en una zona de personas trabajadoras. Danubio es una institución señera, nacida en el núcleo de un grupo de niños pertenecientes a la humildad más grande, por eso Del Campo considera que el club es un orgullo para el barrio y que haya llegado a donde llegó en el futbol uruguayo. “Eso fue fruto de muchos dirigentes, entre ellos mi padre, que supieron ver por dónde tenían que ir para hacerlo crecer”, dijo.
Desde el pasado, un gol al futuro
Del Campo formó parte del equipo fundador del programa Gol al Futuro, de la Secretaría Nacional de Deporte. Este proyecto nació en 2009 con la premisa de colaborar en la formación de futbolistas juveniles, no solo en materia deportiva sino en educación y salud. Se intenta impulsar a los jóvenes a que realicen cursos formales y se cuiden las condiciones de entrenamiento.
La preocupación por estas áreas se gestó mirando el lugar que tiene el fútbol en la vida de los jugadores. La preocupación era que los jugadores se encaminaran en el fútbol como carrera, pero la realidad es que la enorme mayoría no termina cristalizando esa esperanza de solventarse económicamente, tanto a ellos mismos como a sus familias.
En esa línea, el presidente de Danubio expuso que, si el joven no está contenido como corresponde, al no alcanzar su sueño, el fútbol pasa a ser un lugar de frustración, “porque apuestan, dejan los estudios, priorizan y llega un momento en el que hay que darse cuenta que es una carrera que suele terminarse a los 35 años”. Gol al Futuro apuesta a dar herramientas para que los juveniles se defiendan más allá de tener el fútbol como carrera.
“Hay muchos chicos que llegan a jugar en primera división, pero eso no le permite un cambio económico importante, entonces se retiran sin una formación y sin suficiente dinero. Gol al Futuro intenta que estudien, que se formen como personas de manera integral más allá del fútbol”, explicó el entrevistado.
El programa, además, se preocupa en darles una cobertura médica y dotar a las instituciones de implementos mínimos para que puedan jugar de manera decente. Hay instituciones con muchas carencias, en donde los deportistas deben bañarse con agua fría, por ejemplo, o van a entrenar sin tener un desayuno.
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Del amor a un club a la capitalización deportiva
Cuando Arturo del Campo tenía tres años, sus primeros recuerdos ya son amando a Danubio Fútbol Club. Su padre, el ingeniero Héctor del Campo, era delegado de la institución. Cuando tenía 12 años, su padre cumplía con el rol de presidente de la AUF; estos hechos implicaron que Arturo estuviera siempre vinculado al deporte más popular de nuestro país.
Cuando cumplió la mayoría de edad fue dirigente de juveniles dentro de la institución, luego estuvo en la comisión fiscal; en 2004 fue presidente hasta 2010; y retomó ese lugar hace un año y medio.
En su vuelta al club como presidente, Del Campo aseguró que muchas cosas han cambiado, y otras se mantienen igual. “Me encontré con un fútbol que a nivel político es muy diferente. Por ejemplo, el tema del congreso y los cambios que hubo a nivel estatutario después de la intervención de la AUF”, comentó.
Lo cierto es que antiguamente, la mayoría de los clubes eran una sociedad sin fines de lucro, con dirigentes movidos únicamente por el amor a la institución, pero hoy existen cambios en ese sentido. “Los clubes se han profesionalizado de otra manera. En una cantidad de clubes hay capitales externos al fútbol y atrás de los clubes se conforma una realidad diferente”, analizó al respecto el presidente de Danubio.
Desde sus inicios que la institución fortaleció el apoyo a los juveniles, un pilar del equipo de la franja. “Al no tener el poder que tenían los clubes grandes, la manera de crecer era apostando a las divisiones juveniles, cosa que hoy hacen muchos clubes. Danubio es un semillero y una cantera inagotable de jugadores para el bien del club y del fútbol local” expresó, orgullosamente, su presidente.
En clave femenina
Danubio cuenta con una escuela de iniciación deportiva para niñas, y participa a nivel de AUF en varias categorías, no solo juveniles, sino también mayores. Para Del Campo, el fútbol femenino le trajo una frescura muy especial al deporte. “Lo primero que pasó es que, hace muchos años a las mujeres no les interesaba la disciplina demasiado, pero poco a poco les fue gustando, fueron aprendiendo y apasionándose”, comentó.
Por otra parte, explicó que cuando se juega al fútbol femenino va la familia, y entiende que es muy bueno que se generen esos ambientes en las canchas. “Es muy positivo y creo que el fútbol femenino seguirá creciendo. Tiene un aporte social de igual importancia, o más, que el masculino”, sentenció el presidente.
Un impulso infantil que dio grandes resultados
La historia de Danubio es muy particular, ya que los fundadores fueron niños. En ese entonces, por la década de los 30’, en Uruguay se dio un desarrollo importante del fútbol y comenzaron a formarse nuevos equipos que se inspiraban en el gran logro de la Selección Uruguaya de Fútbol, el ser campeones del mundo.
Todo surge a raíz de un grupo de niños pertenecientes a la escuela República de Nicaragua, ubicada en el barrio Maroñas. El 1 de marzo de 1932 se estableció como fecha fundacional del club, ya que, en esa jornada, la madre de uno de los niños impulsores del equipo propuso el nombre Danubio en honor al río que cruza su país natal: Bulgaria.
Además, ese día, se decidió financiar la camiseta a través de una rifa. Alcides Olivera, hermano de uno de los chicos fundadores, compró 10 números con la condición de que la camiseta fuera blanca y negra. Y fue así que Danubio tuvo los colores insignia que lo identifica hasta el día de hoy.
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