Clásico
La verdad es que el hecho de que se haya jugado el tercer clásico en 20 días se presta para el chiste fácil en los países vecinos. La distancia real, histórica, mediática o de lo que quieran entre los grandes y los chicos hace que a los periodistas del continente les llame la atención la acumulación de clásicos. Fue casual, se juntaron el clásico de verano con la final de la Supercopa, que no siempre la juegan los grandes, y por si fuese poco el sorteo los puso en la segunda fecha del campeonato.
Consecuencias
Cada cual festeja o rescata lo que quiere según le fue en la feria.
Nueve al hilo
Nacional con razón maneja el alargue a nueve de la racha de clásicos sin perder. Además, como la última victoria aurinegra fue en abril de 2023, es un hecho que se cumplirán dos años de imbatibilidad. Es una cifra. Si bien el récord lo tiene justamente Nacional entre 1971 y 1974 con 16 clásicos, hay que entender que en estos tiempos en donde los planteles se renuevan constantemente hay futbolistas que nunca perdieron un clásico y otros que nunca ganaron, como no sucedía antes. De hecho, Nacional venía de cuatro victorias seguidas. Si bien la final ganada en el Intermedio del 2024 fue por penales, el festejo fue bolso y luego vino el clásico del Clausura en el Parque y los dos de enero del 2025. Es mucho, demasiado para algunos. A favor de Nacional y en contra de Peñarol, obviamente.
16 arriba
Por su parte los hinchas de Peñarol festejan o rescatan que a nivel de Campeonato Uruguayo hace 74 fechas que Nacional está por debajo en la tabla anual (no lo revisé, pero supongo que pueden haber estado alguna vez empatados, pero nunca los tricolores por encima). En un torneo de 37 fechas, son dos años completos en los que uno lo ganó Liverpool y el otro Peñarol. Si hablamos de dos años, acá están los dos años mirasoles. También los hinchas carboneros resaltan para contrapesar que la estadística global desde 1900 a la fecha les está dando una ventaja de 16 triunfos sobre su rival de todas las horas.
El clásico
A mí me gustó más que a la media de los que lo vieron. Los primeros 10 minutos fueron intensos, cortados, con falta fuertes sobre todo por parte del local, dando a entender que sería de “hacha y tiza” y eso me encanta.
Es cierto que el resto del primer tiempo fue más pobre, con pocas incidencias peligrosas y con demasiadas imperfecciones. El tema es que cuando se enfrentan dos equipos muy parejos es normal que existan muchas pelotas divididas y ninguno pueda lucirse. Eso sucede cuando un equipo superior enfrenta a uno más débil. Y allí hasta surgen las goleadas. En mis programas comenté que cuando estaba en 6º de escuela y jugábamos contra 5º parecíamos Real Madrid, o en mi época en los años 60 nos parecíamos al Peñarol de Spencer y Joya. Pero cuando jugábamos contra 1º de liceo nos transformábamos en un equipito condenado al descenso y nuestro rival parecía el Nacional de Cubilla y Artime.
Hay que entenderlo, a mayor paridad, menos chance de arrasar con el rival.
En el segundo tiempo y sobre todo después de la gran definición para el gol de Maxi Silvera. Allí el partido se abrió porque Nacional salió furioso a buscar el empate mientras Peñarol de contragolpe salteaba el mediocampo e intentaba liquidarlo. Tampoco consiguieron muchas situaciones claras, pero motivaba y entretenía ver cómo el partido se hacía de arco a arco. A mí me conformó. El empate con el golazo de Jeremías Recoba puso la media hora final expuesta a que cualquiera pudiese ganarlo.
Quiero destacar a Recoba, que convirtió por segundo clásico consecutivo, pero en esta ocasión con una verdadera joya. No un taco casual, fue un gesto técnico magnífico que seguramente hizo emocionar a su papá.
Leo Fernández
Es imposible no exigirle a un futbolista por el cual Peñarol pagó siete millones y cuyo contrato significará una erogación de 15 millones en total. Y digo erogación porque con el tiempo, de acuerdo con los resultados, sabremos si fue gasto o inversión.
Es muy pronto para dar una opinión definitiva, pero que haya jugado tres clásicos en 20 días y no haya podido ganar ninguno, perdiendo dos de ellos, sin marcar goles ni generar ningún desequilibrio genera ruidos en propios y extraños.
En Peñarol no fue unánime el esfuerzo realizado, si bien a nivel de redes sociales y griterío había un clamor por mantenerlo, muchos pensaron que el costo era demasiado alto. No voy a considerar la ironía y tomadura de pelo de los hinchas tricolores porque está bien que aprovechen… mientras puedan.
Mi opinión es que Leo Fernández es caro e innecesario. Lo dije antes, lo sostengo y créanme que quisiera errarle. Es caro porque nuestro fútbol no hace sustentable este tipo de cifras. Pero además es innecesario. ¿Por qué? Porque en un país donde hay solamente dos chances de ser campeón, no parece razonable este tipo de desprendimiento económico. Obviamente, el mayor sueño es que con la mantención de Leo en Peñarol se pueda llegar a la sexta Libertadores.
Yo creo que para tener chance de pelear la “sexta” se precisa un poderío económico como el de River argentino y contratar seis o siete Leo Fernández. ¿Se entiende? Es lo que hizo River, que tiene cuatro campeones del mundo (no los más importantes) y ni siquiera así puede garantizar ganar el máximo trofeo. El mismo River se plantó en cerca de seis millones y su presidente Brito, que ha demostrado una inteligencia comercial y financiera por encima de la media en sus negocios particulares, desechó la contratación del especialista en tiros libres.
Obviamente, si Peñarol gana la copa o llega a la final, y estoy dispuesto a agregar que si sale campeón uruguayo y llega otra vez a semifinales, habrá valido la pena.
El riesgo es demasiado grande, por eso no aplaudo lo hecho. Insisto, ojalá los planetas se alinean y salga bien y me tendrán festejando por 18 de Julio.
Es un gran futbolista, pero precisa que sus compañeros generen faltas cerca o lejos del área para lucir su mayor virtud.
Diego Polenta
Diego Polenta se hizo echar después de terminado el juego. Creo que debe aprender a manejar sus impulsos si quiere poder jugar con continuidad. Nacional tiene una muy buena zaga con Coates y el colombiano Millán. Polenta me gusta, pero debe controlar su descontrol.
Operativo
Me pareció mejor que otras veces el operativo de seguridad. Carísimo, fruto del descenso cultural y la falta de voluntad para ponerle el cascabel al gato, era necesario y salió muy bien.
Penal
Según la Dra. Claudia Umpiérrez y los que saben, no fue penal. Creo que para terminar con todo esto a nivel de FIFA debe legislarse para que toda mano sea penal y a otra cosa mariposa.
Encendedor y petaca
En un país normal, con la fortuna invertida en cámaras de seguridad, deberían estar identificados los que tiraron un encendedor que dio en la cabeza de un jugador de Peñarol y una petaca con mala puntería.
A los 10 minutos, sin apuro y con gentileza, policías de la Republicana debieron invitar amablemente a los agresores a retirarse del estadio, pasarse seis o siete horas de investigaciones de antecedentes en la comisaría con esa espera eterna para retornar a sus casas habiéndose perdido el asado pospartido y quedándose sin ganas para repetir esas genialidades que solamente pueden llevar a su club a perder puntos y dinero. Con una falta ciudadana a pagar con presentación en comisaría en días de partido, anotación en la lista de prohibición de ingreso por un año y con alguna compensación como cortar el pasto varias veces en Avda. Italia estos dos inadaptados no volverán a tirar nada.
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