Varios son los temas que acaparan la atención futbolera y me merecen algunas reflexiones que quiero compartir en esta página.
Nacional no resistió el hecho de que, en doce partidos, incluyendo los amistosos de verano, el equipo no pudiese ganar dos partidos seguidos. Fueron apenas tres victorias y un rival tradicional que se escapaba en la punta ante la euforia de sus simpatizantes.
Las críticas en la tribuna, en las redes, que confirmaban lo que se veía en la cancha hicieron su trabajo y obligaron a la directiva tricolor a tomar una decisión siempre difícil. Cambiar de técnico en las primeras de cambio nunca es grato. El argentino pareció no haber entendido jamás lo que tenía en sus manos. No digo que tuviese una maravilla, pero tampoco era lógica la cosecha de malos resultados y flojos rendimientos aún en los partidos victoriosos.
Y pasó lo que todos sospechábamos. Alvaro Gutierrez, que se había negado hace un tiempo a regresar, finalmente fue el elegido para dirigir por tercera vez a Nacional. Nunca empezó de cero, siempre llegó para apagar incendios y hasta ahora sus debuts fueron triunfos con goleadas. Demás está decir que en sus espaldas están los dos campeonatos uruguayos ganados anteriormente.
Algunos hablan de un don que transforma al “Guti” prácticamente en un talismán. Soy de los que creen que reducir a la suerte lo que sucede descalifica al que lo recibe. Sirve para el chiste fácil, se dio que sin haber debutado Peñarol perdió el invicto, pero creer que eso tiene asidero parece de otro tiempo, desafía la razón y minimiza al destinatario.
Sin dudas a la suerte hay que ayudarla. Realizó siete cambios en su primer partido, el Gran Parque Central agotó sus entradas y generó un ambiente triunfalista generando que a los siete minutos del segundo tiempo ante River ya estuviese liquidado el encuentro.
Gutiérrez parece condensar características básicas del futbol uruguayo y juega con un pragmatismo total. No le tiembla el pulso para entregarle el balón al rival a pesar de la presión de la hinchada y la necesidad de goles que calmen la sed. Y con su fórmula llegó un 3 a 0 contundente.
El tiempo dirá qué pasa, los partidos y los campeonatos los ganan los futbolistas y estamos en un país con solamente dos grandes candidatos. No es física cuántica ganar el torneo y tendrá valor poder llegar alto en la Libertadores, pero no parece haber un plantel que ilusione en lo internacional. Ojalá me equivoque en esto último.
Peñarol era el único invicto, pero ya venía perdiendo puntos. En el campeonato en sus últimos cinco partidos, empató, ganó, empató, ganó y ahora perdió. El tema fue que en el medio apareció también el 4 a 0 a River en la Sudamericana con tres goles de Arezo. La sensación térmica era la de un equipo que se iba con la fusta bajo el brazo rumbo al título. El inicio de Arezo con 11 goles hizo reflotar, con razón, estadísticas que no se daban desde los tiempos de Fernando Morena.
El aurinegro ya había tenido problemas cuando reservó a los titulares ante Maldonado y debió meter cinco de sus figuras en la segunda parte, entre ellas al goleador, para conseguir los tres puntos.
Igual insisto que con Arezo en la cancha ya se habían producido dos empates y permitido que en ambas ocasiones Nacional se arrimara en la tabla.
Matías Arezo lesionado viajó con la selección mientras Peñarol logró un pálido triunfo ante River y ahora perdió el invicto. El goleador volverá pero el gran drama carbonero es que si sigue haciendo goles a mitad de año se irá. El campeonato uruguayo y la Sudamericana terminan en noviembre y Peñarol parece ser demasiado “arezodependiente”. Siempre es bueno disponer de un crack, pero no cuando su continuidad tambalea de entrada y tampoco cuando puede haber lesiones, suspensiones o viajes con la selección que pueden desnudar tus carencias.
La peor critica que se le puede hacer al Peñarol que perdió ante Liverpool es que se pareció demasiado al Peñarol 2022. Para el técnico Arias significa una alerta que llega justo antes de un clásico. Se jugará mucho el próximo sábado y la crueldad de los resultados dirán cómo sigue esta historia.
Del clásico quiero marcar mi asombro ante tanto desatino en torno a la fijación del partido. Ya lo he marcado. Hemos sido derrotados por los violentos. Es por eso que no se juega en domingo. La incapacidad de manejar las hinchadas lleva el partido a un sábado, que no es grave, pero es un dato. Los horarios de los clásicos también dependen de lo que precise la policía para poder realizar sus operativos.
La localía estuvo en discusión. El Ministerio del Interior sugirió el Centenario con las dos hinchadas o en sus escenarios sin visitantes cediendo a las presiones de los violentos que se muestran amos y señores incontrolables de los estadios de sus clubes.
Nacional que ya había dicho que si se juega en los escenarios propios no daría entradas a visitantes. Peñarol, cuya lógica indicaría hiciera lo mismo monta un show sobre su interés de que no se corte la fiesta del fútbol y propone que asistan visitantes rechazando de plano llevar el partido al Centenario.
Todos ceden ante los violentos. El Ministerio que sugiere a los clubes no ser locales y ni siquiera jugar en Turismo por supuesta falta de policías, Nacional que no quiere visitantes en su cancha luego de los penosos incidentes del último clásico y Peñarol que juega un partido chiquito que es quedar ante la opinión pública como que prioriza la supuesta fiesta del fútbol y que su rival es el cobarde que no quiere asistir.
Quiero detenerme en este punto. No parece creíble que Peñarol prefiera anular una tribuna en donde puede vender 4 mil entradas más a sus hinchas que llenarán el Campeón del Siglo. El operativo de seguridad costará mucho más si asisten visitantes, Nacional no dará reciprocidad y misteriosamente el club mirasol apuesta a defender una fiesta que no será tal en ninguna hipótesis.
Las imágenes del último clásico mostrando el frustrado convoy aurinegro que no pudo viajar siete minutos rodeado de policías sin ser violentado, permitiendo ingresar al Gran Parque Central a hinchas que estaban en la lista de prohibición, una gallina inflable y mil infracciones más, permiten augurar que si se intercambian 2 mil entradas como se hizo en los anteriores clásicos, será un dato, pero JAMÁS una fiesta. Los clubes no han podido manejar la situación de sus propios hinchas, han debido pagar decenas de miles de dólares de destrozos en el estadio visitado, y cumplir todo tipo de sanciones.
No es cierto que habrá fiesta. Eso no es una fiesta. Nacional tiene razón, en este contexto no tiene sentido jugar con hinchada visitante. Para colmo el sábado un grupo de revoltosos cortó 8 de Octubre prendiendo cubiertas y reclamando con violencia la presencia de visitantes, el domingo desplegó pancartas insultantes hacia los dirigentes y hasta pretendieron agredir a Eduardo Ache a la salida del partido. Esto solamente dio más razón a la visión de José Fuentes, presidente tricolor.
Hasta que el Estado no retome el control, ni siquiera se precisa arriesgar ya que ambas hinchadas llenan sus estadios por sí solas.
Hace pocos días vimos una vez más por TV cómo Real Madrid visitó Barcelona con apenas 200 hinchas ubicados a la altura del Hospital de Clínicas que parecían más familiares y amigos que otra cosa. Los clubes en el mundo priorizan a sus socios e hinchas y ni en Europa se contempla que queden miles afuera para darle lugar a la visita. Nuestros grandes tienen 100 mil socios cada uno y estadios de 35 a 45 mil personas. No precisan visitantes.
Justo acá, que no sabemos convivir en paz en un estadio, o mejor dicho no sabemos controlar a los que no quieren convivir, justo acá discutimos esto. No parece sensato.
Para el final, mi recuerdo para Hugo que fue factor determinante para que esta página me permita llegar a ustedes. Largas charlas y reuniones quedarán en mi memoria. Mi saludo afectuoso a su familia que hace posible que La Mañana no detenga su andar.
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