Se salvó el campeonato Intermedio con el hecho inédito hasta el momento de que Peñarol y Nacional ganaran sus grupos y tengan que disputar la final.
Ya he manifestado que estamos teniendo problemas para jerarquizar la actividad local. Como se sabe el Campeonato Uruguayo se compone de tres fases, que son el Apertura, Intermedio y Clausura. Además, está la tabla anual y la compleja tabla del descenso con promedios que hacen difícil entenderla.
Los clubes se enfocan en lograr la mayor cantidad de puntos para ganar o quedar entre los ocho mejores de la tabla anual, que ha quedado demostrado que es la más importante. El Apertura y Clausura surgieron en 1994 como copia del modelo argentino, pero con el tiempo fue cayendo el interés de ganarlos por parte de los hinchas, en especial de los grandes, que son el 85% o más de los que concurren al fútbol.
La decadencia de la obtención de esos dos torneos comenzó cuando especialmente el ganador del Clausura ganaba el derecho a definir el campeonato uruguayo contra el ganador del Apertura. Festejar ruidosamente un torneo corto un miércoles para quedarse el domingo siguiente con la sensación de no haber ganado nada fue minando el espíritu festivo de los hinchas.
En momentos en que estamos conmemorando los 100 años de la invención de la vuelta olímpica por parte de los capitaneados por el Mariscal Nasazzi en Colombes, ya hace más de 20 años que los cuadros grandes no la dan si ganan un torneo corto. Copiamos la fórmula a los argentinos, pero ellos al segundo año de su creación, que fue en 1991, le hicieron una variante y no la imitamos.
Newell’s y Boca llegaron a la final que me tocó presenciar en La Bombonera en ese año 91, con el Maestro Tabárez como técnico boquense. Ganó el equipo rosarino y el festejo histórico de un Clausura logrado tras 10 años sin títulos por parte del equipo del uruguayo quedó desmerecido totalmente.
Al año siguiente AFA decidió que entonces nunca más habría final o finales y que cada torneo corto generaría un campeón de liga. O sea, durante largo tiempo los argentinos tuvieron dos campeones por año.
Polémicas decisiones llevaron a cancelar el Apertura y Clausura, aumentar a 30 los clubes en primera y en los últimos años le agregaron la Copa Argentina, la Supercopa Nacional, la Supercopa Internacional, el trofeo de Campeones y la Copa de la Liga a lo que es el histórico campeonato de liga a una sola rueda. Pero esta es otra historia que hoy no nos compete.
Volviendo a lo nuestro, aquel recordado festejo de un Clausura del Nacional de Sosita en un descapotable en 1999 para luego perder el campeonato uruguayo determinó que nunca más festejaran o dieran una vuelta olímpica, en el país que la inventó, ninguno de los dos grandes.
El Intermedio, como lo dice su nombre, quedó en el medio, pero había que acortarlo y se juega en dos series. El tema es que hay una final que no genera ningún premio económico visible y ni siquiera permite sumar los tres puntos en la tabla anual.
El premio de asegurarse un lugar en Copa Sudamericana parece demasiado poco para los grandes, ya que a esa copa van del quinto al octavo de la anual, por lo que de ganar el Intermedio, por lo general, no hacen uso de esa prerrogativa, ya que o bien la consiguen por la tabla o porque clasifican a la Libertadores.
Otro premio es jugar la Supercopa uruguaya en un hecho que tampoco parece ser razonable. En todos los países las supercopas las juegan los campeones de Liga versus los campeones de Copa. Acá le damos poco valor a ganar el Intermedio, pero luego lo usamos para quitarle valor a la Copa Uruguay, que sigue sin poder darle a su campeón un pase a la Supercopa y ni siquiera una clasificación a una copa internacional. Justo es decir que se consiguió un cheque de un millón de dólares que pone Conmebol. O sea que está bueno ganarla, pero el error es que la juegue el campeón del Intermedio que jugó ocho partidos contra el campeón uruguayo que jugó entre 35 y 39 encuentros para lograrlo.
Dentro de toda esta confusión, que se solucionaría con pequeños retoques de reglamentación para darle más valor a ambos, Intermedio y Supercopa, ahora estamos en la semana previa a una final que vale porque la juegan por primera vez en siete ediciones los dos grandes.
Un grande contra un chico o dos chicos entre sí condenarían al ostracismo esta final. Igual hay que destacar que es la primera vez que Peñarol llega a la final, mientras que los campeones anteriores fueron Nacional en cuatro ocasiones y Liverpool en las dos restantes.
Por supuesto que a Nacional y a cualquiera que la gane le suma un título más a su palmarés y eso se ve reflejado en las camisetas que llevan el conteo total, siendo que los tricolores tienen ya 165, si mal lo recuerdo, siendo una cifra única en el planeta.
La expectativa es grande, es un clásico y ambos se esforzaron en la última fecha para confirmar su clasificación, en especial los aurinegros, que lo lograron con un agónico gol luego de haber recibido el obsequio en el mismo juego de un gol insólitamente anulado para Defensor.
Los grandes, más allá del Intermedio, miran hacia mediados de agosto, cuando deben retornar a la Libertadores. Peñarol piensa en The Strongest y Nacional en Sao Paulo. La altura de La Paz en un caso y la diferencia de billetera con los grandes de Brasil en el otro preocupan en medio de semanas intensas para poder recibir refuerzos importantes y evitar perder a los mejores valores, que a veces terminan jugando en los rivales, fruto de un reglamento que permite ese despropósito.
Como se sabe es impensable conseguir el concurso de figuras extranjeras de nivel y los uruguayos que aceptan venir muestran una o más de las siguientes tres razones: no los pone el DT de su club, por lo general por considerarlos prescindibles; vienen de una larga lesión y por ello de una larga inactividad y nadie los piensa usar, y, por último, alguna situación familiar que exija que vuelvan unos meses al país.
En una medida que entiendo lógica se pusieron de acuerdo en eliminar el alargue en caso de empate como estaba previsto. Es que ambos DT quieren que el partido sea lo más corto posible para poder llegar lo mejor posible a la Libertadores.
Me atrevo a asegurar que quién resulte ganador, aunque sea por penales, hará gárgaras de lo importante que es ganar el Intermedio, lograr un nuevo título oficial y vencer al tradicional rival. El perdedor dirá que es un campeonato menor y que la mente está puesta en lo internacional y en el campeonato uruguayo. Como siempre, habrá dos bibliotecas. Lo cierto que la final clásica nos regala una semana previa y una semana posterior llena de emoción, polémica, debate, alegrías y tristezas. Y de eso se trata este juego.
Así que el Estadio Centenario seguramente lucirá lleno de hinchas de ambos, con algunos pulmones demasiado grandes que se encargarán de achicar lo que debe ser una gran fiesta.
La semana que viene sabremos qué pasó, pero por ahora agradecemos a este desprestigiado torneo el regalarnos un clásico para calentar el invierno.
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