Finlandia fue la sede de la última edición del Mundial Máster de Atletismo. Se presentaron 64 países, entre ellos Uruguay, que contó con la representación de 11 atletas, quienes, a pulmón y con sacrificio autoimpuesto, volvieron con tres medallas.
El Mundial Máster de Atletismo 2022 se llevó a cabo entre el 29 de junio y 10 de julio en Tampere, Finlandia. Se trató de un evento de calibre de campeonato mundial para el deporte del atletismo (pista y campo), en el que participan atletas masculinos y femeninos a partir de los 35 años. Otra de las particularidades de este tipo de competencias es que todos los atletas, sin estándares de calificación, pueden participar únicamente siendo miembros de las organizaciones nacionales de cada país.
El World Masters Athletic (WMA) es el organismo rector de estos mundiales que no solo incluyen eventos de atletismo sino también cross country y road running. Los Campeonatos Mundiales de Atletismo Master se han llevado adelante en 18 naciones diferentes y 23 ciudades desde su inicio en Toronto en 1975.
En esta oportunidad Uruguay compitió con una delegación de 11 representantes, que son Mariela Muñoz, Verónica Ruiz, Ana Giuffra, Rafael Scabino, Ariel Miguez, Javier Mirazo, Yenny Peraza, Margarita Grun, Cecilia Vidal, Alejandro Pontet y Leonardo Salavrrey.
Estos atletas no solo dejaron el corazón en cada etapa en las que les tocó competir, sino que también en poder estar allí, ya que, en términos generales, son ellos quienes costearon su participación.
A esto se suma que los entrenamientos para una competencia de esta magnitud requieren de una constancia y desgaste diario que, como dijeron algunos de los atletas, “no todo el mundo entiende por qué se elige hacer tal sacrificio todos los días”.
Fueron tres las medallas que los representantes trajeron a la vuelta al país, dos de plata y una de bronce. En sí esto representa un gran logro y más tomando en cuenta que algunas delegaciones participaron con más de 1.000 atletas.
Ganar o aprender
Rafael Scabino participó en las carreras de 800 y 1.500 metros, en la categoría que va de los 45 a los 49 años. En la primera competencia terminó en el lugar número siete, con la particularidad de que, si bien iba mejor ubicado en la posición número tres o cuatro, sobre el final se tropezó y cayó. “Terminé cruzando rodando y perdí algunos puestos”, relató a La Mañana.
Este tipo de episodios son comunes de ver en las competencias, por lo que los deportistas deben prepararse, además de físicamente, para sobrellevar la frustración de un hecho así. “La bronca fue tremenda, confieso que lloré como un niño chico debido a la frustración, por lo poco que me faltaba para llegar. Pero en el deporte estas cosas pasan, se gana o se aprende”, expresó.
Cabe señalar que el atleta tuvo el récord nacional absoluto hace 25 años y los 800 metros siempre fueron su fuerte.
Cuatro días después de ese momento, Scabino tuvo que correr los 1.500 metros en los que quedó quinto, por lo que tuvo la posibilidad de tener una especie de revancha inmediata. Esto lo obligó a recomponerse más rápido, según comentó, a entender que los rivales también compiten y hacen lo mejor para ganar unos a otros, por lo que la frustración debe quedar de lado.
Scabino comenzó con el atletismo cuando tenía 13 años, en 1989, época en la que se inauguró la primera pista de sintético. “No sé por qué, pero el atletismo me gustaba mucho, cada vez que veía una competición en televisión me sentía atraído. Cuando me enteré que había un campeonato sudamericano juvenil en Montevideo con la inauguración de la pista, salía del liceo y me iba a ver el torneo”, rememoró.
Contó que a los días los padres lo acompañaron. Su padre había hecho atletismo de joven por el club Estocolmo y al ver el entusiasmo de su hijo le preguntó si quería empezar. La respuesta de Scabino fue, sin dudas, un sí.
Comenzó a ir a la pista en julio de ese mismo año y asegura que su sueño en ese momento era ser Carl Lewis. “Me creía rápido, pero resulta que tan rápido no era. Probé unos días haciendo salto alto y largo, pero tampoco saltaba mucho. Hasta que un día el entrenador Flechero me mandó a correr 1.000 metros y parece que me fue bastante bien. Terminé corriendo 800 y 1.500 metros hasta hoy”.
“Soy atleta desde antes de nacer”
Margarita Grun compitió en los 200 y 400 metros en la categoría de 65 años. Ella es profesora de educación física de ocupación, pero atleta de vocación. Cuando era apenas una niña, al vivir en una zona casi rural, todos los sitios quedaban más o menos lejos de su casa, por lo que cualquier mandado lo hacía corriendo. “Para mí correr era un disfrute desde la primera vez que lo hice”, expresó a La Mañana.
“Soy atleta desde mi nacimiento, desde antes de nacer. Me siento más atleta que otra cosa. Cuando me preguntan qué hago o qué soy yo, digo ‘atleta’. Me pasó una vez en el dentista que me preguntó qué era para hacerme un certificado y le respondí atleta”, relató a modo de anécdota.
Margarita fue una de las participantes que obtuvo una de las medallas, la de plata en los 400 metros, instancia en la que mejoró su marca. Las otras medallas llegaron en manos de Leonardo Salvarrey (plata en garrocha) y Verónica Ruiz (bronce en 1.500 metros).
Más allá de la premiación, la deportista aseguró que su objetivo era correr ya que había tenido dos intentos anteriores en mundiales pero la salud no le había permitido participar como ella quisiera.
“Hace unos tres o cuatro años estaba sufriendo determinadas lesiones, porque me operaron de un sobrehueso en el pie. Cuando fui al mundial de Málaga (2018) no pude competir, solo hice la posta 4×100 con mis compañeras para sacarme el gusto de hacer algo. Después fui al mundial de pista cerrada de Torun y cuando quise salir del taco me lesioné un gemelo”, contó.
La deportista no se dio por vencida y hace un año comenzó a prepararse para Tampere. Lo hizo con paciencia, entrenando ella sola para dar hasta donde podía. “Me planteé el objetivo de participar del mundial y lo logré. El hecho de que me hayan descalificado en los 200 metros, a pesar de ganar, no lo sufrí porque mi primera meta estaba cumplida: correr sin lesiones”.
“¡Pruebas máster combinadas ya!”
Ariel Miguez participó en el decatlón, en la categoría de 70 a 74 años. Logró el octavo puesto. El sueño del deportista de competir en decatlón nació en el año 2013, pero fue recién ahora, en 2022, que pudo cumplirlo. Lo que sucede es que en Uruguay no existe decatlón máster y Miguez es un abanderado de que la práctica se desarrolle en el territorio.
Entiende que la mayor dificultad para un veterano es la falta de oportunidades para realizar pruebas combinadas como el pentatlón y el decatlón. “No hay decatlón en los Sudamericanos, solo en los mundiales Máster. Una vez hubo un Mundial Master en Porto Alegre, pero Lyon, Málaga, Toronto, Tampere y el próximo mundial en Gotemburgo están lejísimos. Solo llegar a estar presente en la largada es carísimo”, explicó.
“Cuando lleguen a los 60 años, y espero que todos lo hagan, verán lo rápido que se pasa la vida. Por eso me manifiesto: ¡pruebas máster combinadas en Uruguay ya!”, expuso el atleta en diálogo con este medio.
Miguez comenzó su vínculo con el atletismo cuando era liceal en la Pista Oficial de Atletismo; luego integró el plantel de atletismo de la Escuela Militar Aeronáutica (EMA) y tuvo varios éxitos en los campeonatos universitarios en la categoría B. “Por aquella época hubo un Sudamericano Juvenil en Montevideo y corrí los 400 vallas con la camiseta de la Confederación Atlética del Uruguay (CAU)”, rememora.
Posteriormente estuvo 30 años sin competir en atletismo. En 1997 comenzó las carreras de calle pensando en la San Fernando; en el 2000 fue su primer maratón en Montevideo. “Tengo varios familiares, tanto en el interior como en el exterior, entonces coordinaba visitarlos cuando las correspondientes maratones se realizaban”, dijo el entrevistado.
En el 2012 un atleta amigo le propuso ir a Arequipa a una competencia, pero sabiendo que el Mundial de Atletismo Master sería en Porto Alegre al año siguiente, debutó en esa instancia en los 2.000 metros con obstáculos, y fue entonces que nació el sueño del decatlón.
Redescubrirse a sí misma
Verónica Ruiz cursaba el liceo cuando la llevaron a practicar varios deportes, pero fue el atletismo la disciplina que la atrapó. Practicó durante algunos años y volvió cuando tenía 40. Llevó a sus hijos a la pista y descubrió el atletismo máster a través de Margarita Grun, quien es su amiga.
La deportista es chilena, tiene 66 años y hace 45 años vive en Uruguay. Participó en 8k cross, 1.500 metros y 10k ruta, en la categoría 65 a 69 años. En la primera competencia obtuvo el octavo puesto, con un tiempo de 43’03 minutos, la mejor marca de los últimos años. En los 1.500 ganó la medalla de bronce y en el 10 k salió en el número cuatro, en 53’24 minutos.
Ruiz aseguró a La Mañana que la preparación para el mundial requirió de un entrenamiento de cinco veces a la semana y haciendo varios campeonatos 10 k de la CAU; todo a través de su entrenador del Club Atenas, Nils Gregorio.
La entrevistada contó que estar jubilada le permite dedicarse al atletismo. “No hay nadie en mi familia que no haya competido y somos 15 personas. Creo que los mayores valores que nos transmite el deporte son un estilo de vida saludable, la perseverancia, el compañerismo, la superación, el respeto, la solidaridad y la disciplina”, apuntó.
El sacrificio de estar preparado
Miguez es militar y se mantiene ágil y entrenado. Lo hace con el grupo de corredores ATP de El Pinar, unas tres veces por semana desde hace cuatro años. Tiene una bala, un disco y una jabalina que lleva a una playa casi desierta para practicar los lanzamientos.
“He construido algunas vallas para entrenar los 80 metros, pero la arena no es tan firme como la pista y le temo a las caídas en suelo duro, entonces ‘marco la cancha’ en la arena, hago de cuenta que hay vallas y hago la ‘coreografía’ con el número de pasos deseado entre marca y marca”, explicó.
El deportista hace salto alto, largo y garrocha, aunque, a veces, pasan seis meses o sin hacer un solo salto. “Las salas de pesas nunca me ven, la cuerda para trepar en un árbol y la barra fija de la playa, sí”, expresó.
Viendo el conjunto de resultados en Tampere, sus cuatro mejores puntajes en el decatlón fueron precisamente en las vallas y los saltos, los más bajos fueron en las carreras, y los lanzamientos se ubicaron en el centro.
Por su parte, Grun contó que el atletismo y la natación son deportes solitarios en cuanto al entrenamiento y la competencia, por lo que entiende que es importante compartir cosas que son realmente sacrificadas con otras personas que hacen lo mismo.
“Ves que no hay egoísmo, que hay mucha solidaridad. Y el espíritu de sacrificio es fundamental. A veces mi hija me critica por eso, porque ahora a muchos jóvenes no les parece bien que haya que sacrificarse, hacer cosas, sufrir en el entrenamiento. Si pude con la crianza de mis hijos, el trabajo y otras actividades, también puedo con el deporte o viceversa, tener este pensamiento ayuda mucho en la vida cotidiana”, aseguró.
A su vez, Grun destacó la relevancia de no tener vanidad: “Yo pensaba qué pena que no traje la medalla de oro, pero ¿qué es la medalla? Significa que gané, nada más. No ser vanidoso te ayuda a desapegarte de buscar solo medallas. Es verdad que son importante para el país y los amigos, pero solo querer eso es un poco de vanidad”.
En cuanto a la preparación de Scabino, se remonta al mundial anterior en Málaga, donde, confesó, llegó con la idea de que el atletismo máster era veteranos que corrían un poquito, “pero me llevé una sorpresa de que eran verdaderos atletas”. En esa oportunidad, el deportista no pasó de las series y se dio cuenta de que, si realmente quería competir con ellos, tenía que entrenar mucho más.
Empezó a entrenar más y mejor, primero cinco días por semana, después seis, y a ir todos los días de la semana el último tiempo, y doble horario, y agregando gimnasio para fortalecer.
La carrera por el financiamiento
Scabino planteó que la financiación es a costo de los deportistas; que lo único que se tiene previsto es una devolución del costo de la inscripción por parte de la Secretaría Nacional de Deporte, pero pasajes, estadías y preparación.
“Somos uno de los deportes más menores de todos, realmente no hay una posibilidad cierta de dedicarse a entrenar. A los 22 años hice el récord nacional, pero a los 23 paré para poder estudiar. Durante 15 años no hice deporte, retomé con casi 40 años por motivos de salud e indicación médica, y vi que la chispa de la competencia estaba en algún lado”, recordó.
Aseguró que desde el Estado existen políticas de apoyo, pero para llegar a eso primero hay que llegar a algo, que pueden ser clasificaciones o medallas. “Pero si no se tienen las facilidades de solventarse las primeras competencias, es muy difícil. Desde el sector privado tampoco hay demasiado interés por este deporte. En el atletismo máster, que es menos visible, aun es más difícil”.
Grun se sumó a la visión de su compañero y dijo que al ser veteranos no existen financiaciones. “Por eso, muchas veces, algunos que cuentan con condiciones y pueden obtener medallas no pueden ir. Este mundial, especialmente, fue muy caro. La inscripción ya costaba €175. Creo que es algo que pasa en Sudamérica, no fueron muchos competidores de la región y calculo que debe ser por ese tema”, analizó.
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