Estamos llegando a mitad de febrero y ya el clima con los árbitros se ha hecho irrespirable. Soy de los que piensa, de tanto ver series policiales, que para que saber si alguien es culpable de un delito habría que analizar cuál sería el móvil.
Vayamos por partes. Dentro de los veinticinco partidos que se jugaron por la Serie Río de la Plata estuvieron los dos clásicos. El primero fue empate, con el detalle del triunfo tricolor por penales; el segundo fue una victoria clara de Nacional. Curiosamente, tras el 2 a 0 rotundo, desde filas del ganador salieron quejas fuertes contra el arbitraje. Yendo a los detalles, hay que reconocer que Nacional fue privado de al menos dos o tres penales a su favor. Claro que las quejas lideradas por su presidente gozaron de mayor honestidad intelectual, ya que se produjeron en momentos de triunfo y alegría.
Ahora se enfrentaron Peñarol y Liverpool por un lugar en la semifinal de la Copa Uruguay y nuevamente se desata el escándalo. Liverpool terminó el partido con solamente siete jugadores, recibió cinco rojas incluyendo a un futbolista que acaba de ser sustituido y se dieron todo tipo de situaciones de penal, posibles rojas, amarillas y provocaciones. Se podría decir que pasó de todo. Supuestamente el perjudicado fue el perdedor, o sea Liverpool. Y es correcta la percepción.
Pero volviendo a lo primero, quiero detenerme en lo raro que me parece todo esto. Yendo al clásico, me pregunto cuál sería el motivo para que el árbitro y el VAR dejaran de cobrar penales a favor de quién ya tiene el partido ganado. Además, el hecho de ser un simple amistoso, aunque sea un clásico, no parecería ser un lugar adecuado para forzar situaciones fruto de alguna animosidad o de algún acto de corrupción. No me queda claro el móvil. ¿Hubo errores? Sí. ¿Nacional fue perjudicado o favorecieron a Peñarol? Sí. ¿Hubo corrupción o animosidad? No. Sería ridículo para un inversionista futbolero comprar los favores de un juez y el VAR para un amistoso por más clásico que sea. No soy de los que dicen que no existe la corrupción en el fútbol. Por supuesto que la hay, como en todos los ámbitos de la vida. Pero no me parece tirar conceptos sin poder respaldarlos al menos con un verdadero motivo que para mí no aparece en este caso.
En los cuartos de final de la Copa Uruguay se sucedieron muchos hechos que viendo las imágenes dejan más dudas que certezas. Pero la Copa Uruguay tampoco parece ser el ámbito para la deshonestidad. No es el gran objetivo para ningún club, por razones que no vienen al caso en esta nota, pero… ¿Existieron errores u horrores? Sí. ¿Perjudicaron a Liverpool o favorecieron a Peñarol? Sí. ¿Hubo corrupción o animosidad? No.
Si se dieron dos episodios consecutivos de notorios fallos arbitrales con VAR incluido, ¿qué pasó? La respuesta es bien clara. Hubo notoria mala praxis. Alcanzaría con repasar lo que viene sucediendo en los últimos años para apreciar que si realmente existe un plan armado como mínimo ha salido mal. Creo que el nivel del arbitraje está pasando por un momento complejo. Pero de ahí a pensar en un plan orquestado me parece descabellado.
Peñarol se pasó protestando por una supuesta persecución, pero 2022 y 2023 fueron muy malos años deportivos. Lo de 2022 en lo local y luego lo de 2023 en lo internacional no resisten análisis y van más allá de algún fallo adverso.
Nacional cada tanto aparece con visiones de un sistema que lo perjudica, pero en lo que va del siglo XXI, o sea en los años en donde más cree que el sistema estaba en su contra, clasificó como nadie a la Libertadores en forma consecutiva y duplica a su rival de siempre en campeonatos uruguayos ganados. Si existió un sistema en contra realmente fueron ineficientes e ineficaces al máximo y no se notó en los resultados.
Sobre lo del lunes de Liverpool, tengo algunos comentarios que me veo en la necesidad de realizar. ¿Cómo llegó Liverpool a jugar ante Peñarol? Por un lado con apenas dos titulares de los campeones uruguayos. Se fueron casi todos empezando por el técnico Bava. Motivo suficiente para entender que podría perder.
Ahora bien, repasemos los últimos meses de nuestro fútbol:
1) El 30 de julio de 2023 se definió el Intermedio 2023. Liverpool derrotó a Defensor y lo ganó por segunda vez.
2) El 2 de diciembre de 2023 Liverpool concretó la conquista del Clausura.
3) Al ganar el Clausura, ganó también la primera ubicación en la Tabla Anual.
4) El 16 de diciembre se definió el campeonato uruguayo y los negriazules ganaron por primera vez en 108 años de historia la Copa Uruguaya al vencer en las dos finales a Peñarol.
5) El 31 de enero se abrió oficialmente la temporada con la definición de la Supercopa. Liverpool volvió a enfrentar a Defensor y lo derrotó, ganando por tercera vez la Supercopa y siendo el máximo ganador de la historia, superando a ambos grandes que tiene dos en sus vitrinas.
6) El 6 de febrero por octavos de final de la Copa Uruguay el fixture marcó el enfrentamiento del equipo de La Cuchilla con Nacional y nuevamente salió airoso.
O sea que Liverpool en forma consecutiva ganó el Intermedio, el Clausura, la tabla anual, el Uruguayo, la Supercopa y eliminó a Nacional. Produjo como mínimo seis situaciones de corrido, sin contar las victorias ante los grandes durante el Uruguayo pasado en forma individual.
Un club que ha ganado además nueve de las diez copas que tiene en sus vitrinas en toda su historia en los últimos cuatro años debería tener otra paciencia para aceptar una derrota ante Peñarol, una eliminación de una copa, aunque la misma sea en el marco de un arbitraje malo y perjudicial.
Comparto lo que dijo Leo Fernández después del partido en el cual marcó los tres goles. Según el futbolista aurinegro, “los jugadores de Liverpool estaban como sobregirados”. Para algunos puede ser fruto de lo que entendieron, seguramente con razón, que sufrir una roja a los cinco minutos puede ser indignante. Para otros ese sobregiro, esa excitación puede ser fruto de una falta de tolerancia a la derrota o la poca capacidad ante la frustración de algunos jugadores que parecen creer que van a ganar siempre y no les corresponde la derrota en ninguna circunstancia. Acá tiene trabajo Emiliano Alfaro como técnico de ese grupo.
El gesto de Samudio
Por último no voy a criticar al paraguayo Samudio, por el contrario lo voy a felicitar. Fue expulsado por una penal, cosa que no se la voy a reprochar ya que no podía evitarlo. Pero al ser expulsado hizo un gesto señalándose el escudo de campeón uruguayo y con el dedo dando a entender que en ese estadio dio la vuelta olímpica. No puede ser que seamos los uruguayos los que pretendamos dar clase de cómo babosear. Además logró el objetivo. Cuando echan un futbolista es común gritarle “Llévate uno”, y Samudio se lo llevó, porque Maxi Silvera, que no jugaba en Peñarol hace dos meses o sea que no perdió esa final, corrió como loco cincuenta metros y ante su actitud belicosa se ganó la roja. Tuvo suerte que Leo Fernández anotó el penal y ganó Peñarol, pero pudo ser fatal su error si le hubiese permitido a Liverpool dar vuelta el partido. Acá el trabajo lo tendrá Diego Aguirre, que es una gloria de Peñarol y deberá bajarle el acelere a quienes llegaron hace poco al club y cometen desatinos, tal vez, para congraciarse con la hinchada.
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