La Liga Uruguaya de Tenis de Mesa por Equipos (Lutme) de Uruguay se formó este año con el fin de impulsar la adhesión de deportistas a clubes que practican la disciplina. Se trata de una organización de profesionales del tenis de mesa que han notado la necesidad de generar una comunidad de jugadores para motivar la permanencia de los jugadores en el deporte.
El surgimiento del tenis de mesa como disciplina no está del todo claro, son diversas las historias y teorías al respecto. La anécdota que mayor expansión tuvo es que se trata de una derivación del tenis que se dio en 1870 cuando no se pudo jugar un día lluvioso un partido e improvisaron un juego sobre una mesa, golpeando una pelota con maderas.
Pero muchas veces las leyendas se mezclan con la realidad y no se ha comprobado que ese haya sido el surgimiento en sí. Esta versión es fomentada por Gerald Gurney y Ron Crayden, dos estudiosos de la historia del tenis de mesa. Se dice que los estudiantes universitarios adoptaron rápidamente el entonces juego de salón en toda Inglaterra.
En lo que respecta a Uruguay, en enero de 1944 se formó la Federación Uruguaya de Tenis de Mesa (FUTM), la entidad representativa máxima de la disciplina en el país. Algunos de los deportistas vinculados notaron que muchas veces los uruguayos se frustraban al competir ya que no alcanzaban el nivel esperado, y esto los desmotivaba y se alejaban de las competiciones.
Por esta razón se creó este año la Liga Uruguaya de Tenis de Mesa por Equipos (Lutme), con el fin de generar comunidades de equipos que motiven a los deportistas a continuar y, al mismo tiempo, sumar integrantes; formato que se utiliza en Europa y funciona muy bien.
Dos integrantes de la Liga que armaron este proyecto fueron Marcelo Beloqui y Daniel Gerchicov, ambos jugadores de tenis de mesa desde la adolescencia que dialogaron con La Mañana. “Primero presentamos el proyecto ante la FUTM, pero en ese momento se desarmó y quedó sin neutrales ni presidentes. Como conocíamos a todos los referentes lo lanzamos por la nuestra, se lo presentamos y les gustó a casi todos los clubes. Así empezó”, recordó Beloqui.
El entrevistado comenzó a practicar la disciplina desde muy chico y tuvo un largo proceso antes de competir a un nivel mayor. Comenzó en clubes de la Costa de Oro, en Marindia, en una época en la que era difícil conseguir donde jugar, hasta que se estableció en uno de Montevideo. Luego entrenó a diversos clubes y selecciones.
Por su parte, Gerchicov comenzó a los 15 años. Jugó varios años, luego dejó por estudios y volvió en el 2007. Empezó en un club de barrio en el que colocaron una mesa. “Un día nos dijeron que había una Federación y nos vinculamos a ella”, recordó.
La misión de integrar deportistas
Actualmente la Lutme está integrada por unos nueve clubes, que representan el 90% de los equipos de Uruguay. Estos se dividen en diferentes categorías y cada club puede jugar en más de una. La liga se divide en dos regiones: una sur que es donde está la mayoría de los clubes y una norte que empezó a tomar fuerza lentamente. Las ligas se hacen por región y después se enfrentan los campeones de cada una para sacar al campeón nacional.
Gerchicov comentó que en el interior ha empezado a haber mayores movidas, por ejemplo, en Rivera, Tacuarembó, Maldonado, y ellos se integraron al formato de la liga. Según Beloqui, un aspecto que pesó en la formación de la liga fue frenar el estancamiento de jugadores que tenían en los últimos 10 años, “Sabíamos que había otra manera de jugarlo, como el formato liga y que así podía crecer. Nosotros jugamos un tiempo en Europa y había pueblitos llenos de jugadores porque el formato era de integración”, explicó.
Expuso que en un formato individual puede pasar que a un jugador le toque jugar con uno más fuerte, este le gane y el perdedor salga del sistema porque es muy frustrante la situación. “Sin embargo, en equipos, te integrás más y elegís quedarte. Eso atrae a más jugadores y es la idea de la liga”, enfatizó.
A su turno, Gerchicov acotó que el tema es difícil a nivel de clubes porque se necesita un espacio grande y la mayoría optan por realizar otras disciplinas en las que entran más personas, como zumba, porque les sirve más que poner dos mesas y que entren solo cuatro. “Ahora existen algunas iniciativas que han hecho los clubes, pero es difícil”, lamentó.
Considera que un buen plan para fomentar el tenis de mesa es pensarlo para los liceos y UTU; por ejemplo, colocar mesas o mandar gente que pueda dar clases. “Creo que hay muchas personas que ni conocen el deporte y que muchos, cuando lo conocen, se enganchan”, apuntó.
Una disciplina con representación internacional
A nivel oficial, en el país existe una organización que arma seis torneos anuales en los que se organiza la selección nacional; también se realizan torneos armados por los clubes y, este año, surgió la liga de equipos.
Salvo estos últimos tiempos de pandemia y con la caída de la Federación, históricamente se participa siempre a nivel internacional en torneos de tenis de mes, tanto a nivel menores como mayores. “Obviamente no se entera mucho la gente, pero se va a los Sudamericanos, y Panamericanos, solo no se llega a los Juegos Olímpicos aún”.
Se trata de un deporte que se puede jugar hasta cualquier edad, incluso se dan diversos torneos como los seniors que son a partir de los 35 años, y eso hace que los veteranos se mantengan y viajen mucho para competir, siempre por cuenta propia ya que no se tiene apoyo económico en ese sentido.
En cuanto al acceso a materiales para practicar la disciplina, siempre fue problemático encontrar una goma de competición, por ejemplo. “Cuando era adolescente tenía que ir a Argentina a comprar material, pero hoy hay algunos profesores que han solucionado esos temas. En cuanto a mesas de competición a veces la Federación recibe donaciones y las reparte según los intereses”, relató Beloqui.
Aseguraron que no es muy barato, pero hay distintas calidades y precios, por lo que se puede empezar con algo más o menos decente y accesible.
Cada vez más físico, sin perder lo mental
El tenis de mesa posee un componente bastante mental. Al ser un deporte individual –es muy parecido al tenis–, la capacidad de concentración es fundamental, así como la perseverancia para no irse del partido. En cuanto lo físico, los entrevistados aseguraron que es cada vez más importante, como también los reflejos.
“A medida que no te da el tiempo de reacción, tenés que alejarte de la mesa y empieza la parte de movilidad y para darle más potencia hay que flexionarse más. La gran diferencia que hay con el ping-pong común es que se juega con muchísimo efecto, y si no estás entrenado es difícil resolver los efectos, por eso se entrena mucho esa parte”, explicó Beloqui.
Gerchicov enfatizó la importancia del enfoque, la planificación y los valores. “Aunque sea un deporte individual, se entrena con otras personas y se genera que cada uno tiene que mejorar para que todos mejoren como equipo o club”, dijo.
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