El arquero de fútbol profesional uruguayo Martín Góngora se retiró en 2018, sin embargo, su vínculo con el deporte no se terminó. Hoy entrena a niños, niñas y adultos de la frontera de Paysandú con Argentina que tienen gusto por el arco. Con escuelas en los dos territorios y el apoyo de clubes de ambas partes, doscientos alumnos se han entrenado con él con la base de la pasión por sobre todas las cosas.
Martín Góngora nació en Paysandú en 1980, comenzó en el baby fútbol y luego pasó a cancha grande en el Club Independencia de Paysandú. Jugó en las selecciones juveniles y en la mayor de su departamento, también en la selección uruguaya sub-17 (una copa sudamericana), sub-23 (en un panamericano) y en la quinta división de Peñarol.
Debutó profesionalmente en primera división en Bella Vista. en los años 2000, posteriormente se fue a Guaraní de Paraguay y luego estuvo en Danubio, Miramar Misiones, Juventud de Las Piedras, Racing, Tanque Sisley, Pelotas (Brasil), Club Atlético Mitre, y Gimnasia y Esgrima de Concepción del Uruguay, ciudad donde está radicado.
En 2018 aún era jugador, sin embargo se acercaba la época de retiro y debía pensar en qué iba a hacer luego de que terminara su carrera “porque los futbolistas tenemos fecha de vencimiento como jugadores y se debe pensar en la vida que sigue, debido a que la diferencia económica es grande cuando estás en actividad y cuando ya no lo estás”, dijo Góngora a La Mañana. Rápidamente la idea de dedicarse a algo vinculado a su rol de arquero comenzó a tomar forma y se lanzó como docente en su escuela de arqueros con clases en Uruguay y Argentina.
“Me dedico a la docencia vinculada al arco desde hace cinco años. Considero que es un trabajo que tiene gran éxito tanto en Argentina como en Uruguay”, expuso. Su labor se desarrolla en la costa del río Uruguay. En este momento cuenta con seis escuelas funcionando, dos en Argentina y cuatro en nuestro país; además trabaja en el club donde se retiró (Gimnasia y Esgrima) como entrenador de arqueros.
Del lado argentino, cuando el arquero comenzó, no había personas que trabajaran en esto, por lo que prácticamente era el único entrenando a arqueros en escuelitas, tanto en Concepción como en San José, una ciudad cercana a Colón. En un conteo de quienes pasaron por las escuelas, Góngora llegó a la conclusión que fueron unos doscientos alumnos entre los dos países, desde 2018 a 2023, entre niños, niñas y adultos.
“Se comienza a trabajar con niños y niñas a partir de los siete años hasta cualquier edad de primera división. Aunque también llegan algunas personas adultas más veteranas”, explicó. El futbolista actualmente trabaja solo porque se focaliza en grupos pequeños para trabajar con mejor calidad y personalización, lo que genera que pueda brindar mayor atención a las destrezas y dificultades de los alumnos en prácticas que duran una hora aproximadamente.
El apoyo de los clubes
“Muchos clubes me han ayudado, de un lado y otro del país. Por ejemplo, me abrieron las puertas en Uruguay: Guichón, Orgoroso, Young, el club San Lorenzo, el club Rivero, Obrero, Nacional de Guichón, todos me permitieron trabajar en sus instalaciones, me ceden materiales, me ayudan mucho. Del lado argentino colaboran conmigo el club San José, el Rivadavia y Engranaje”, detalló el entrevistado.
Góngora trabaja en un radio de cien kilómetros a la redonda de la ciudad de Paysandú. Guichón es el pueblo que está más lejos y son unos noventa kilómetros, Young está a sesenta, al igual que Orgoroso. Por otra parte, Concepción queda a cincuenta kilómetros de distancia y San José a unos treinta. “Con este trabajo conocí poblados en los que no había profundizado nunca, eso es parte de las cosas buenas que tiene mi trabajo actual”, señaló.
El deportista explicó que de ambos lados de la frontera se trabaja muy bien y con mucha aceptación de su labor. Si bien él trabaja en las instalaciones de ciertos clubes, cualquier persona se puede acercar, independientemente del lugar que sea.
La escuela funciona prácticamente con el boca a boca de las poblaciones, recomendaciones, redes sociales, “pero lo más importante no es la cantidad de alumnos y llegada, sino que quienes participen se sientan cómodos, sean felices el rato que están entrenando, que tomen confianza. Pretendo enseñarles, pero que la pasen bien en un buen ambiente, potenciarles lo bueno que tienen, corregir lo que corresponda, pero sobre todo que se vayan con algo en cada práctica y pasen un buen momento”, sostuvo el entrenador.
La pasión primero
Góngora apuntó que una de las cosas que le ha dado diversas satisfacciones estos cinco años que lleva como docente en las escuelas es que la mayoría son chicos están desde el comienzo: “Eso indica que voy por buen camino porque continúan y se sienten a gusto. Ese es el objetivo más importante, más allá de que sea mi trabajo y tenga un fin económico”.
Muchos chicos que comienzan en baby o a entrenar desde pequeños tienen el sueño de llegar a las grandes ligas, a las primeras divisiones más conocidas de Uruguay o del mundo, y comienzan en la escuela de arqueros con ese objetivo mente. La realidad es que no todos llegan a ese lugar y el porcentaje de futbolistas que alcanzan a la elite es mínimo. En ese sentido, Góngora trata de inculcarles la pasión por el puesto jueguen donde jueguen, más allá de si es primera o no.
“Ha venido gente con diversas condiciones técnicas y a todos trato de enseñarles lo mismo: la pasión, que cada uno se esfuerce a su máximo, que den lo que tengan que dar y que lleguen a donde puedan, pero que descubran su pasión por el arco principalmente”, aseguró.
Comentó que hay chicos y chicas con proyecciones profesionales serias y a todos les fomenta que la pasión por el arco implica estudios, que se trata de una carrera difícil, sacrificada, y que se debe dejar mucho por el fútbol si se es profesional, “pero no hay que dejar de estudiar y se deben tener otras opciones de vida. El fútbol no es todo, hay vida antes y después. A veces les cuento anécdotas, de todo tipo, para que ellos entiendan lo que es este trabajo”, dijo.
Crecimiento personal
Como docente, el futbolista entiende que las escuelas le han permitido “crecer muchísimo”, porque descubrió un mundo nuevo en la docencia. “Una cosa es ser jugador y otra enseñar, no solo por haber vivido las cosas y tener experiencia futbolística se va a ser un buen docente”, afirmó. “Trato de explicar lo que viví de forma sencilla, apostar a los valores más allá de la parte técnica. A veces llego de un mal día y al entrenar a los alumnos me cambia la energía, esto me pasa con todas las escuelas, y eso me alimenta diariamente”, agregó.
El hecho de haber pasado automáticamente del futbol profesional a la docencia implicó que el retiro de Góngora no fuera traumático, “porque generalmente cuesta mucho largar”, aseguró. Explicó que es una carrera muy egocéntrica, “vivís de los aplausos mucho tiempo, si sos famoso aún más, pero es una actividad muy especial que te tiene el ego muy arriba. El día que no lo tenés más es muy difícil. En mi caso no fue tan fuerte porque empecé con la escuela cuando aún estaba jugando, entonces hizo que no me doliera tanto”.
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