El octavo balón de oro para Lionel Messi dispara una vez más la polémica. Son varios los temas que me gustaría analizar y compartir con ustedes.
Nunca fui afecto a los premios por votación. Creo que los deportes de elite dirimen sus diferencias con reglamentos inapelables que se traducen, en el caso del fútbol, en goles, puntos y títulos.
Durante mucho tiempo se debatió por ejemplo quién fue el mejor en el Mundial de Suiza 1954. Por un lado, estaba el campeón defensor del título, Uruguay, que tras el inolvidable “maracanazo” intentaba retener la corona y de haberlo logrado se hubiese quedado con la Copa Jules Rimet en propiedad al haberla ganado tres veces.
Por el otro, estaba la máquina húngara, una excepcional selección que llevaba unos años asombrando al mundo con jugadores de la talla de Puskas, Kocsis, Czibor y Bozcik por mencionar algunos de los malabaristas. Ese equipo había ganado la medalla de oro olímpica en Helsinski en 1952 y maravillaba al planeta cuando le hizo 3 goles a Italia en Roma, 5 a Checoeslovaquia en Praga cuando era potencia en la época y el punto culminante fue cuando le ganó a Inglaterra en Wembley 6 a 3 y de local lo goleó 7 a 1. En el mundial llegó a ganarle 8 a 3 a Alemania en fase de grupos, para luego eliminar a Brasil y a Uruguay en lo que se dio a llamar el “partido del siglo”. Pero… en la final perdió con Alemania 3 a 2 tras ir ganando 2 a 0.
¿Quién era el mejor del mundo entre 1950 y 1954? ¿Hungría? ¿O el campeón Alemania? Algo similar ya había ocurrido en 1950 cuando Brasil goleaba y Uruguay ganaba por poco o empataba. ¿Quién era el mejor? Incluso algunos dicen que el Brasil del 50 era mejor que los seleccionados brasileños que luego fueron campeones, y que el Uruguay del 54 era mejor que el de Maracaná. Un caso emblemático fue el fracasado Brasil de Sócrates, Falcao y Zico de 1982 que lucía y jugaba mucho mejor que el campeón de 1994 de Dunga, Romario y Bebeto.
Otro hecho que me viene a la memoria fue el caso del premio a mejor arquero de la Copa América de 1987 para el chileno Rojas, mientras nuestro golero Eduardo Pereyra no solamente fue campeón sino que mantuvo la valla invicta, incluso ante la Argentina de Maradona.
Por eso no me gustan los premios por votación. Igual festejé el Balón de Oro de Diego Forlán en el Mundial de Sudáfrica 2010 a pesar de no haber llegado a la final y cuando todo parecía que se lo llevaría Iniesta, que además fue campeón con España.
Hay otro premios que no admiten discusiones, aunque tengan paramétricas que pueden ser polémicas. En Europa está la Bota de Oro al goleador de la temporada oficial y conlleva una trampita que es que en las cinco grandes ligas, cada gol vale 2 puntos, en otras vale 1,5 y en las más débiles vale 1 punto. Eso puede llevar a situaciones injustas por tratarse de un deporte de equipo, en donde si bien el nivel de la liga puede ser menor, también hay futbolistas que juegan sin grandes cracks a su alrededor. También es cierto que en las grandes ligas los rivales a vencer son más poderosos. Tema polémico sin dudas.
Por otro lado la IFHSS (Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol) entrega otro premio anual al goleador del año, pero en modo calendario (enero a diciembre) y todos los goles valen uno y listo.
En cuanto al Balón de Oro que otorga la revista francesa France Football, este año se tomó en cuenta la Copa del Mundo que se jugó en noviembre y diciembre. De haberse jugado en la misma fecha de siempre, el resultado debió ser otro y el ganador debió ser Haaland. Incluso el año anterior Messi no figuró ni siquiera entre los 30 mejores nominados. De haber ganado el Mundial en junio de 2022, se hubiese quedado con ese preciado Balón.
Y nuevamente se encienden varias polémicas. Por un lado, el premio se elige por votación de periodistas de 100 países, por el otro cada cuál usa su criterio. Estaban en la terna Messi, Haaland y Mbappé. Los tres tenían sobrados para aspirar a ganarlo.
Haaland al ser noruego tiene un problema que en parte comenzará a solucionarse para el próximo Mundial. Noruega no clasifica a los mundiales y eso le quita chance de jugar y brillar en las máximas vidrieras como el Mundial o la propia Eurocopa.
Este hecho me hace recordar a Alberto Spencer, el ecuatoriano gloria de Peñarol. Con 54 goles es el máximo goleador de la Copa Libertadores y con los aurinegros tiene un palmarés que superó al propio Pelé en los años 60. Ganó ocho campeonatos uruguayos, tres Libertadores, dos mundiales de clubes y la Supercopa de campeones mundiales. En varias de ellas enfrentando, insisto, al mejor Pelé que brillaba en Santos. Sin embargo, jugó la Copa América con Ecuador e incluso era prestado como repatriado a su país y no conseguía clasificar a un Mundial. No se puede ser injusto con Spencer, sus goles fueron claves para los títulos continentales y mundiales ganados por Peñarol, pero algunos podrían decir que debió ir a un club uruguayo para lograr lo máximo, mientras otros entenderemos que si bien eso es cierto, el gran ecuatoriano fue clave para que los aurinegros hayan logrado lo que lograron.
En definitiva, mientras Messi esté en una cancha, es difícil votar a otro. Lo entiendo. Su temporada repartida entre PSG y la MLS no alcanzó el brillo que permita llegar a tanto, pero la Copa del Mundo y su participación estelar en la misma lo hace indiscutible. El mismo Messi ganó algún balón de oro que fue discutido por no haber tenido un buen año, en épocas en donde en la selección argentina lo denostaban sus propios hinchas. El crack rosarino incluso no recibió de buena gana el premio en el Mundial de 2014 donde salió segundo y no tuvo ni cerca una buena final.
Pero premios son premios y cuando es por votación se dispara la polémica.
Me voy a pronunciar sobre varias preguntas que están instaladas en el microclima del fútbol.
¿Está bien que lo haya ganado esta vez?
Si, esta Copa del Mundo fue demasiado fuerte para él y para el mundo.
¿Al ganar su octavo Balón de Oro, es el mejor de la historia?
No. Ya he explicado que no se puede comparar épocas distintas. Sin dudas es el mejor de su época en donde rivalizó con Cristiano Ronaldo, y terminó ganándole a los monstruos que se repartirán los próximos premios como Haaland y Mbappé.
En síntesis, lo único que no se discute es quién sale campeón. Así que más allá de cualquier consideración lo más importante de Messi no son sus 8 balones de oro ni otro premios, sino que ganó el Mundial después de cuatro intentos fallidos, que ganó al fin una copa América y con Barcelona ganó de todo. Eso no tiene discusión y es medible. El fútbol es tan polémico que se podrá decir: “claro, ganó Champions con pero con Barcelona y un mundial pero con Argentina” intentando desmerecerlo, pero la otra biblioteca dirá “sin Messi tanto Barcelona como Argentina no hubiesen sido lo mismo”.
Como final de estas reflexiones el mundo del fútbol deberá agradecerle de por vida a Messi por su magia y por su fútbol, además de su humildad.
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