Una vez más abordaré el tema de los premios por votación en el fútbol. Comienzo compartiendo las fechas en que dediqué mi página a esto y ellas fueron en la edición del 1º de marzo de 2023 con el título “El campeón es el mejor. ¿El campeón es el mejor? Filosofando sobre los premios The Best”, y posteriormente el 1º de noviembre de 2023 con el título “El mejor es el campeón, siempre. Messi es Balón de Oro por ser campeón, no por ser el mejor, aunque lo sea”.
No revisé lo que escribí en ese entonces y al pasarles el dato me arriesgo a caer en contradicciones. En el título de marzo lancé mi pensamiento titulando “El campeón es el mejor”, pero dando paso al debate con “¿El campeón es el mejor?” en tren de argumentar y abrir la polémica.
En el segundo artículo analicé el Balón de Oro y reforcé mi idea sobre que “El mejor es el campeón” y califiqué el triunfo de Messi como merecido “por ser campeón, no por ser el mejor, aunque lo sea”.
La nueva edición del premio The Best volvió a mostrar a un Messi que ganó el premio y a su vez un premio que ganó descrédito. Como he venido sostenido a lo largo del tiempo en nuestras páginas, Messi integra el selecto grupo de los serán los mejores mientras no decidan retirarse. Claramente pasó con Pelé, Maradona y ahora con Messi. Casos similares hubo antes de ellos, pero me estoy refiriendo esta vez a lo que pude ver y a lo que recuerdo de la forma en que se vivieron esas situaciones.
Lionel Messi para el mundo, Luis Suárez para Uruguay y para los número 9 del planeta, Cristiano Ronaldo para Portugal, Europa y por qué no el mundo también, son de esos casos en que la biología los hace ir mermando en sus posibilidades, sin impedir que sigan apareciendo destellos de enorme calidad que los colocan a cada uno fuera de concurso en sus rubros.
La escandalosa fijación de un Mundial en Qatar no solo llevó a prisión a la cúpula de la FIFA y de casi todas las confederaciones por la venta del voto, sino que obligó a mover de fecha por primera vez en la historia la copa para noviembre y diciembre. Este hecho descompaginó todo y, entre otras cosas, a los premios que se organizan para destacar a los mejores.
Si bien desde 2010 a 2015 ambos premios se unificaron con la organización conjunta de FIFA y la revista deportiva France Football, ese matrimonio duró poco y desde el 2016 marchan separados.
Mientras el premio The Best de FIFA toma en cuenta el año calendario, o sea de enero a diciembre, el tradicional Balón de Oro que data de 1955 premia por temporada europea, o sea de agosto a julio del año siguiente. El prestigioso premio del balón lo creó la revista francesa y al igual que sucede con la premiación que auspician nuestros colegas de El País premiando al Mejor de América, es reconocida por propios y extraños como “oficial”.
Pero el Mundial en noviembre y diciembre complicó todo. El Balón de Oro 2022 cerró el período válido basado en la temporada europea y sin mundial, ya que se había postergado para fin de año. O sea que computando el período del segundo semestre 2021 y el primero de 2022 el ganador fue el francés Benzema, mientras Messi no estuvo ni entre los treinta nominados, cosa que pareció un exceso, pero claramente el rosarino no estaba para ganarlo.
Por su parte el premio The Best optó por alargar el cierre de la votación para poder incluir la Copa del Mundo y entonces el título logrado por Messi lo llevó expreso a su coronación.
Luego llegó 2023 y la FIFA decidió que la nueva edición para premiar en The Best se computaría desde el 19 de diciembre de 2022, o sea un día después de la finalización del mundial, hasta fin de agosto 2023. O sea que el computo fue de ocho meses nomás, y claramente sin considerar la Copa del Mundo, abandonando el año calendario.
Un grupo de expertos de FIFA designaron una lista de once futbolistas que se puso a consideración. De ahí salieron ternados Messi, Haaland y Mbappé.
Los que votaron fueron una vez más cuatro estamentos repartidos en el veinticinco por ciento de voto para cada uno. Tuvieron derecho a voto los directores técnicos de las 211 selecciones registradas en FIFA, igualmente tuvieron voto los capitanes de selecciones, un periodista por país y por último el voto electrónico de los aficionados a través de la web de FIFA:
Uruguay tuvo el voto de Bielsa como DT y Valverde como capitán y ambos votaron a Messi por sobre Mbappé y Haaland, que eran los otros ternados. El voto de los hincha llegó a seiscientas mil personas que determinaron el veinticinco por ciento asignado previamente.
En resumen, hubo empate entre Halland y Messi y el argentino ganó porque estaba previsto que el voto de los capitanes sería el que definiera.
Desde el día después de la conquista del Mundial, cualquiera que habita en el planeta sabe que lo de Haaland fue muy superior a lo de Messi.
Así como defendimos una floja temporada anterior de Messi, pero con la ansiada consagración mundial y sostuvimos que el “mejor es el campeón” o el “campeón es el mejor”, en estos ocho meses de 2023 que están en consideración, el noruego ganó la Premier (sin duda la liga más importante del mundo por el nivel de los jugadores que participan), la FA Cup, la Supercopa Europea y la Champions siendo el goleador.
Por su lado, Lionel tuvo un normal final de temporada coronándose campeón con el PSG y pasando al Inter de Miami, donde jugó pocos partidos antes de agosto. Con la selección argentina apenas jugó unos amistosos contra Curaçao, Panamá y Australia. Poco, comparado con el noruego, que se ganó todos los premios de la Premier, de la Champions y se aburrió de hacer goles.
Nadie pretende comparar a Messi con Haaland en lo que han hecho hasta ahora, cosa que será posible recién dentro de diez o doce años, cuando el vikingo se retire. Ni siquiera se puede comparar lo que significan hoy para los hinchas del fútbol, ya que como dije, mientras Messi esté en una cancha será el rey.
Pero si el reglamento dice que hay que votar por lo realizado entre el 19 de diciembre de 2022 y fin de agosto de 2023 no hay elementos razonables ni siquiera para haberlo ternado.
Ninguno de los tres posibles ganadores asistió a la ceremonia de entrega, lo que también es un gol en contra para FIFA, que pierde doblemente su credibilidad. El sistema de elección falló, permitiendo que seguramente muchos votaran sin entender lo que se votaba y faltó el brillo de la presencia de los distinguidos astros.
Por eso no me gustan estos premios, o al menos les doy un valor relativo. Lo medible, lo mensurable es claro y no permite dudas. Los partidos se definen por goles, los campeonatos por puntos ganados y los premios a goleadores por cantidad de goleo. Todo lo demás es discutible y en este caso por más genio que haya sido y siga siendo Messi, él mismo no merecía que le regalaron el premio porque le hace mal a él y al propio trofeo.
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