Hay figuras en el fútbol que generan tal adoración que luego resulta complicado analizar su desempeño. Marcelo Bielsa es uno de esos personajes.
Otro tema interesante en el fútbol son las tribus que se forman. Por un lado, están los principales actores, que son los futbolistas. Además, están las tribus de los dirigentes, los contratistas o empresarios, los hinchas, los periodistas y obviamente los directores técnicos. Cada una de esas tribus por lo general cree tener la razón absoluta. Los jugadores miran de reojo a los demás; los técnicos, que por lo general son exfutbolistas, también, y eso se va repitiendo en cada estamento.
Futbolistas como Maradona llegaron a tal nivel de admiración por lo que hacían en la cancha, que algunos hechos cuestionables de su vida privada no solamente eran minimizados, sino que a veces hasta defendidos. En el caso del rosarino Bielsa su nivel de vedetismo es enorme. Argentina ha tenido y sigue teniendo una escuela de técnicos notables. Por nombrar algunos y con distintos estilos o metodologías han pasado por el fútbol grandes revolucionarios como Helenio Herrera, del Inter de Milán, ganador de todo en los años sesenta; Osvaldo Zubeldía, que puso en el mapa a un equipo modesto como Estudiantes de La Plata en la misma época, o los campeones del mundo como César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo. En un escalón tal vez más abajo podríamos agregar a Carlos Bianchi de Vélez y Boca, Alejandro Sabella, que llegó a la final del mundo en el 2014, Alfio Basile en los años noventa o Juan José Pizzuti con el Racing de los sesenta. Más acá en el tiempo Diego Simeone en Atlético Madrid y Marcelo Gallardo en River podrían entrar en ese Olimpo argentino de entrenadores.
Lo que genera sorpresa es el endiosamiento que algunos profesan por Bielsa, ya que cualquiera de los mencionados y muchos más han logrado cosas más importantes o lo que es peor, el rosarino en los últimos veinte años solamente ganó un campeonato de la B inglesa. Poco para tanto amor. Pero el amor no se explica, así que tomamos nota y listo.
Yendo a lo sucedido en el Preolímpico, tenemos que concordar que fue un fracaso mayúsculo. Fuimos a jugar siete partidos para pelear por uno de los cupos a los Juegos de París, cien años después de nuestra medalla de oro, y a los tres días estábamos liquidados.
Por si fuese poco, Uruguay junto con Bolivia fueron los únicos que llevaron a su técnico principal. Y acá está la comprobación. Si nos hubiesen cedido los mejores sub-23 que andan por el mundo como Ugarte, Pellistri, Fabricio Díaz, Arezo, Borbas, Álvarez Martínez, Facundo González, el Toro Rodríguez, etcétera, seguramente el resultado hubiese sido otro. Llevamos muchos suplentes, pero tuvimos al técnico titular.
Ahí está la clave: los jugadores son los que ganan, y como no fueron el técnico no pudo evitar el desastre.
Ya he escrito que no es para dramatizar, la medalla de oro de estos tiempos modernos en fútbol no es igual que la de otros deportes porque es un torneo sub-23 con tres mayores y no determina al mejor del mundo ya que ni siquiera hay obligación de ceder futbolistas. También voy a pasar por alto el centenario de la primera medalla de oro. Mala suerte.
Lo que nos pasó a nosotros con la negativa de cedernos futbolistas le pasó a Brasil y Argentina, que por razones demográficas lo sufren infinitamente menos, y a todos los demás también. Una eliminación en el último partido ante Brasil o Argentina, por diferencia de goles o por poco margen en una clasificatoria con apenas dos cupos, no hubiese dado para quejarse demasiado.
Pero acá comienzan los desaciertos de Bielsa, que más allá de errores individuales, fueron claves para el magro resultado final.
A saber:
1) Armó mal el plantel con nueve delanteros y un solo mediocampista de marca. ¿Resultado? Hicimos nueve goles siendo la segunda delantera más goleadora, pero tres los hizo Luciano Rodríguez en los primeros veinticinco minutos del primer partido y luego estuvimos res horas de fútbol sin anotar goles. Los otros seis goles fueron ya con un pie en el avión o eliminados. Sin valor real, en mi escaso criterio.
2) El desbalance también se vio con la situación de César Araújo, que era el único que marcaba, ya que le sacaron amarilla en los únicos dos partidos con chance que jugaron los celestes. La primera fue a los veinticinco minutos ante Paraguay y luego a los nueve minutos ante Chile. O sea, jugó en “capilla” y nos quedamos sin recambio de marca. Para colmo con la calculadora en la mano en el tercer partido estaba suspendido y seguíamos disponiendo de nueve delanteros, pero nadie para marcar.
3) En el mundial los cuatro defensas fueron Ponte, Boselli, González y Maturro. La defensa fue casi perfecta y fuimos campeones del mundo. Acá Bielsa no pudo tener a Facundo González, que casualmente ya hizo un gol este fin de semana en Sampdoria, ni a Alan Maturro, que ganó el Balón de Plata y debió ser Oro, pero la FIFA es la FIFA. O sea que dos no estaban y no era culpa de Bielsa, pero el invento de dejar en el banco a Boselli y ponerlo cuando no había chance, improvisando un mediocampista como Homenchenko en su lugar habla de un DT con el balde puesto, sin plan B. Es más, el único triunfo fue cuando obligado por la suspensión de Araújo retornó a Homenchenko a su puesto y debió poner a Boselli de titular ante Perú, pero ya era tarde… Ante Argentina volvió a sus caprichos y a los veinticinco minutos ya nos habían hecho tres. Para cualquiera que sabe un poco de fútbol la zaga titular debía ser Boselli y Antoni, que venía de brillar en el Liverpool campeón. Pero el DT hizo lo que quiso y lo mantuvo hasta transformar a la defensa de Uruguay en la más vencida de las diez que jugaron. Para comparar hay que saber que Uruguay fue campeón mundial con solamente tres goles en contra, todos en el mismo partido y el mismo golero Randal mantuvo la valla invicta en los cinco encuentros restantes, incluyendo los de cuartos de final, semifinal y final. ¿Se entiende la diferencia?
4) El mediocampo de los campeones del mundo de Marcelo Broli tenía al capitán Fabricio Díaz que no fue cedido por Qatar, pero también a Nacho Sosa, Damián García y como enganche al Cepillo González. Estos últimos nombrados quedaron jugando en el verano con Peñarol. Bielsa no citó a ninguno de los tres, lo que sumado a Boselli en el banco, el ninguneo al zaguero Antoni con el experimento de Homenchenko fuera de puesto (que no jugó mal, pero se lo desaprovechó), las ausencias obligadas de Díaz y Maturro y el cambio de sistema, podemos concluir que destruyó al equipo campeón mundial.
5) No quiso incorporar a Marcelo Broli a su staff, lo dejó ir y sin el DT campeón y con apenas Randall y Luciano de los que fueron claves en el equipo sub-20 quedó todo muy de la mano de la fortuna que no estuvo de nuestro lado. Broli ahora se hará cargo por tres años por una cifra diez veces menor que la que AUF paga por Bielsa en el mismo período. Por otro lado, el DT uruguayo campeón mundial ganará nueve veces más de lo que se le había ofrecido para seguir en la sub-20.
6) Bielsa además en partidos jugados de tarde en Venezuela, con 35 grados, se aguantó los cambios hasta faltando quince minutos o a veces apenas diez y ni siquiera aprovechaba las cinco modificaciones reglamentarias a pesar de que los resultados no se estaban dando.
Todo lo dicho no cambia nada lo muy bueno realizado en las Eliminatorias. Uruguay viene bien y está virtualmente clasificado porque gana, pero también porque clasifican siete de diez, lo que permite estar a cubiertos de cualquier sorpresa.
Las victorias ante Brasil y Argentina en cuarta y quinta fecha fueron más lindas que efectivas ya que Uruguay ha perdido feo con brasileños y argentinos en Eliminatorias y luego en los Mundiales terminó mejor, como en 2010 y 2018, por lo que es relativo el valor que se le pueden dar.
La Celeste sigue siendo candidata para ganar la Copa América, está mejor que cualquiera, y en el Mundial peleará con chance el título del mundo. Lo vengo anunciando desde 2018. Eso va a suceder con Bielsa o sin Bielsa, conmigo y sinmigo, como dijo alguna vez un compatriota del porfiado DT celeste.
El Preolímpico y también el Panamericano dirigido por el chileno ayudante técnico de la mayor, imponiendo la teoría Bielsa del fútbol, demostró algo que sabíamos. Bielsa no es Dios. Comete los mismos errores que cualquiera de los mortales… por algo en ambos torneos no pasamos siquiera de la primera ronda.
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