Los pasados juegos olímpicos celebrados en Tokio dejaron varias estampas inolvidables, pruebas de la constancia y el sacrificio realizado durante años por parte de deportistas de todas partes del globo. De entre ellos la imagen de la atleta uruguaya María Pía Fernández sobresaltó por su garra charrúa al correr lesionada la totalidad de una carrera de 1500 metros. A pesar de su dolor, que horas antes no le permitía apoyar el píe, la oriental cumplió su sueño y fue un ejemplo ante el mundo.
La historia de Fernández se remonta a una ciudad del Interior de nuestro país: Trinidad. Fue allí donde se adentró al mundo deportivo casi por casualidad, según recordó en entrevista con La Mañana. A los 13 años un profesor del liceo encontró en ella las condiciones adecuadas para el mundo del atletismo y la invitó a participar en una carrera. En la meta estaba quien hoy es su entrenador, Sebastián Oyende, quien la invitó a sumarse a una escuelita de atletismo.
Fue así que comenzó Fernández, podría decirse de forma lúdica, casi como un hobby. El atletismo era entonces una disciplina más de las que practicaba, al igual que la natación y el basketball. A medida que fueron pasando los años, el entusiasmo fue creciendo. Primero llegaron las primeras medallas nacionales, luego le siguieron las internacionales y, casi sin querer, fue introduciéndose en el atletismo de nivel.
Pero ser deportista en el interior del país conlleva un sacrificio aparte. “Es difícil y duro”, describió Fernández. Dentro de los obstáculos más grandes señaló la falta de infraestructura. “Toda mi vida entrené en una pista de carbonilla, no teníamos una pista adecuada ni un gimnasio en condiciones. Siempre fue todo hecho en base a pulmón y corazón”, ilustró. Junto a su entrenador adquirieron materiales con los que trataron de hacer lo mejor posible con lo que se tenía. Pero, a medida que el nivel de exigencia crecía y se desarrollaba en más competiciones en el exterior, las complicaciones también aumentaban. “Tuve que empezar a estudiar y dejar mi ciudad. Ya, de por sí, el ser estudiante del interior es un poco difícil porque hay que combinar las dos actividades estando lejos de tu casa, tu familia y tus amigos”, sostuvo.
Hoy, la atleta de 26 años destaca que el deporte es su estilo de vida pero no es ajena a las dificultades que conlleva dedicarse a ello. “Al ser un deporte de los llamados menores sabemos que no se puede vivir de esto a futuro”, expresó la entrevistada. Es por esto que estudia una carrera de fisioterapia, por si más adelante debe dedicarse a otra actividad. Además, integra las Fuerzas Armadas al poseer una beca deportiva creada con el objetivo de resaltar la labor de los deportistas. “Esta beca nos otorga una importancia porque considera al deporte como trabajo y, de esta forma, nos brinda una contrapartida para tener una tranquilidad a la hora de desarrollarnos.
La atleta señala que todo el trabajo que realiza lo hace por amor al deporte y la carrera que estudia y ve su vida de una forma positiva y con gratitud. “Siempre digo que soy muy afortunada de poder dedicarme a lo que hago. Creo que todos mis sacrificios como el de perderme un montón de momentos, reuniones o salidas con amigos, tienen un porqué importante por detrás y eso se ve cuando logras un objetivo y ves que realmente valió la pena”.
Es que, si bien las jornadas de entrenamiento diarias demandan de entre dos a tres horas, Fernández realiza dos jornadas por día, una temprano en la mañana y otra en la tarde. En el medio asiste a clases y va a fisioterapia para recuperarse lo mejor posible. Descansar y alimentarse correctamente también forma parte de su rutina diaria.
Una uruguaya en Japón
Un capítulo aparte en la vida de la atleta uruguaya fueron los Juegos Olímpicos de Tokio. Su participación fue la confirmación de que los sueños se cumplen y que para ello el trabajo arduo no está exento como tampoco la paciencia. Cinco años antes, mientras Fernández seguía los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro desde su casa se había prometido frente a la tele que ella participaría en los próximos, y así fue. Para ello no solo tuvo que prepararse especialmente durante años, con mucho esfuerzo, entrega y lucha, sino que encima tuvo que esperar un año más debido a la pandemia que obligó que los juegos fueran pospuestos. “Haber llegado a los juegos olímpicos fue una experiencia increíble y estoy muy feliz de haber cumplido una promesa a mí misma y haber cumplido mi sueño”, enfatizó.
“Detrás de un ciclo olímpico hay muchas más cosas malas y obstáculos a superar de lo que se puede suponer, pero todos ellos son situaciones que te ayudan y al final, cuando lo logras, realmente ves que valió la pena”. Y, sobre ello, Fernández tiene su propia experiencia. Su participación se vio marcada por una lesión que no le permitió desarrollarse en la pista olímpica como lo había soñado, pero sí llegar a la meta. Además, fue una de las atletas uruguayas más constantes y logró ser abanderada de la selección.
En este sentido, expresó: “La situación de la lesión fue un poco dura porque no lo esperaba y se dio en un momento en el que se suponía que iba a ser mágico. Obviamente me enojé pero lo acepté y dije, es lo que me tocó y voy a dar lo mejor de mí para cumplir mi promesa de ser olímpica”. La deportista comentó que lo que la impulsó a pararse en la línea de largada fue contemplar todo el trabajo que había hecho para llegar donde estaba y el orgullo de representar a su país, sobre todo en un deporte tal como el atletismo. “Dejando de lado al futbolista, a la vuelta de un esfuerzo olímpico el deportista no tiene un contrato millonario ni clubes que lo están esperando en Europa. Otro deportista no arriesgaría sus contratos por representar a Uruguay en los Juegos Olímpicos en un marco así, pero yo no tengo nada más de lo que hago porque lo hago por amor a la camiseta y al deporte; y dije voy a dejar todo por Uruguay, aun arriesgando una lesión mayor”, confesó.
La imagen de Fernández portando el Pabellón Patrio fue emotivo tanto para la deportista como para todo el país. De igual forma lo fue el recibimiento en su ciudad natal. “La mayoría de las personas se enteraron de la situación de mi lesión algunas horas antes. Decidí publicarlo en redes sociales porque se merecían saber qué era lo que estaba pasando y para no preocuparlos. Todas las personas con las que hablé estaban super emocionadas y habían disfrutado mucho esa carrera, que para mí fue impagable”, relató.
Los próximos sueños
Dentro de las metas a corto plazo de Fernández se encuentra el volver a correr, una actividad que desde hace un mes no realiza. Para ello se encuentra entrenando en bicicleta y piscina ya que tiene previsto participar en alguna carrera nacional para fin de año. En tanto, para el segundo trimestre del año próximo planea participar a nivel internacional y comenzar a preparar las competencias del ciclo olímpico dentro de las cuales figuran los juegos Suramericanos en octubre del año entrante, los Panamericanos en 2023 y su nuevo gran objetivo mayor: los juegos Olímpicos de París en el 2024. El camino, por supuesto, es nuevamente exigente. “Estoy sumamente agradecida con los apoyos que he recibido como mis sponsors, las empresas e instituciones y por suerte cuento con el respaldo de la mayoría de ellas, al igual que con el compromiso de la Secretaria Nacional de Deportes”, adelantó.
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