Varias comprobaciones y algunas novedades tras un nuevo clásico entre los dos clubes que antes que nadie llegaron a ser tricampeones mundiales en todo el planeta.
Hay que entender lo que significan estas dos históricas camisetas. En todo el siglo XX apenas tres clubes fueron tricampeones del mundo. Por orden de aparición fueron Peñarol (desde 1982), Nacional (desde 1988) y Milán (desde 1990).
Ningún otro. Ni Real Madrid, Barcelona, los Manchester, Juventus, nadie. Es un detalle que no me canso de señalar para que entendamos el valor de lo hecho a través de todos un siglo. No en vano nuestra camiseta celeste tiene cuatro estrellas mundiales en su escudo y 15 copas continentales en sus vitrinas.
Dicho esto, es claro que en el siglo XXI la cosa a nivel de clubes se complicó. Pero no sólo para los nuestros. Ya no ganan títulos continentales y mucho menos mundiales los holandeses del Ayax, Feyenoord, PSV, o los portugueses Benfica y Porto, el rumano Steaua o Estrella Roja de Bucarest, e incluso los italianos Inter, Milan y Juventus que han sido desplazados por los clubes Estado como PSG de Catar, el grupo City de Emiratos Árabes, o los deficitarios Barcelona y Real Madrid que con el apoyo de compañías aéreas o fundaciones de países petroleros arman planteles casi sin jugadores nativos, pero con estrellas de todas partes del globo.
Tampoco ganan más nada Independiente, Racing, Vélez o Argentinos Juniors, y hasta Boca y River hace unos años dejaron paso a las potencias brasileñas repletas de dinero.
En ese deprimido contexto el clásico marcó, insisto, algunas comprobaciones y también sorpresas.
Entre las confirmaciones está el desmitificar el dicho “clásicos son clásicos”. No es así. Los clásicos, al menos en Uruguay, siempre los gana o al menos empata el que llega mejor. Las excepciones son eso, excepciones. Pero se ha dado desde los lejanos tiempos del Nacional del 40, el Peñarol del 49, el Peñarol de Spencer en los 60 , el Nacional de Artime en los 70, el Peñarol de Morena o más recientemente el último clásico del año pasado del Nacional de Luis Suárez en el Parque. No sólo gana el que viene mejor sino que cuando se sostiene en el tiempo marca records que perduran por décadas.
Ahora bien, también es cierto que hay clásicos en donde el favorito no es tan claro. En este caso Peñarol había acusado el golpe de perder por dos partidos a Arezo. Uno por lesión y otro por viaje con la selección. Nacional, si vendría mal, que tuvo que cambiar de técnico y con el “Guti” goleó 3 a 0 en su debut generando cierto renacer del optimismo.
Esos últimos hechos parecían emparejar la cosa; Peñarol de 5 puntos de ventaja había bajado a 2 y si Nacional ganaba lo pasaba. Pero en la cancha se vio que el que hizo las cosas mejor desde el verano pudo imponer su juego. Dominó, ligó con la pelota en el palo de Federico Martínez en el único momento de peligro a favor de Nacional, y concretó dos goles que desataron la euforia en un Campeón del Siglo repleto.
Otra confirmación fue que tanto Peñarol como Nacional no precisan hinchada visitante para llenar sus propios estadios. Teniendo en cuenta el estado de violencia que se ha vivido últimamente, con más razón debería dejarse de manejar la teoría de que la fiesta es cuando se le da una tribuna a la visita. En el mundo, aún en el más civilizado, por razones de espacio, no de seguridad, apenas se entregan 200 entradas de cortesía a la visita y listo. Si todos lo hacen así no entiendo qué queremos inventar cuando no sabemos siquiera controlarlo. Hubo fiesta porque no hubo visitantes y la familia, en este caso aurinegra, la vivió en paz. Lo mismo sucederá en la revancha con la hinchada tricolor.
Entre las sorpresas destaco hechos fuera del partido, aunque uno esté vinculado. El primero es la citación por parte del fiscal Romano a los tres futbolistas que al final del partido protagonizaron un pequeño tole-tole que para nada llegó a mayores. No puedo creer que un fiscal tenga tiempo de ocuparse de un hecho que tiene que ver con la cancha, ni siquiera continuó luego entre los protagonistas, y tampoco llevó a ninguna reacción por imitación por parte del público. Está bien que el Dr. Romano se ocupe de la violencia en el fútbol, que apunte a los cánticos y algún famoso que apareció en redes, y ni hablar en los hechos sucedidos por una supuesta cacería de hinchas de Nacional sobre algún hincha de Peñarol en zonas alejadas al escenario del partido. Pero citar futbolistas por discutir, insultarse, empujarse o burlarse suena exagerado y en mi criterio improcedente.
El otro hecho fue la ida de Laquintana. El sábado trabajé en el estadio desde las 8.30 hasta las 20 horas. Hicimos con nuestros compañeros El Diario del Fútbol desde el propio CDS, luego la previa de Tenfield y finalmente nuestra salida para Telenoche 4.
Al llegar a casa, cené y me fui a dormir. Al despertarme leí que Laquintana, la figura del partido, ya estaba en un avión viajando a Brasil para enrolarse al Bragantino. Insólito. Una sorpresa pero a la vez una comprobación más.
¿Tendré que seguir explicando por qué no ganamos más copas a nivel de clubes? Laquintana es un gran jugador, estuvo unas temporadas en Defensor y se fue a Peñarol también en una situación conflictiva asesorado por su representante, el ex talentoso futbolista Marcelo Tejera.
En 2022 jugó sin brillar, muchas veces fue suplente en un equipo que realizó la peor campaña de la historia reciente de Peñarol. En este año, con la llegada del nuevo DT, Arias, pareció afianzarse. Claro que Peñarol nunca había podido pagarle lo que podía valer. Estaba de paso, podía irse cuando apareciera una oferta, la misma apareció dos días antes del clásico. El futbolista había jugado tres o cuatro buenos partidos y tenía buenos antecedentes clásicos. Le alcanzó eso para que un club brasileño que es propiedad de Red Bull se interesara y ofertada US$ 1.250.000 para llevárselo de inmediato. Peñarol reaccionó y quiso igualar la oferta pero la relación parecía cortada. El futbolista quiere probar suerte en Brasil y seguir creciendo en una liga top. Su ida fue desprolija y sin permiso del club. Tras 48 horas de discusiones y amenazas de juicio los aurinegros consiguieron que les dieran US$ 750 mil dólares en lugar de US$ 350 mil.
Algo de dinero, la ida de un futbolista que hasta jugará la Sudamericana pero en contra, es moneda corriente en nuestro fútbol. Reglamentos que hay que mejorar, períodos de pases que hay acompasar para que se puedan al menos sustituir a quienes se van y el golpe ante la realidad son factores que generaron un debate que solamente explica por qué un club uruguayo nunca más ganará una Libertadores.
He dicho.
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