Renato Gaucho es un expuntero derecho brasileño, hoy director técnico del Gremio de Porto Alegre. En su momento fue considerado uno de los mejores delanteros del mundo, fue campeón de América y del Mundo con el Gremio de 1983 que capitaneaba Hugo De León, siendo clave para ganarle la final a Peñarol. También ganó la Copa América de 1989 para Brasil en Maracaná ante la selección uruguaya de Tabarez.
Ya como director técnico fue campeón de América con Gremio en 2017.
¿A qué viene tanta explicación histórica? Es para entender la espalda que tiene el carismático entrenador que hoy dirige nada menos que a nuestro Luis Suárez.
Hay una situación polémica, tirante, que ha ido creciendo y que puede sufrir novedades minuto a minuto, incluso mientras escribimos esta nota.
Tras su exitoso pasaje por Nacional, en donde recaló el máximo de la selección uruguaya de todos los tiempos, después de desvincularse del Atlético Madrid, el salteño firmó contrato con el tricolor de Porto Alegre.
Un dato histórico adicional es que Gremio y Nacional, ambos tricolores, se profesan un cariño mutuo que se arrastra desde los años 70 cuando el floridense Atilio Ancheta pasó al club brasileño luego de ganar la Copa Libertadores con el Nacional del “Pulpa” Etchamendi.
Ancheta, con la celeste en el pecho, fue considerado el mejor zaguero derecho de la Copa del Mundo de México 1970, que ganó el Brasil de Pelé.
Afianzado en Nacional, le ganó la final de la Libertadores de 1971 a Estudiantes de La Plata y se fue para Porto Alegre, perdiéndose la posibilidad de ser campeón mundial de ese año ante el Panathinaikos de Grecia.
En esa década se transforma en el mejor zaguero derecho del fútbol, por entonces campeón mundial rivalizando con el zaguero de su archienemigo Inter de Porto Alegre, el chileno Elías Ricardo Figueroa, que venía de su también rival de siempre, Peñarol.
Ambos eran la mejor zaga para cualquier selección del campeonato brasilero, y hasta unos meses antes jugaban el campeonato uruguayo, en épocas en que se produjo un éxodo de futbolistas que desmanteló por completo a nuestros equipos.
Ancheta se quedó a vivir en Porto Alegre, es cantante de boleros, ha editado discos (también los viejos casettes) y hasta hace poco participó en un reality de voces brasileñas.
Siguió siempre vinculado al Gremio, tanto que cuando presentaron a Suárez fue el encargado de recibirlo y entregarle la camiseta número 9 al goleador.
Años después aparecería otro zaguero, en este caso izquierdo, el riverense Hugo De León. En 1980 había sido campeón de América con Nacional y por esas cosas del destino también fue transferido al Gremio antes de que pudiese consagrarse campeón mundial ante el Nottingham Forest de Inglaterra. Incluso “el Hugo” protagonizó una confusa situación el 10 de enero de 1981 cuando, en plena vuelta olímpica celeste tras derrotar a Brasil en la final de la Copa de Oro, se lo vio vistiendo la camiseta de Gremio. Dicen que el gobierno militar de la época decidió sancionarlo privándole de ganar un auto 0 km como se le prometió y entregó al resto del plantel. Lo cierto es que ya era un jugador importante y viajó a incorporarse al Gremio.
Al poco tiempo, con su barba imponente era capitán del equipo que tenía como puntero derecho al hoy DT Renato Gaucho, y fue clave para que su club ganara la Libertadores y la Intercontinental de 1983. Aún se recuerda la foto con la copa en la cabeza y su frente sangrando manchando la camiseta.
El amor del Gremio por los futbolistas uruguayos es innegable y hasta existe una camiseta alternativa celeste en homenaje a nuestro fútbol.
Volviendo al Lucho…
Volviendo al Lucho, todos recordamos que vino a Nacional por tres meses sin ninguna exigencia económica. No es cierto decir que jugó gratis pero para los números de una estrella de su magnitud la paga fue insignificante y sin su buena voluntad nada hubiese sido posible.
Jugó en 16 partidos, convirtió ocho goles, uno de ellos nada menos que en el clásico y dos en la final del campeonato ante Liverpool coronándose campeón uruguayo. Cumplió con creces y dejó una nueva huella imborrable.
A fin de diciembre anunció que se iba y al poco tiempo se supo de su contrato con Gremio de Porto Alegre. Se había hablado de la posibilidad del fútbol de Estados Unidos, pero finalmente se inclinó por el equipo gremista.
Dicen que le ofrecieron contrato por un año, pero él pidió que sea por dos, cosa a la que el club accedió.
Los resultados han sido muy buenos, una vez más desafiando la biología, los dolores, las lesiones y los augurios de un próximo retiro. Lleva jugados 28 partidos, faltó a muy pocos encuentros, marcó 16 goles (algunos de ellos verdaderos golazos), dio nueve asistencias y es amado por la torcida tricolor gaucha.
El club sumó 50.000 socios nuevos y consiguió varios sponsors nuevos que garantizan un ingreso millonario a la institución.
Por supuesto que contrariamente a lo sucedido con su Nacional, ahora en Gremio cobra acorde a lo que se esperaba de él y a lo que está mostrando que podía dar. Tanto es así que el club le puso una cláusula de US$ 70 millones para el caso de que quieran alguien llevárselo.
De pronto comenzaron a surgir noticias que cambiaron el panorama. Al tiempo que Messi se mudaba a Miami para jugar en el Inter de esa ciudad, Luis Suárez planteaba en el club sus dolores de rodilla, sus dudas sobre si podría jugar todos los partidos y la necesidad de viajar a Barcelona para ser atendido por sus médicos de confianza.
Esto no cayó nada bien ya que se entiende o sospecha que la verdadera razón sería el querer romper el contrato para irse a Miami con su amigo.
Creo que Luis no inventa nada con lo de su rodilla que ha sido siempre muy castigada. También es cierto que lo tomó de sorpresa el hecho que Messi, en lugar de jugar un año en Barcelona al irse de París, decidiera apurar su ingreso a la MLS.
Tal vez pensó que sería más fácil arreglar con Gremio una salida razonable.
En Porto Alegre la noticia generó un terremoto que hasta provocó la caída del vicepresidente del club, acusado por filtrar conversaciones con el ídolo a la prensa.
En definitiva creo que todos tienen razón. A esta altura de su exitosa carrera Luis Suárez, puede resignar dinero para complacer lo que podría ser una mejor calidad de vida para su familia, lo que ya está haciendo su amigo Messi al desechar Arabia Saudita y elegir Miami.
También es razonable que el club se sienta dolido, tome esto como una falta de compromiso y genere un nerviosismo que ha quedado de manifiesto explícitamente en declaraciones públicas del técnico Renato.
Cada uno maneja su futuro de acuerdo a sus intereses y sus posibilidades. Todos somos muy generosos con dineros ajenos y muy severos con contratos que no nos atan a nada.
Lo que se ha ganado Luis Suárez en materia económica, nadie se lo regaló. Es uno de los más grandes futbolistas de este siglo y de los mejores de nuestra historia como así también de la historia de los clubes que defendió en Holanda, Inglaterra y España.
Si siente que su rodilla sufre, que su familia no está feliz y que puede darse un lujo no me voy a poner en censor de actitudes ajenas.
Lo más seguro es que en su lugar yo buscara la salida lo más rápido posible, que parecería hoy está a US$ 15 millones de distancia. Mucho para mí y cualquiera de los lectores, pero factible para quien en estos meses le mostró a Gremio una adhesión y calidad propia de la fama con la que llegó precedido.
Seguramente calculó mal cuando firmó por dos años y tiene derecho a cumplir con los requisitos legales para cambiar esa situación. ¿Por qué? PORQUE NO LE DEBE NADA A NADIE.
¿Priorizará su deseo o ganará el respeto al contrato firmado?
Y si… es una incómoda situación en la que todos parecen tener algo de razón.
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