Siempre supimos que vinimos a la Copa América para ver qué puede pasar en el cuarto partido que se jugará el sábado 6 de julio.
Las únicas dudas eran sobre quién sería el rival y si por esas cosas de la vida no ganábamos el grupo y en lugar de Las Vegas ese encuentro de cuartos de final sería en Phoenix.
Bielsa, o mejor dicho la AUF, no pudieron concretar partidos de nivel como preparación. País Vasco B o Costa de Marfil primero y luego México también B a pocos días de la copa parecerían haber sido poco para testearse de cara a futuros compromisos ante la élite del futbol.
El sorteo dirigido nos puso del lado duro de la copa con una engañosa primera fase fácil para luego tener que enfrentar sí o sí a los otros candidatos a definir el torneo como Brasil y Colombia.
Como ya hemos alertado, la digitación encubierta de un sorteo que fue oscuro asegura que Argentina pueda llegar cómodamente a Miami, donde reside Messi, que parece el eslabón entre un país que apenas sabe que la pelota es redonda y una pasión camuflada por la admiración a un superstar como el diminuto argentino.
Lo cierto es que media selección llegó el 3 de junio a Estados Unidos y le ganó 4 a 0 a los suplentes de México. Justo es decir que el nivel de los mexicanos asusta por lo flojo y no cambia mucho si juegan los supuestamente mejores. Los partidos ante Panamá y Bolivia se ganaron de principio a fin. Antes de los 15 minutos ya había sucedido lo que siempre tememos cuando hay demasiado favoritismo, o sea primer gol había llegado y la única expectativa fue saber por cuánto se ganaría.
Contra Panamá el 3 a 1 fue amarrete con lo visto en la cancha, aunque, a pesar de la euforia de los 20 mil uruguayos presentes, ni siquiera Bielsa quedó conforme por un rato en que los panameños dominaron.
Ya contra Bolivia fue aplastante. Fue 5 a 0 y todo fue a voluntad, generando el delirio de 40 mil uruguayos en las tribunas. Mucha gente dijo “Nunca jugamos así”, pero la exageración se responde sola recordando que a Bolivia en el llano se le ha ganado 5 a 0 en reiteración real y en los tiempos modernos. No solamente en el pasado lejano.
El partido con Estados Unidos fue raro. Ellos se complicaron al perder con Panamá y estaban obligados a ganar para estar tranquilos. Uruguay sin Bielsa, suspendido, puso el 11 titular, pero la actitud fue más moderada. El saberse clasificados y con la primera posición del grupo asegurada hizo evidente que el partido se jugara con menos estrés. La actitud algo violenta de los norteamericanos hizo que Uruguay no tomara aún con más calma este partido, ya que comenzaron a querer ganar como respuesta. Solo una catástrofe podía quitarle a los celestes el liderazgo del grupo y acaso una hecatombe podría llevar a quedar eliminados.
Pero nada de eso sucedió. Una dura situación generó un cambio tan obligado que el nuevo reglamento no lo consideró, ya que se aplicó la llamada tarjeta azul, por lo que la salida de Maxi Araujo no ocupó la posibilidad de hacer luego 5 cambios.
Igual Bielsa, emulando a Tabárez, no es muy afecto a los cambios y, si llegan, al menos en esta copa, han sido en los 10 minutos finales.
El primer tiempo de Uruguay fue flojo, el local dominó, pero no le alcanzó para marcar diferencia en el score ya que tampoco generó demasiado peligro. En la segunda mitad Uruguay tomó el control. El mejor había sido Ronald Araujo, pero se le sumaron Ugarte, Valverde, De la Cruz y un Kike Olivera movedizo que colaboró mucho con Darwin, que anda encendido, aunque esta vez no pudo anotar.
El triunfo llegó con un gol de pelota quieta. Ya sé que vale lo mismo, pero lo destaco porque para algunos es mala palabra, aunque históricamente haya sido fuente de enormes triunfos.
Si le preguntamos a un observador extranjero cómo visualiza los goles más importantes de nuestra selección hará referencia a contragolpes mortales cómo Alzamendi en el 87, pases largos de goleros o zagueros para que Suárez o Cavani perforen a los ingleses o franceses en el 2014 y 2018, o de pelota quieta para goles de Lugano, Godín o Josema en eliminatorias o mundiales.
Así llegó el centro de Nico para la llegada del malón y el gol del zaguero Mathias Olivera.
Tal vez fue fruto de un milimétrico offside que el VAR validó tras eternos cinco minutos al estilo sudamericano.
Uruguay terminó ganando los tres partidos como sospechábamos, no tuvo rivales de fuste fruto de la debilidad contraria, pero también de la exuberancia de un plantel de primer nivel mundial. Nueve goles a favor y solo uno en contra exime de mayores análisis.
El DT mostró su sello inconfundible. Pero el rosarino, consciente de los rivales, dijo en conferencia que es mejor ganarle por menos a equipos fuertes que golear a débiles oponentes. Parece de Perogrullo, pero el bielsismo ortodoxo quiere creer que están ante un mesías que hace cosas milagrosas y aplauden todo sin analizar.
Desde que llegó Bielsa lo mejor, lejos, fue ganarle a Brasil con autoridad en el Centenario y a Argentina en La Bombonera. Ambos partidos no se ganaron con la aplanadora que arrasó a Panamá y Bolivia. Ambos juegos fueron resueltos entregando el balón, pero siendo intensos en la marca y minimizando al rival hasta no dejarlos rematar al arco a ambos en los 180 minutos. Incluso la visita a Barranquilla pudo ser victoria.
Eliminado México, ni el VAR salvó al local, destruyendo las hipótesis de una posible ayuda para asegurar buenas concurrencias.
Cuesta encontrar un fracaso individual en esta primera fase. Incluso se da la situación de que eñ único titular no elogiado pueda ser Rochet ,pero no por errores propios sino por el juego que propuso Bielsa que impidió a los rivales llegarle con peligro, por lo que no pudo lucirse.
El equipo entusiasma pero todo queremos verlos en la fase final.
Nos espera Brasil con un plantel de excepción, aunque lo critiquen. Seguramente nos esperen luego Colombia y Argentina.
En estas eliminatorias nos tocó jugar de corrido con los tres, siendo dos de ellos de visitante. Y ganamos dos, empatamos uno y quedó más que claro que hay motivos suficientes para esperar con fe.
El sábado jugaremos un clásico mundial ante Brasil. Nosotros venimos bien y ellos mal. Pero no solamente es un clásico, sino que Brasil es Brasil y el VAR es el VAR.
Ojalá nada raro suceda para que algunos negadores de las cosas raras que suceden a menudo nos digan que “el Var a veces te da y a veces te quita”. Porque Uruguay no precisaba para nada el gol que el VAR nos regaló ante el local y el sábado un error nos puede sacar de la copa. Así que por favor que Dios y el VAR nos permitan un partido en donde gane el mejor.
Estamos a tres partidos de la 16 y por eso vamos a esperar con fe, vamos a alentar la idea para que celeste sea el triunfo otra vez.
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