Comienza una nueva Copa América. La número 48. Un simple cálculo matemático ubica a Uruguay en el contexto continental. Con 15 copas ganadas y con la hipótesis de que se pudiese ganar la 16, es claro que los celestes han ganado una de cada tres que se han disputado.
Todos sabemos que la Conmebol, antes llamada Confederación Sudamericana de Fútbol, tiene entre sus 10 federaciones asociadas a tres de los campeones del mundo de todos los tiempos.
Esto se ve reflejado inapelablemente en las camisetas que contienen 5 estrellas en el caso de Brasil, 4 en el caso de Uruguay y, desde el último mundial, Argentina tiene 3. Queda claro que es un barrio difícil para andar ganando copas con continuidad. Sin embargo, nuestro fútbol se las ha ingeniado en forma permanente.
El palmarés indica que Uruguay tiene 15, Argentina 15, Brasil 9, Perú, Paraguay y Chile 2 cada uno, cerrando la lista Bolivia y Colombia con 1 cada uno. No han podido ganar ninguna Venezuela y Ecuador. En los 90 comenzaron a participar selecciones de Concacaf, pero ninguno la ha ganado, aunque México llegó a dos finales.
Desde la primera edición, jugada en Buenos Aires en 1916, hasta la de 2011, que tuvo todas sus sedes en Argentina, el liderazgo celeste en el palmarés fue notorio. Es cierto que hubo algunos momentos con alternancia con nuestros hermanos rioplatenses, pero se llegó a la 15 en el Monumental de Núñez y los argentinos lo lograron recién 10 años después.
Algunos datos son interesantes. Uruguay fue sede en 7 ocasiones y las ganó todas con un récord sin parangón. Nunca perdió un partido o sea que fue campeón invicto las 7 veces. Estas cosas es necesario ponerlas en contexto. Argentina organizó 9 y perdió 3 de ellas. Más allá de quedar claro que le resultó imposible mantener ningún tipo de, ya sea ganándolas todas o en partidos jugados, lo resaltable es que fue Uruguay quien se quedó con esas 3 ediciones. En aquel lejano 1916 de Piendibene y los denunciados como africanos Isabelino Gradín y Juan Delgado, pasando por el gol de Alzamendi para eliminar a los campeones del mundo con Maradona incluido en 1987 y finalmente el 2011 con Suárez, Forlán y Cavani incontenibles eliminando a la Argentina de Messi en Santa Fe. Además, en materia de clásicos rioplatenses, a pesar de no ganarla, en la edición de 1936 Uruguay derrotó a Argentina en Buenos Aires 3 a 2 en enero de 1937. Como contrapartida, en las 7 ediciones jugadas en nuestro suelo Argentina no solamente no ganó ninguna, no ganó ningún clásico rioplatense, sino que tan siquiera nos pudo hacer un gol. ni un gol. Para ser comparados los 2 países que ganaron 15, parece mucho a nuestro favor.
Por el lado de Brasil, ha ganado 9, lejos de las 15 de sus rivales rioplatenses. Organizó 6 y ganó 5. Y aquí alguna aclaración. Por un lado, los brasileros ya habían perdido el invicto en partidos ante Paraguay en la edición que obtuvieron en 1949. Por el otro tenemos que recordar que hubo 3 ediciones que se jugaron sin sede fija, o sea con un sistema similar a la Libertadores. En ese régimen, en 1983 Uruguay definió con Brasil en dos finales. En el Centenario ganó 2 a 0 con aquel recordado golazo de Diogo y en Salvador, Bahía, con un empate 1 a 1 con gol de Aguilera la celeste dio la vuelta olímpica. Finalmente, en 2021 en medio de la pandemia Argentina le ganó la final a Brasil en Maracaná. El estadio estaba casi vació, se autorizaron 5 mil entradas para cada lado, o sea que además de vacío se les dio a ambos rivales la misma cantidad. ¿Por qué lo aclaro? Porque los argentinos tienen todo el derecho a festejarlo ruidosamente, en especial porque Messi ganaba su primera copa, pero cuando le llaman “maracanazo” a lo obtenido creo que hay entender tres cosas. La primera es que lo es. La segunda es que resignifica el valor de un término acuñado por una gesta uruguaya que siempre fue motivo de admiración por parte de todos y de ellos en particular. Y la tercera es que es imposible comparar ambas victorias ante Brasil sin tomar en cuenta algunos datos claves. En 1950 estaba juego una Copa del Mundo, había 200 mil brasileros con apenas 100 uruguayos, el empate le servía al local y por si todo esto fuese poco faltando 15 minutos perdíamos 1 a 0. Que una copa América como la de 2021 con posible alargue y penales en caso de empate, con estadio vacío y la misma cantidad de hinchas para cada lado se la mencione como similar suena exagerado.
En resumen, Uruguay jugó y ganó invicto sus 7 copas, Argentina perdió 3 de 9 y las 3 se las llevó Uruguay, mientras Brasil sufrió dos vueltas olímpicas ante Uruguay y Argentina además de haber perdido su invicto ante los paraguayos.
En lo personal, llego con la ilusión de que hay equipo, hay jugadores y aunque algunos no entiendan lo que digo y escribo hay DT. Hay equipo y quedó demostrado, en especial en las sensacionales victorias relativamente recientes ante Brasil en el Centenario y Argentina en La Bombonera. Hay jugadores porque es la base de una generación que ganó el sudamericano sub-20 de 2017 al galope, con jugadores como Valverde, Bentancur, De la Cruz, Canobbio, Viña, Olivera, rodeada de algunos un poco mayores y otros más jóvenes, la mayoría de los cuales son figuras en sus equipos, con muchos en las principales ligas, lo que habla de un gran plantel. Suárez jugará de a ratos, será el capitán cada vez que entre y lo es ya desde la propia concentración, con el derecho de una trayectoria que le permite estar en una lista de 26 mientras tenga ganas. Y no olvidemos que lo dimos por muerto en Atlético Madrid, en Nacional, en Gremio y ahora en la MLS y, en cada caso, con distintas dificultades sigue siendo el líder futbolístico.
Por último, tenemos DT. Que a mí me parezca que con el material que tenemos no se precisaba una erogación enorme es una cosa. Por suerte Fabián Coito, con un palmarés intachable y hacedor de la base de esta selección en aquel sudamericano sub-20 de 2017 en Ecuador al que hacíamos referencia y que también ganara el oro panamericano en 2015, ha vuelto al Complejo Celeste para hacerse cargo de los juveniles. Algún día recuperaremos también a Marcelo Broli, que fue dejado libre tras ser campeón mundial. Que yo discrepe del rosarino por la forma de expresarse, del desprecio a todos los estamentos que no sean su propio trabajo y cómo destrata a quienes lo rodean, lo que ha llevado a una serie de renuncias que fueron desde funcionarios administrativos, funcionarios técnicos y hasta futbolistas, no quiere decir que no sea un DT inteligente, estudioso, con personalidad, que transmite y que sabe aprovechar el material que tiene en esta etapa de su vida. Aclaro esto porque en Argentina aún le reprochan haber “chocado la Ferrari” cuando desperdició la mejor selección argentina en décadas sin poder pasar la fase de grupos en el mundial de 2002 en Corea y Japón.
En Bielsa pueden convivir esos dos mundos alternándose. De todas maneras, lo venimos diciendo desde que pasó el Mundial de Rusia 2018. La generación campeona sub-20 del 2017 iba a estar madura y pronta para ser la base de un Uruguay candidato a ganar una Copa América 2024 y de pelear con chance el Mundial 2026. Con Bielsa, con Coito, con Broli o con muchos otros que están más que capacitados.
Las horas transcurren entre lluvias y calores en el apacible condado de Palm Beach, lugar de residencia de miles de millonarios y varias decenas de multimillonarios estadounidenses que miran sin entender mucho cómo cientos de uruguayos, que sabemos bien dónde fueron a parar, desfilan por la puerta del hotel o de la cancha de entrenamiento soñando con una selfie o un autógrafo de sus ídolos.
Mañana se mudan a Miami a una hora de viaje en ómnibus. Están acá desde el 6, cuando llegaron de Denver, en donde le hicieron 4 a un México que puso muchos suplentes pero que no parece tener mucho más.
El camino indica que debería ser sencillo clasificar en las dos primeras fechas ante Panamá y Bolivia, para luego, ante el local, definir quién queda primero y segundo para los cruces que seguramente nos marcarán por orden Brasil y Colombia o Colombia y Brasil. Si pasamos esa barrera seguramente sea Argentina la que nos espere en la final por la 16.
Estamos a 6 partidos, la clave está en el cuarto encuentro en Las Vegas o Phoenix y el quinto en Charlotte. La final será en Miami, tierra de Messi… pero también de Lucho.
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