Esa es la dedicatoria que puso Friedrich Hayek en su libro Camino a la servidumbre. Para Hayek, uno de los mayores exponentes de la Escuela Austríaca de Economía, toda planificación económica, por leve que sea, se basa en la creación de un supuesto bien común o nacional que se constituye en objetivo general. Por lo cual, la planificación económica conduce necesariamente hacia el totalitarismo y a la pérdida de las libertades individuales. En este libro, usa tanto a la Unión Soviética como a la Alemania nazi como ejemplos de países que han recorrido el “camino a la servidumbre” y llegado a esa situación. Es decir, pérdida de libertad individual por un bien común, lo que lleva a regímenes totalitarios.
En América Latina ha habido varios ejemplos de gobernantes que llegaron al poder prometiendo derechos, igualdad y en algunos casos no combatir la pobreza, si no la riqueza. Aquello de que los ricos tienen que pagar más, o de que la existencia de la pobreza es porque existe gente rica y que hay que distribuir artificialmente los recursos. Dicho de otra forma, ya no el que tiene más, si no el que gana más debe de subsidiar al que gana menos. Fidel Castro en Cuba, Hugo Chávez en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua son ejemplos de estos gobernantes. En todos los casos los gobiernos de estos países fueron erosionando las instituciones democráticas, multiplicando la pobreza y terminando en dictaduras.
Si en su trabajo a usted le dicen que tiene que armar casas de madera y que si arma una por día está bien, pero si arma más de una el Estado tendrá más recursos y así habrá más hospitales y escuelas; o si le dicen que si usted arma una casa por día su salario será de US$ 400 dólares, pero si arma cuatro casas su salario será de US$ 800 dólares. ¿Qué pasaría? ¿En qué modelo se fabricarían más casas?
El primer ejemplo es el ejemplo Soviético o socialista, donde no existía la propiedad privada y donde no se premiaba la productividad. El segundo es el modelo estadounidense o capitalista, donde quien trabaja más gana más. La historia nos muestra que la Unión Soviética implosionó al igual que la Alemania comunista, mientras que los Estados Unidos y la República Federal Alemana no han dejado de crecer económicamente y sus ciudadanos han mejorado su nivel de vida al pasar el tiempo. Es más, todos los países comunistas de Europa se han pasado al sistema capitalista, que respeta la propiedad privada y la libertad individual, donde sus ciudadanos pueden votar a sus representantes. Esa “conversión” en Europa ha dejado en evidencia millones de muertos, gente que vivía en la pobreza y la ignorancia absoluta de lo que era occidente. Hoy en muchos países de Europa los partidos nazi y comunista están prohibidos.
Friedman pronosticó, con éxito, que la libertad económica en Chile traería la libertad política. Hoy tenemos que la segunda economía más grande del planeta practica la libertad económica, pero es una dictadura. La mayoría del pueblo chino es ignorante, campesinos que son explotados, trabajando por sueldos muy bajos. Hay pequeñas elites en las ciudades que son educadas, que han podido evitar la censura, al viajar al exterior y conocen las bondades de la democracia y la libertad. Cuando estas elites pasen a ser la mayoría en China, seguramente el gobierno de ese país caiga y se vuelva una democracia.
En la columna anterior, “El país que ansiaba la paz para crecer”, decíamos que según Milton Friedman la libertad es una sola y que la libertad económica a la larga trae la libertad política. Cuando un ciudadano es realmente libre para pensar, producir y elegir es cuando entiende que sus derechos terminan donde comienzan los del otro, que el trabajo es la única fuente de ingresos real, ahí comprende que el Estado solo tiene el dinero que toma de los ingresos de los trabajadores, y se cuestiona si es justo que el dinero que le sacan vaya para alguien que no trabaje o que desarrolle una actividad que no es rentable. Ese ciudadano entiende que los funcionarios públicos son sus empleados y que debe de exigirles más. Ese ciudadano educado que comprende el valor de la libertad no se deja gobernar por tiranos.
Estamos en la era del conocimiento, un pueblo educado es un pueblo libre y un pueblo libre elige y mandata a sus gobernantes, no se somete a ellos. La prosperidad una vez más vemos que está en la educación y la inteligencia. Ese es el único camino posible para el desarrollo.
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