A poco más de un mes para la asunción del nuevo gobierno, se empiezan a conocer los nombres de los integrantes del futuro equipo económico. El Dr. Ignacio de Posadas, exministro de Economía y Finanzas y exsenador de la República, consultado por La Mañana, brindó un completo análisis sobre propuestas de integrantes del nuevo gabinete y sus consecuencias tanto a nivel nacional, regional como internacional.
A medida que vamos conociendo los nombres de quienes manejarán la economía del país, ¿hablamos de una política económica moderada?
No sé, yo tampoco tengo información privilegiada. Como usted, voy mirando lo que pasa y tratando de acomodar el cuerpo. Tengo la impresión de que a nivel empresarial o de agentes económicos, como se dice hoy en día, la reacción general es medio entre expectativa y preocupación. Me parece que este año los empresarios van a balconear y postergar sus decisiones empresariales. Creo que los que habían pensado en invertir, reciclarse o reconvertirse van a esperar a verle las patas a la sota.
La empresa Nordex, por ejemplo, decide retirar su planta de Uruguay y se instala en Argentina. ¿Ese es el primer paso?
Esa es una industria especial en la que pesan mucho los beneficios, las tarifas y demás. Hay que ver que la Argentina está ahora en un camino, no sé si opuesto al que estamos nosotros, pero sí muy distinto. Todavía hay gente queriendo esperar un poquito más a ver si las medidas de Milei se encarnan y avanzan. Me parece que el tema del levantamiento del cepo es una señal importante que la gente está esperando. Pero sí, lo que usted dice hay que tenerlo presente, porque hasta hace unos meses los vasos comunicantes se volcaban para este lado. Pero nada impide que se dé vuelta la tortilla, que la gente empiece a ver más atractiva la situación argentina que la nuestra.
En los últimos días, nuevamente, el futuro ministro de Trabajo, Juan Castillo, hizo declaraciones. Insiste en que va a buscar instalar la reducción de la jornada laboral sin afectar los salarios y que hay empresas que piensan cerrar en nuestro país e irse. ¿Una cosa es resultado de la otra?
No tengo la menor idea, pero no comparto lo que dice. Me parece que Uruguay no está en situación de pensar medidas como mayor reglamentación laboral. Más bien es al revés. Creo que una de las cosas que los empresarios van a estar mirando de este gobierno es si va a atacar el fenómeno del encarecimiento del Uruguay. Somos un país demasiado caro para el potencial económico que tenemos. No tenemos espaldas para soportar esto. Y el camino no pasa por aumentar inventos de regulaciones laborales, sino por fortalecer la eficiencia del Uruguay, que tiene un problema brutal de productividad. Gabriel Oddone lo tiene clarísimo. El tema es qué grado de latitud para moverse pueda tener.
¿Usted sigue pensando que asume en situación complicada el economista al no tener respaldo político?
No estoy dentro de la cocina. No sé qué grado de respaldo le van a dar. Objetivamente, mirado de afuera, él no tiene respaldo político propio, como podía tener Astori, si se quiere. Depende absolutamente del respaldo que le dé el presidente de la República. Y ahí de nuevo hay una incógnita. Hay mucha gente que quiere ver dónde decanta el poder en el próximo gobierno. Si decanta en la Presidencia o decanta en algún otro lado.
¿Qué va a pasar con el dólar y cómo puede influir en el atraso cambiario?
Si el tema de la competitividad del Uruguay se va a manejar u orientar exclusivamente con el tipo de cambio, seguiremos en este problema. Porque el problema del atraso cambiario es más amplio que el tema cambiario. Es la sumatoria de costos que tiene el Uruguay. Ahí es donde hay que atacar. Creo que la gente no ve muy claro que hay una vocación para agarrar el toro por las guampas. Pienso que el primer año para un ministro de Economía es más complicado, probablemente, pero también es en el que tiene más fuerza. Es muy difícil que a alguien se le ocurra cambiar al ministro de Economía en el año en que, entre otras cosas, hay que confeccionar el presupuesto. Entonces me parece que Oddone tiene la oportunidad de hacer pata ancha este año. Inevitablemente, más adelante va a tener presiones muy grandes internas, de la gente de los partidos de gobierno. Porque los ministros de Economía no son candidatos a ministro de popularidad. Tiene que tratar de avanzar lo más posible en el primer año.
Los anuncios que hizo de que era imposible no pensar en un aumento de impuestos, atento a las propuestas que hace el gobierno de agrandar el Estado, ¿le bajaron el perfil mediático?
Me da la impresión de que al comienzo de su nominación, durante la campaña electoral, le pareció que tenía que hacer declaraciones y salió a hablar con frecuencia y no muchas veces de manera feliz. Creo que después se ha llamado a silencio. Me da la impresión de que está preparando algún tipo de anuncio formal que impacte positivamente sobre las expectativas y que arranque la inercia de su ministerio. Me parece que es lo que va a ocurrir. Lo veo prudentemente callado en medio de todo esto.
Cuando empezaron las reuniones de transición, Oddone declaró que se encontró con una política mucho más restrictiva de lo que pensaba. ¿Eso puede tener que ver con proteger los números del déficit fiscal y deuda pública?
El ministro de Economía, entre otros tantos problemas que tiene, siempre está apretado entre dos frentes. Por un lado, no puede decir que está todo fenómeno porque le van a venir a pedir. Por el otro lado, no puede decir que está todo mal, porque entonces el país se desespera y se empantana. Tiene que mantener ese equilibrio. Creo que por ahí vienen esas declaraciones de que la cosa no está tan bien desde el punto de vista fiscal. Me parece prudente, me parece bien.
¿Es real o no el aumento significativo de la deuda pública?
No veo que tengamos un problema ahí. Sintetizando mucho, hay dos planos de problemas. Hay uno externo que no controlamos, que está muy en el aire, confuso. El mundo también está a la espera de ver qué pasa con Trump, qué pasa en la relación Estados Unidos-China, si Trump va a consolidar un bloque americano y le va a permitir a China consolidar su bloque, a Rusia el suyo y dejar a Europa que se las arregle como pueda. Está pintando para ese lado. Ahí hay una serie de cosas que nos van a impactar, que nosotros no podemos hacer más nada que balconear y tratar de acomodar el cuerpo.
Después hay un frente interno. Por supuesto, hay que cuidar la parte fiscal, creo que no hay margen para subir impuestos. Hay que atacar los problemas tradicionales del Uruguay, hay que desregular, abaratar, flexibilizar. Ese para mí es el frente más complicado que tiene Oddone, porque es el que va contra una idiosincrasia y contra una cultura que es muy del Uruguay, que es la que explica por qué ganaron las elecciones: porque hay mucha gente que cree que el Uruguay puede marchar fenómeno si le sacan un poco más de plata a los ricos y la desparraman entre los demás. Entonces, para que le vengan a decir que la cosa no es tan fácil, ahí hay un frente complejo. Para mí es la mayor dificultad que tiene Oddone: convencer a los propios.
En una economía como la nuestra, muy dolarizada, ¿la asunción de Trump puede influir en el costo del dólar y por tanto en el costo de la economía?
Creo que a la larga es posible, sobre todo si efectivamente el hombre, que ha bocinado mucho, se la juega a aumentar tarifas. Para mí es lo más gravitante desde el punto de vista internacional. Hasta ahora viene de “jarabe de pico”, pero si empieza en el mundo una guerra de tarifas, a nosotros nos va a pegar, nos va a pegar mal.
¿Qué hacemos con el comercio exterior? Estados Unidos es un cliente muy importante, Brasil está con dificultades y China también. ¿Cómo se maneja esa situación?
Es difícil, por eso digo que hay una situación externa que nosotros no controlamos, es muy difícil. El mundo además está muy estructurado en base a acuerdos regionales y bilaterales, de los cuales estamos afuera de todos. Es una cosa muy complicada, con un Brasil que no nos da bola. Yo creo que Orsi dio una señal equivocada al salir corriendo a darle un abrazo a Lula, pues los brasileños no nos van a dar nada. La Argentina está muy enfocada en sí misma, o sea que no hay además liderazgos en América Latina. México, por lo menos bajo López Obrador, puso los ojos adentro o al norte, pero no al sur. Entonces estamos muy solos nosotros en eso. Creo que hay que seguir explorando todos los caminos que no son muchos, el camino del Tratado del Pacífico, ver acuerdos con países más lejanos. Hay que seguir insistiendo con Brasil en materia de la apertura del Mercosur, aunque no está fácil la cosa, pero bueno, no tenemos otros caminos. Yo creo que de nuevo esa realidad nos tiene que volver a hacernos mirar para adentro y en la medida en que no podamos facilitar la apertura comercial, digamos por el lado del Tratado, no tenemos más remedio que abaratar nuestros costos. Porque nosotros no podemos ser caros y todavía encima tener que pagar tarifas altas.
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