A dos décadas de una de las crisis financieras más complejas de la historia uruguaya, Caumont reflexionó acerca de los hechos que la precedieron y del proceso de salida que, según su visión, se debió exclusivamente a las acciones del entonces presidente Jorge Batlle y su equipo económico. En diálogo con La Mañana, remarcó que, a diferencia de lo que dicen algunos actores políticos, la economía empezó a crecer significativamente en 2004, antes de que culminara el período de gobierno.
¿Qué lectura hace de los hechos que llevaron a la crisis del 2002? Con el diario del lunes, ¿cree que se podría haber hecho algo para evitar ese desenlace?
En noviembre del 2001 yo me enteré de que Domingo Cavallo, que había sido designado por el entonces presidente argentino Fernando de la Rúa como ministro de Economía, había decidido establecer un cierre bancario por 90 días, el famoso corralito. Esto fue al final de la época de la convertibilidad, cuando la economía estaba relativamente mal y había una fuga de depósitos de los bancos, una corrida.
Un mes después renunció, y al otro día hizo lo mismo De la Rúa. Inmediatamente lo sucedieron cuatro o cinco presidentes transitorios en 11 días, hasta que los primeros días de enero asumió Eduardo Duhalde. Ahí congelaron definitivamente los depósitos, medida que fue denominada “corralón”.
Luego de esto, como en Uruguay había filiales de bancos argentinos como Galicia, Río de la Plata, Velox y demás, los argentinos, que estaban haciendo colas para sacar sus depósitos de los bancos en Buenos Aires y en el resto del país y no podían, vinieron a hacerlo en las filiales de acá. Ahí comenzó la corrida en Uruguay, alrededor de febrero del 2002. Es decir, fue una consecuencia de lo que estaba ocurriendo en Argentina.
Eso determinó que los bancos que tenían dinero en el Banco Central del Uruguay (BCU) fueran retirando las reservas que tenían depositadas como encajes allí. Si mal no recuerdo, eso siguió hasta fines de julio, que cambiaron al ministro de Economía y al presidente del BCU, por Alejandro Atchugarry y Julio de Brun respectivamente. A los pocos días decretaron un feriado bancario para evitar la corrida y a partir de ahí se terminó con el tema, pues cerraron los cuatro bancos más complicados: el Comercial, La Caja Obrera, el de Montevideo y el de Crédito.
Después vino la reestructuración de la deuda.
Exacto, ahí trataron de negociar la deuda externa con el Fondo Monetario Internacional (FMI), los acreedores extranjeros, porque no tenían un solo dólar para pagar. El FMI quiso que Uruguay hiciera default como Argentina, pero el presidente Jorge Batlle y su equipo económico se opusieron rotundamente. Al final reestructuraron la deuda y salió todo bien.
Antes de que asumiera Batlle como presidente, usted había advertido que Uruguay tenía un déficit fiscal alto, por lo que era necesario hacer un ajuste.
Así fue. Después Jorge me reconoció que debía haber hecho el ajuste fiscal, pero en ese momento no lo hizo.
¿Cree que se podría haber hecho algo para impedir que ocurriera la crisis en Uruguay o por la incidencia de Argentina era inevitable?
Yo personalmente creo que fue algo que nos vino del exterior, pero es cierto que antes de la corrida se debió haber hecho un ajuste fiscal porque el déficit que había dejado el gobierno de Sanguinetti era muy alto. De todos modos, en ese momento tuvimos mucha mala suerte, porque padecimos la crisis de la aftosa también, que frenó las exportaciones. Pero una vez que entramos en la corrida de Argentina, no había mucha cosa que Uruguay pudiera hacer para salir, era muy difícil. Lo que se hizo fue cerrar los bancos más comprometidos, que fue lo que paró la crisis.
¿Cree que si se hubiese hecho el ajuste fiscal que usted proponía los efectos se podrían haber atenuado?
Sí, puede ser, pero el contagio fue tremendo, fue como el coronavirus, derramó inmediatamente en Uruguay. Si se hubiera hecho el ajuste, tal vez se habría tenido un poco más de espalda, se habría podido lograr un menor endeudamiento con el exterior, pero en definitiva lo que ocurrió con Argentina fue lo peor, fue impresionante.
Usted ha señalado en más de una oportunidad que ya en 2004 la economía había empezado a crecer.
El 30 de diciembre de 2004 yo escribí un artículo titulado “El gran final”, en Economía & Mercado del diario El País, donde ponía los datos: la inflación era 8%, el crecimiento del PIB para ese año iba a estar entre 11% y 12%, el desempleo había caído del 20% al 12%, etcétera.
En esa columna reconocí que yo le había dicho a alguno del equipo económico, concretamente, a Julio de Brun, que veía muy difícil que tuvieran éxito en la gestión que se les había encomendado. Después vino “Lito” (Alfie) y con Julio hicieron una pareja de novela en términos de conducción económica. Reconocí todo lo que habían hecho y que la salida había sido su responsabilidad.
Además, si hoy es complicada la oposición que ofrece el Frente Amplio, imaginate lo que era en aquel momento cuando cerraron cuatro bancos, había corrida bancaria y había que reestructurar la deuda, porque vencía y no había con qué pagarla. Las reservas internacionales habían llegado —brutas, no netas— a US$ 600 millones, cuando hoy son US$ 15.000 millones; habían bajado tremendamente. Entonces, los responsables, Atchugarry, Alfie, De Brun, merecen que uno se saque el sombrero. Son gente impresionante. Por eso yo hoy trato de acompañarlos con mis columnas.
Por lo que dice, considera que la salida fue gracias al gobierno exclusivamente.
Sí, quiero dejar eso claro. Todo esto fue debido a los técnicos del gobierno y no a gente fuera de él. Ahora todo el mundo se adjudica el haber contribuido, pero nadie creía en las soluciones que se estaban encarando. El FMI le sugirió a Uruguay que no pagara la deuda, que hiciera default, entonces, que ahora no se venga a adjudicar la salida ni el Fondo ni nadie, porque fue gracias al Ministerio de Economía y al BCU.
A su vez, quiero señalar la fuerza con la cual salió la economía uruguaya en el 2004, después de la reestructura. Todo el mundo dice que en el 2005 empezó a crecer, no, la economía creció en el 2004 de manera increíble, los resultados fiscales fueron extraordinarios, la inflación cayó significativamente. Después siguió esa corriente de crecimiento, es cierto, porque hubo algunas ayudas externas en términos de precios internacionales y demás, pero el tema fue básicamente liderado por cuatro personas, el presidente y los tres que mencionaba del equipo económico, con la ayuda fundamental de otras personas como Carlos Steneri y Ariel Davrieux.
¿Cuáles fueron los aprendizajes de esa crisis que hicieron que se fortaleciera el sistema financiero?
El BCU elaboró una normativa donde ponía muchas más medidas de seguridad para el crédito, para los depósitos, para el capital de los bancos, entre otros, o sea, una reglamentación bancaria muchísimo más estricta, que hasta el momento no ha tenido fallas y que todavía se considera muy satisfactoria. Eso fue lo que ocurrió. Es decir, después de que se reestructuró la deuda, que fue en el año 2003, en el BCU se elaboraron las normas para evitar problemas de similar naturaleza e incluso menos graves que los de aquel momento.
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