La Cepal acaba de presentar sus estimaciones de crecimiento para América Latina y el Caribe y los anuncios son preocupantes, no solo por números que se prevén en relación con las tasas de crecimiento sino por los fundamentos y las variables que explican los mismos. Más allá de reproducir algunos de los datos fundamentales que nos pueden resultar de interés para quienes estamos atentos a la realidad económica en la región, resulta fundamental resaltar algunos conceptos que trasmiten los expertos del organismo y alertas en relación con la realidad, no solo en cuento a desempeño económico, pero fundamentalmente en relación con las medidas de política económica que se están viendo en la región. Para 2022 Cepal pronostica que la región retome la senda de bajo crecimiento observado antes de la pandemia de COVID-19, con un crecimiento promedio de 2,7% solamente. Pero lo más complejo tiene que ver con el desempeño de variables como la inversión y la inflación que para el organismo desafían al análisis que se realiza y al pienso y definición de políticas.
¿Qué podemos esperar en términos de actividad?
Los países de América Latina y el Caribe tienen ante sí un panorama económico complicado para los tiempos que se vienen que se traducen en un menor crecimiento, fuertes presiones inflacionarias, muy baja inversión, dificultades en la creación de empleo lo que deriva en un empeoramiento de los indicadores sociales. El informe afirma que 16 países de la región no van a recuperar el nivel PIB prepandemia de los 33 y esto muestra la alta heterogeneidad que se vive en la región. El promedio esconde muchas realidades nacionales que es bueno tener sobre la mesa.
Mover el ciclo económico con una mirada estructural y presiones inflacionarias globales
La economía mundial se encuentra negativamente afectada por la guerra. Las estimaciones pasaron de 4,4% antes de la guerra a 3,1% al momento de publicación del informe. Si se miran cada una de las regiones se visualiza estas dificultades y ajustes en las estimaciones de crecimiento. A nivel global se ven muchas señales difíciles, pero uno a destacar es el caso de China, un socio comercial y de inversiones clave para la región, que presenta señales claras de enlentecimiento de su crecimiento. Otro elemento es la caída de términos de intercambio en la región de 7%. La región retoma la senda de bajo crecimiento y lo hace en un contexto de malos guarismos externo e internos, donde parte de las dificultades no son responsabilidades internas, sino que son producto de una realidad global determinada por presiones inflacionarias que nunca se habían conocido y por situaciones totalmente ajenas.
El análisis pone en consideración que “las presiones inflacionarias han conducido a los bancos centrales a retirar los estímulos monetarios y aumentar las tasas de interés de política monetaria a mayor velocidad e intensidad que lo previsto a comienzos de año”. Ha caído la liquidez global afectando la dinámica de los estados financieros globales y han aumentado las tasas de interés. Se redujeron los flujos comerciales hacia los países emergentes. La evolución del riesgo soberano de varios países se ha deteriorado y hay un alto aumento del riesgo país.
Fuertes restricciones a la inversión
El elemento que debería ser más preocupante es la baja tasa de inversión, tema que no es nuevo, sino que es parte de una realidad estructural de América Latina. La dinámica y los desafíos de la inversión es impulsar una recuperación sostenible e inclusiva. Lo más preocupante es que la región no solo tiene un comportamiento coyuntural bajo de la inversión, sino que es un tema estructural y sin inversión tanto privada como pública. El tema de la inversión tiene algunos elementos a destacar. En primer lugar, es la variable que más se ajusta, y siendo estructuralmente baja en la región, el contexto actual y las medidas que existen pueden tener efectos aún más intensos. Aun cuando ha aumentado la tasa de crecimiento se ha mantenido la volatilidad y se esto se da tanto en la inversión privada como en la pública.
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