En los últimos días se ha dado una intensa discusión entre analistas y referentes económicos por los resultados de la Encuesta Continua de Hogares y un informe de la consultora Exante sobre la evolución del poder adquisitivo de los ingresos y la comparación entre 2023 y 2019. Se trata de una de las principales variables a la hora de analizar la realidad de los hogares; además, permite comparar con otras realidades, entre diferentes tramos de ingresos y entre grupos poblacionales, así como su evolución.
Ingresos y encuestas continuas
Por ingresos consideramos el conjunto de partidas monetarias y en especie percibidas en forma regular por los hogares como unidad o por sus integrantes a título personal, a intervalos anuales o más frecuentes, excluyendo ganancias inesperadas, irregulares o percibidas típicamente por una sola vez. El ingreso puede ser usado para financiar el consumo habitual, siempre que no se disminuya el patrimonio neto del hogar por la caída del stock de dinero en efectivo, la venta de un activo o el aumento de un pasivo.
Las encuestas, y concretamente las conocidas como encuestas continuas de hogares (ECH) que llevan adelante los institutos de estadísticas a través de recomendaciones y manuales internacionales adaptados a cada realidad, son instrumentos muy relevantes para relevar información sobre múltiples variables, tomando como una de las unidades principales de análisis los hogares. En nuestra región son clave para aportar información fundamental para el conocimiento y las definiciones de términos de políticas públicas, muy en particular en cuanto a ingresos y niveles de vida.
Organismos como Naciones Unidas y Cepal destacan estos indicadores. Al respecto, no podemos dejar de mencionar que nuestro continente es uno de los más desiguales en la distribución del ingreso, donde persisten importantes niveles de pobreza y desigualdad. Estos son fenómenos que se estudian a partir de las ECH, que permiten visualizar el impacto de los cambios en las condiciones económicas sobre la población. Se puede ir mucho más allá: también son herramientas de relevamiento que permiten conocer diferentes dimensiones económicas, el mercado de trabajo, acceso a servicios y muchos otros.
Los niveles de ingreso –si bien muchas veces se ven como un abordaje unidimensional– son lo que denominamos “proxy”, variables altamente correlacionadas con más de una dimensión. De hecho, el ingreso puede verse como los recursos para acceder a bienes y servicios.
Qué nos han mostrado los últimos datos presentados y qué comentarios surgen
En la publicación de Exante se destaca que “la recuperación de los ingresos de los hogares poscovid fue muy desigual hasta 2023”. Mejoró el promedio, pero no fue igual para todos. La consultora señala que, a su entender, “eso no es en lo sustancial reprochable a las políticas económicas”. Esta afirmación y el análisis han generado comentarios y reacciones de otros analistas y referentes.
El Cr. Marcos Soto, decano de la Facultad Ciencias Empresariales de la UCU, destaca que en los promedios “se esconden realidades”, haciendo alusión a la diferencia en la evolución del poder adquisitivo de los hogares en diversos tramos. El informe muestra que solo el quintil más alto de ingreso de la población tuvo un aumento del poder adquisitivo comparándolo con 2019.
Los economistas Federico Araya y Viviana Piñero profundizan en los indicadores a nivel de quintiles y destacan la relevancia de trabajar con medidas como la media y no los promedios, ya que se trata de indicadores más robustos a la hora de ver evoluciones y poder mostrar otras realidades. Afirman que los datos de la ECH muestran mayores niveles de desigualdad y queda en evidencia que “el crecimiento económico es condición necesaria pero insuficiente para reducirla”. Se necesitan políticas claras que atiendan los problemas de la desigualdad, más allá del crecimiento.
Ingresos, pobreza y mercado de trabajo
También se han visualizado informes sobre pobreza en los diferentes departamentos, mostrando la heterogeneidad territorial del fenómeno, así como la realidad del mercado de trabajo, que también presenta diferencias territoriales y por grupos de edad. Otras formas de ver otras formas de desigualdad.
Debates que importan y conclusiones que preocupan
Nos interesa destacar que estamos en un debate bien planteado y sobre temas que importan. La evolución de los ingresos de los hogares entre 2019 y 2023 muestra una recuperación que no se da igual en los diferentes tramos de ingreso. Concretamente los ingresos mejoraron en términos nominales, pero muy por debajo en términos del poder adquisitivo. Solo el quintil más rico tuvo una mejora del poder adquisitivo real de sus ingresos, todo el resto perdió capacidad de compra, es decir “está peor”.
La población, en su mayoría, es más pobre y con mayores niveles de desigualdad. Entonces, la discusión abre claramente diferentes posiciones que tienen que ver con la necesidad de crecer y mejorar los niveles de ingreso, pero a la vez con quiénes son parte de esta mejora.
Un factor determinante en la incidencia de la pobreza y la pérdida de bienestar es la desigualdad en la distribución del ingreso. En Uruguay vienen aumentando los niveles de desigualdad y, de alguna forma, esta realidad se ha instalado. Se necesita crecer y buscar mejores niveles de distribución y cohesión. El tema surge en un momento de relevancia, ya finalizada la pandemia y con un tiempo considerable para pasar página asumiendo una nueva realidad.
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