La ortodoxia del PAEG (1964-1967)
El Programa de Acción Económica de Gobierno (PAEG) marcó la dirección estratégica de la economía brasileña durante el período 1964-1967. El PAEG presentaba entre sus objetivos macroeconómicos el aceleramiento del ritmo del desarrollo económico del país, la contención progresiva de la inflación y la reducción de los déficits en la balanza de pagos, que estrangulaban periódicamente la capacidad de importación, amenazando el proceso de desarrollo. En la visión de la PAEG, la crisis económica que se manifestó con fuerza en 1963 y principios de 1964 tenía sus raíces en la inflación. Por ende, para que Brasil retomara la senda de desarrollo sostenido, era necesario revertir de forma sostenida el proceso inflacionario. El diagnóstico del PAEG partía de la base de que en la raíz del proceso inflacionario se encontraba un crecimiento excesivo de la demanda, explicado principalmente por el déficit fiscal y la expansión del crédito que impulsaba el Banco do Brasil, a lo que se sumaba el aumento de los salarios nominales. Como resultado, el programa de acción se centraba en la reducción o eliminación del desequilibrio fiscal, el control de la expansión monetaria y crediticia (con objetivos de desaceleración sucesiva del crecimiento nominal), y el freno a los ajustes salariales nominales de los asalariados.
El PED y el “desafío brasileño” de un desarrollo autosuficiente
En marcado contraste con la retórica del PAEG, el Programa de Desarrollo Estratégico (PED) del período 1967-1969 cambia completamente el discurso de política económica, que ahora se apropia de la idea de construir un proyecto nacional para responder adecuadamente al “desafío brasileño”, referido al agotamiento del proceso de sustitución de importaciones. La respuesta del PED al desafío de reanudar la senda de crecimiento acelerado pasó por un nuevo modelo de desarrollo. Como las decisiones de inversión dependían esencialmente de las expectativas de crecimiento del mercado, era necesario identificar correctamente y apoyar a los sectores más dinámicos capaces de sostener el crecimiento de toda la economía. Evidentemente, uno de los sectores principales continuaría siendo la industria manufacturera y para ello resultaba necesario diversificar sus fuentes de crecimiento: además de continuar con la sustitución de importaciones. Ahora resultaba necesario apuntar también a expandir el mercado interno y a promover el aumento en las exportaciones. Para el PED, el mercado interno constituía la herramienta más potente a disposición del gobierno para lograr el desarrollo de Brasil. Por tanto, era responsabilidad del gobierno reforzarlo y ampliarlo. Con ese objetivo en la mira, pasó a ser fundamental una política de redistribución de ingresos que habilitara la creación de un “mercado de masas” como condición para un desarrollo acelerado y autosuficiente. El ministro de Hacienda, Antonio Delfim Netto, sería la primera autoridad económica brasileña que se atrevería a defender un objetivo de crecimiento del 9% anual. Naturalmente, con estas perspectivas de crecimiento, las preocupaciones por la inflación pasarían a segundo plano. La aceleración en el proceso de desarrollo quedaría asegurada con el apoyo simultáneo a la agricultura y a las exportaciones.
Fuente: José Pedro Macarini, “A política económica do governo Costa e Silva (1967-1969)”, y “A política económica do governo Medici (1970-1973)”
La visión de Antonio Delfim Netto en sus propias palabras:
El “milagro económico”
“Entre 1947 y 1980, el PIB brasileño, bajo el régimen del capitalismo de Estado, registró un crecimiento promedio anual del 7,2%, la más alta del mundo occidental. Lo mismo ocurrió durante el dramático ajuste de los años 80: el PIB per cápita brasileño aumentó un 0,9% entre 1982 y 1988, frente a una reducción del 1,4% en el resto de América Latina”.
El desarrollo y la globalización
“El desarrollo es un juego cooperativo entre tres socios: trabajadores, empresarios y Estado. Es necesario construir instituciones que, sin perjudicar la eficiencia, garanticen a los trabajadores una efectiva realidad participativa. Los trabajadores deben entenderse como parte integrante y respetada del proceso económico y no como seres alienados para quienes el crecimiento es irrelevante. Es necesario reconocer que el actual proceso de globalización, que permite la incorporación simultánea de nuevas tecnologías en los más variados sectores de la economía, tiene la tendencia a aumentar la disconformidad y la exclusión de los trabajadores menos calificados, que no han recibido el beneficio de la educación”.
Sobre la libertad de movimiento de capitales y la especulación financiera
“El libre movimiento de capitales parece tener un efecto positivo en la estructura financiera y el nivel de crecimiento en los países desarrollados. Pero cuando se observan los países en vías de desarrollo, los datos, aunque fuertemente manipulados, se han negado hasta ahora a confesar sus beneficios. La libre de circulación de capitales no tiene un soporte teórico sólido, ni tampoco comprobación empírica de que aumente el bienestar del país. Se parece mucho más un contrabando ideológico (promovido por el “espíritu” de Wall Street que domina las organizaciones internacionales), introducido furtivamente como una simple e inocente extensión de las ventajas comparativas y la movilidad de los factores. Facilitó el descuido en los déficits de cuenta corriente, y aumentó extraordinariamente los riesgos de las economías en desarrollo, como se ha visto en las recientes crisis mexicana, asiática, rusa y brasileña. El problema consiste en estimular el capital “bueno” y restringir la utilización del “malo”, lo que, desgraciadamente, no sabemos hacer. La solución parecería pasar por reducir al mínimo la dependencia del capital volátil a corto plazo, disminuyendo, con el tipo de cambio flotante, las oportunidades de arbitraje que a menudo generan los cambios en la política económica.
Antonio Delfim Netto, en “La economía política del desarrollo” (2002). Delfim Netto fue ministro de Hacienda de Brasil entre 1967 y 1974, ministro de Agricultura en 1979 y ministro de Planificación entre 1979 y 1985. Más recientemente, fue asesor del presidente Luis Inacio “Lula” da Silva.
TE PUEDE INTERESAR: